La estela de Picasso en Gran Breta?a
La Tate Britain presenta la primera retrospectiva que profundiza en el influjo del artista malague?o en la evoluci¨®n del arte contempor¨¢neo en Reino Unido
La figura de Pablo Picasso sobresale entre el impresionante despliegue art¨ªstico que est¨¢ exhibiendo Londres con ocasi¨®n de su olimpiada cultural. Una cita que, junto a algunos de los grandes talentos del arte brit¨¢nico como Lucian Freud o David Hockney, ha querido incluir tambi¨¦n al genio que tanto influy¨® en el movimiento modernista del Reino Unido. Casi sesenta trabajos del malague?o ser¨¢n expuestos a partir del mi¨¦rcoles en la Tate Britain, en una suerte de di¨¢logo con otros tantos firmados por pintores y escultores de las islas que recogieron el legado del gran revolucionario del arte del siglo XX. Completan ese cuadro las im¨¢genes de la estancia de Picasso en suelo brit¨¢nico un verano de 1919, o la documentaci¨®n sobre las primeras reacciones hostiles a su obra hasta la rendici¨®n final del p¨²blico, que se plasm¨® en una gran muestra organizada en la misma galer¨ªa Tate hace ahora cincuenta y dos a?os¡
Cuando un Picasso de 37 a?os se deja retratar en la londinense Leicester Square, ataviado a la manera de los gentleman ingleses, su constante indagaci¨®n art¨ªstica apenas ha calado en territorio brit¨¢nico. Su visita, que se prolongar¨¢ ocho semanas, obedece a un encargo de la producci¨®n de los ballets rusos de Serguei Diaghilev, el dise?o del atrezzo de El Sombrero de Tres Picos. Durante ese tiempo, trabaj¨® en un estudio del Covent Garden y residi¨® en el Hotel Savoy junto a su entonces esposa, Olga. M¨¢s all¨¢ de las preceptivas fotograf¨ªas de la ¨¦poca, la presencia de Picasso s¨®lo es entonces objeto de la atenci¨®n de un reducido elenco de personajes, entre ellos el pintor Duncan Grant. El brit¨¢nico hab¨ªa visto algunos de sus cuadros una d¨¦cada antes, en el apartamento parisino de Gertrude Stein, y a ra¨ªz de aquel impacto acab¨® ejecutando su obra The Tub, que ahora expone la Tate Britain. Grant, al igual que Wyndham Lewis, pertenecen a la primera generaci¨®n de artistas del Reino Unido que respondieron inmediatamente a la influencia de Picasso, el ¨²ltimo con un autorretrato cubista que romp¨ªa moldes en su tierra.?
Los dos autores han sido elegidos por el museo, junto a Ben Nicholson, Henry Moore, Francis Bacon, Graham Sutherland y Hockney, para ilustrar la impronta de Picasso en el modernismo brit¨¢nico. Otros dos nombres destacan por su intuici¨®n de las dimensiones que adquirir¨ªa el artista espa?ol, los coleccionistas Douglas Cooper y Roland Penrose. Desde los a?os 20¡¯, ambos fueron adquiriendo los mejores trabajos de Picasso ¨Cel segundo, por ejemplo, compr¨® La mujer que llora- al tiempo que forjaban una relaci¨®n personal con el artista que acab¨® traduci¨¦ndose en sendos libros sobre su obra. En contraste con esa audacia, la Tate no incorpor¨® a su colecci¨®n una obra cubista de Picasso hasta 1949, en la misma l¨ªnea que otras instituciones p¨²blicas europeos.
El ¨®leo picassiano La Fuente (1921) aparece como clara inspiraci¨®n de la escultura de un cuerpo reclinado que Henry Moore concibi¨® en el periodo de entreguerras, al tiempo que el universo abstracto de Ben Nicholson se nutr¨ªa de sus propuestas cubistas. Pero en el ep¨ªlogo de la Segunda Guerra Mundial, la audiencia brit¨¢nica todav¨ªa no estaba preparada para encajar el cuerpo de trabajo de Picasso, tal como ilustran las agrias cr¨ªticas a una exposici¨®n del artista espa?ol y de Henri Matisse en el museo Victoria & Albert, en boca del pol¨ªtico Winston Churchill o del novelista Evelyn Waugh. Un dise?ador de interiores que acabar¨ªa grabando su nombre en may¨²sculas en el mundo del arte, Francis Bacon, decid¨ªa sin embargo volcarse en el lienzo a ra¨ªz de su obsesi¨®n por las figuras pintadas por Picasso en la playa francesa de Dinard.
Una de las piezas que mejor resumen la muestra Picasso y el Arte Moderno Brit¨¢nico es un grabado que Hockney realiz¨® en 1973. El espa?ol (quien hab¨ªa muerto un a?o antes) aparece dibujado con una de sus caracter¨ªsticas camisetas a rayas marineras, frente a la desnudez del pintor brit¨¢nico, que s¨®lo lleva puestas las gafas. Hockney quiso pero no pudo conocerlo desde sus ocho visitas a la exposici¨®n consagrada a Picasso que la Tate organiz¨® en 1960. Entonces ya s¨ª fue un ¨¦xito absoluto, un r¨¦cord que roz¨® el medio mill¨®n de visitantes. David Hockney aprendi¨® durante aquellas sesiones la futilidad de adherirse a un ¨²nico estilo y descubri¨® la ruptura trascendental que entra?aba el cubismo.
En su condici¨®n de artista vivo, que estos d¨ªas protagoniza una de las grandes exhibiciones de la capital brit¨¢nica en la Royal Academy, Hockney ha rememorado lo que Picasso supuso para ¨¦l y para sucesivas generaciones de artistas del Reino Unido. Quiz¨¢ uno de sus grandes triunfos profesionales haya sido integrar, en compa?¨ªa del maestro, el cartel cultural que arropa los Juegos Ol¨ªmpicos de Londres y que s¨®lo ha sido reservado a los m¨¢s grandes.
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