Hitos para un Arco de transici¨®n
Recorrido por algunas de las propuestas m¨¢s interesantes de una feria que arranc¨® con optimismo por las primeras ventas
Arco es uno de esos sitios en los que se opina mucho. Continuamente. Y muy r¨¢pido. De esos lugares, como los festivales de m¨²sica, los desfiles de moda o las subastas de letras del tesoro, en los que, si uno no tiene muy claro qu¨¦ decir, ya puede empezar a invent¨¢rselo. ¡°Este a?o hay m¨¢s pintura¡±. ¡°El arte pol¨ªtico est¨¢ por todas partes¡±. O ¡°los extranjeros comprar¨¢n m¨¢s que los espa?oles¡±. El caudal est¨¢ a la altura de los est¨ªmulos que ofrecen 215 galer¨ªas y 3.000 artistas. La urgencia, tambi¨¦n. De modo que en la feria, cuya 31? edici¨®n arranc¨® con la misma incertidumbre que atenaza el resto de las cosas europeas, se da un fen¨®meno curioso: al final de la ma?ana de la jornada inaugural, la de coleccionistas y profesionales, todo ese flujo opinativo deriva en algo as¨ª como un pensamiento ¨²nico. Un veredicto. El de este Arco el mi¨¦rcoles d¨ªa 15 a la hora de comer era el siguiente: la feria presenta un buen nivel art¨ªstico, si bien menos atrevido, lo cual no es necesariamente malo, que en pasadas citas. Y se va a vender. Bien. Sorprendentemente bien dadas las circunstancias.
Lo ¨²ltimo, m¨¢s que una opini¨®n, se antojaba toda una realidad, tan tozuda como los puntos rojos que mostraba una de esas frutas de Ai Weiwei presentada por Ivorypress, que debuta en la feria para elevar el tono de las superestrellas del arte con su desfile de grandes nombres. Precio: 50.000 euros. Los galeristas retiraban piezas de sus espacios con cara de recobrar una sensaci¨®n olvidada (el gozo de la venta), mientras Helga de Alvear sentenciaba: ¡°Vendemos espiritualidad y la gente est¨¢ necesitada de ella¡±.
Nueva distribuci¨®n de las veteranas
La galerista y coleccionista Helga de Alvear es una de las que se ha prestado en esta edici¨®n a nivelar la vieja norma que dice que hay dos espacios en Arco: el de corte m¨¢s cl¨¢sico (esos bacons y t¨¤pies), frente a las propuestas m¨¢s rompedoras. En esta ocasi¨®n, adem¨¢s se ha roto la tradici¨®n de que las galeristas madrile?as m¨¢s veteranas (de Soledad Lorenzo a Juana de Aizpuru o la propia De Alvear) se arraciman en torno a una plaza que simboliza el poder del mercado espa?ol. El n¨²cleo ha quedado por tanto separado por decisi¨®n de la organizaci¨®n.
Arriba, en la imagen, un delicad¨ªsimo teatro del enigm¨¢tico artista canadiense Marcel Dzama. La pieza sirve adem¨¢s para ilustrar una de las tendencias m¨¢s claras de una feria que se presenta sin duda contenida. Hay mucho collage y dibujo, piezas ¨ªntimas para momentos dif¨ªciles. El espacio fue uno de los m¨¢s exitosos en ventas en los primeros compases.
Enfrente, los coleccionistas, los a?orados coleccionistas, se paseaban con sus listas con el ansia del aficionado irredento, porque s¨ª, en esto, tambi¨¦n han quedado (y todo indica que quedar¨¢n) los que no estaban de paso en los a?os del boom. Como los Rubell, pareja de legendarios coleccionistas de Miami, que ayer compraron cuatro obras del pintor espa?ol Secundino Hern¨¢ndez.
Ajenos a las interioridades de la venta (esos descuentos crecientes, los muchos grises del inter¨¦s y las transacciones por cerrar acabada la feria) el com¨²n de los mortales paseaba (y pasear¨¢ hasta el domingo) con el comprensible despiste. Para guiarse en la jungla (art¨ªstica y de opiniones) de Arco, esta es una propuesta de recorrido por algunos de sus hitos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.