El vac¨ªo est¨¢ ya bajo nuestros pies
?Cu¨¢l es la relaci¨®n entre Internet y el cine? Este asunto lleva en mi cabeza un par de a?os, con su carga pol¨¦mica y controvertida. Asunto peliagudo porque cuestiona los principios del mismo negocio, obliga a fundamentar ideas y a derribar prejuicios, y desgraciadamente, eso no es f¨¢cil. El primer paso es reconocer algo en lo que todos estamos de acuerdo: somos internautas, como dec¨ªa el domingo el presidente de la Academia, Enrique Gonz¨¢lez Macho. Todos somos parte de este entramado de comunicaci¨®n. Pero al mismo tiempo, Enrique asegura que los recursos econ¨®micos del cine no pasan por los internautas. ?Los recursos del cine no pasan por todos nosotros? ?Los recursos del cine no pasan por el p¨²blico? Entonces, ?por d¨®nde pasan?
El cine, por encima de sus derechos, tiene que pensar en sus obligaciones, y la primera es trabajar para el p¨²blico, y buscarlo donde se encuentre. El p¨²blico vive y piensa, trabaja y se comunica a trav¨¦s de Internet: comparte ideas, creaciones, m¨²sica, pel¨ªculas. Vive en Internet. ?No es l¨®gico, sensato y tremendamente urgente proponer modelos de negocio que se adapten a las necesidades del p¨²blico?
Internet no es, y espero que estemos todos de acuerdo, tan solo un nido de piratas. Nadie, en el mundo de los profesionales de la red, en estos dos a?os de debates, discusiones y coloquios, nadie, repito, defiende el todo gratis. Nadie defiende al que se lucra ilegalmente con el trabajo de los dem¨¢s. Ahora bien, seamos sinceros, ?cu¨¢l es la oferta legal? Pr¨¢cticamente nula, si consideramos la urgencia de la demanda. Las excepciones (Youzee, Wuaki, Voddler, Cineclick y Filmin, extraordinario esfuerzo de Juan Carlos Tous) demuestran que es posible y que los valientes abren camino, pero desde luego no es suficiente. ?Podemos exigir responsabilidades y lamentarnos de nuestras p¨¦rdidas si nuestra tienda virtual permanece cerrada? ?Podemos decir que internet no es una alternativa al negocio del cine cuando ni tan siquiera lo hemos intentado? ?No somos responsables de no saber adaptarnos a las necesidades del mercado? ?Cuanto tiempo vamos a esperar?
Este es el segundo paso: reconversi¨®n. La prensa y los libros se leen en el iPad, la industria de la m¨²sica est¨¢ reaccionando y plantea alternativas, como Spotify. Netflix, el spotify del cine, todav¨ªa no llega a Espa?a. En lugar de esperar a que sea tarde y lo hagan las grandes compa?¨ªas, ?por qu¨¦ no somos nosotros los primeros en explotar las bibliotecas de cine de forma legal y asequible para el usuario? En lugar de un problema, ?no somos capaces de verlo como una oportunidad?
Las pel¨ªculas, queramos o no, se estrenar¨¢n en Internet, a un precio consensuado y razonable. Se establecer¨¢ un debate entre productores, distribuidores, exhibidores y las compa?¨ªas que suministran banda ancha, redefiniendo las ventanas de exhibici¨®n en el marco del nuevo mercado. Abriremos una nueva ventana de comercializaci¨®n en el mismo hogar del consumidor. ?Alguien puede pensar que eso es malo para el cine? Enrique, mi amigo y mi distribuidor Enrique, piensa que este cambio es prematuro, que ¡°la industria cinematogr¨¢fica no se puede permitir dar un salto al vac¨ªo¡±. Creo, humildemente, que el vac¨ªo est¨¢ ya bajo nuestros pies. No querer mirar es la m¨¢s peligrosa de las cegueras. No es f¨¢cil, es inc¨®modo pero es necesario. Distribuidores y exhibidores, intermediarios de la creaci¨®n audiovisual, pero tambi¨¦n parte esencial del engranaje de la producci¨®n, ven c¨®mo el edificio tiembla. No esperemos a que se caiga. La relaci¨®n entre productores de contenidos y consumidores ha cambiado para siempre. Es una realidad imparable. Demos el primer paso o lo dar¨¢n por nosotros. Hablemos, discutamos c¨®mo hacerlo, pero no demos marcha atr¨¢s. Se necesita valent¨ªa, pero no creo que orgullo.
Alex de la Iglesia es director y expresidente de la Academia de Cine.
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