Retrato de un anarquista ¨¢rabe
Hisham Matar publica 'Historia de una desaparici¨®n', novela tramada sobre la ausencia de su padre, secuestrado por el r¨¦gimen de Gadafi en 1990
El sol se ha abierto un hueco entre los l¨®bregos nubarrones del invierno londinense y derrama algo de luz y calor sobre la terraza del Holland Park Caf¨¦. Las j¨®venes se?oras que constituyen el grueso de la clientela ¡ªcon sus hijos, con sus perros o con sus hijos y sus perros a la vez¡ª lo celebran con leves murmullos. Surgiendo de un sendero que discurre entre ¨¢rboles desnudos y acometidos por la yedra, se acerca al caf¨¦ un hombre cubierto con un gorrito de lana gris¨¢ceo y un chaquet¨®n igualmente anodino. Una ardilla lo esquiva mientras el rostro del hombre ¡ªredondeado, oscuro, cruzado por unas gafas¡ª se va precisando. Debe ser Hisham Matar.
El hombre se presenta ¡ªparece t¨ªmido y cordial¡ª y va a buscar un capuchino al interior del local. Es, en efecto, Hisham Matar, del que Salamandra publica en Espa?a su segunda novela, Historia de una desaparici¨®n (Anatomy of a disappeareance en la versi¨®n original inglesa). El libro cuenta en primera persona la historia de Nuri, un joven obsesionado con la desaparici¨®n de su padre, un arist¨®crata de ideas democr¨¢ticas secuestrado por los esbirros de un innominado r¨¦gimen totalitario ¨¢rabe.
El periodista que le esperaba en Holland Park Caf¨¦ sabe que a Matar le gustar¨ªa que su novela fuera le¨ªda como eso, como una novela, con independencia de la personalidad del autor y de lo que le pas¨® a su padre; le encantar¨ªa que el lector la abordara ¡°tan solo a partir de sus propias memorias, emociones y pasiones¡±. Pero el propio Matar es consciente de que ahora le resulta imposible encontrar semejante ¡°lector plat¨®nico¡±.
¡°Intento conseguir el m¨¢ximo impacto con el menor n¨²mero de palabras¡±. ¡°El ingl¨¦s me da distancia, y por lo tanto la libertad precisa¡±
Ahora no hay modo de evitar conocer de antemano que el padre del novelista, el opositor libio Jabalia Matar, fue secuestrado en 1990 por sayones del coronel Gadafi en El Cairo, donde viv¨ªa exiliado con su familia, y trasladado a la siniestra prisi¨®n libia de Abu Selim, sin que desde entonces haya dado otras muestras de vida que alguna que otra carta que, al comienzo de su cautiverio, logr¨® hacer llegar al exterior. Y sin embargo, Historia de una desaparici¨®n es una muy buena novela en s¨ª misma: es corta, con la distancia exacta para contar lo que quiere contar, y est¨¢ escrita con una prosa elegante que ha sido comparada por algunos cr¨ªticos anglosajones con la de Nabokov.
¡°Intento conseguir el m¨¢ximo impacto con el menor n¨²mero de palabras¡±, dice Matar, ¡°las palabras, por muchas que sean, no pueden igualar a las emociones, solo pueden evocarlas¡±. Esta novela comienza con esta estupenda frase: ¡°Hay ocasiones en que la ausencia de mi padre resulta tan pesada como un ni?o sentado en mi pecho¡±. Matar cuenta que la frase le vino a la cabeza mientras caminaba y que enseguida se dio cuenta de que ten¨ªa ¡°la m¨²sica, el ADN, la l¨®gica del personaje Nuri¡±.
Hisham Matar es la primera gran revelaci¨®n internacional de la literatura ¨¢rabe en esta d¨¦cada, de esa literatura que reivindica ante un mundo asombrado la existencia del individuo ¨¢rabe. Robert F. Worth ha escrito en The New York Times que Matar ¡°est¨¢ muy bien situado para servir de embajador literario entre dos mundos encerrados durante mucho tiempo en la mutua ignorancia y sospecha¡±. Es una idea correcta: el autor de Historia de una desaparici¨®n naci¨® en 1970, en Nueva York, donde su padre era diplom¨¢tico, y pas¨® su primera infancia en Libia hasta que la familia tuvo que exiliarse a El Cairo, donde Jabalia Matar ser¨ªa secuestrado en 1990. Desde entonces, Londres ha sido la ciudad de Hisham Matar, la ciudad donde estudi¨® y ejerci¨® la arquitectura, donde comenz¨® a escribir y donde vive con su esposa, una fot¨®grafa californiana. Perfectamente biling¨¹e en ¨¢rabe e ingl¨¦s, Matar ha escogido este segundo idioma para abordar sus dos novelas. ¡°El ingl¨¦s¡±, explica, ¡°me da la distancia precisa, y por lo tanto la libertad precisa, respecto a aquello de lo que trato¡±.
¡ªHistoria de una desaparici¨®n ¡ªle dice el periodista¡ª no es un libro pol¨ªtico o hist¨®rico en contra de lo podr¨ªa parecer, es un libro sobre la relaci¨®n de un hijo con su padre. Y este es uno de esos temas primordiales, porque, no s¨¦ lo que usted piensa, pero yo tengo la impresi¨®n de que uno nunca llega a conocer verdaderamente a su padre; cuando tu padre muere, te quedas con la desgarradora sensaci¨®n de que nunca supiste qui¨¦n era.
¡ªComparto esa impresi¨®n: uno nunca llega a conocer a su padre del modo que puede conocer a un amigo, tienes con ¨¦l una relaci¨®n tan ¨ªntima como misteriosa. Ahora muchos de los padres de nuestra generaci¨®n est¨¢n haciendo un gran esfuerzo por ser amigos de sus hijos, pero es muy dif¨ªcil conseguirlo. Porque un amigo es aquel que tiene acceso a tus m¨¢s ¨ªntimas vulnerabilidades y lo cierto es que uno no suele querer que su padre o su hijo tengan acceso a ese territorio.
¡ªEsta novela comienza con Nuri, el protagonista, sintiendo una fuerte atracci¨®n por Mona, la joven que se va a convertir en su madrastra, en la esposa de su padre, que es viudo. Se produce una especie de sutil m¨¦nage ¨¤ trois, ?no?
¡ªEs que me interesa mucho investigar sobre la masculinidad, sobre qu¨¦ significa ser hombre ¡ªresponde Matar¡ª. En los ¨²ltimos ochenta a?os, por razones correctas, por razones que yo comprendo y apoyo, el inter¨¦s colectivo se ha centrado en averiguar qu¨¦ significa ser mujer, como dando por hecho que ya sabemos lo que es un hombre. Pero no, no lo sabemos. Nuri se siente atra¨ªdo por Mona de un modo inequ¨ªvocamente masculino. Al comienzo de la novela, est¨¢ en ese momento, el tr¨¢nsito de la infancia a la adolescencia, en que las mujeres siguen viendo a los chicos como asexuados, pero ya no lo son, su sexualidad empieza a despertarse. Arranco, s¨ª, con ese momento en la vida de Nuri, cuando compite de alguna manera con su padre por la atractiva Mona.
¡ªSolo aquellos que han tenido la fortuna de no sufrirlo pueden tener la desverg¨¹enza de reprochar a alguien que hable del efecto del totalitarismo en su vida personal. As¨ª que, aunque su novela pueda leerse sin conocer su historia y la de su familia, perm¨ªtame preguntarle por el paradero de su padre. ?Han tenido noticias de ¨¦l tras la ca¨ªda de Gadafi?
¡ªNinguna definitiva, ninguna que permita cerrar el caso. Nos ha llegado alguna informaci¨®n nueva y tiene mal aspecto, con mucha probabilidad muri¨® hacia 1996. Lo que hemos averiguado es que lo sacaron de la prisi¨®n de Abu Selim d¨ªas antes de la matanza de reclusos disidentes de 1996. Pero no sabemos si fue ejecutado en el acto o llevado a otro sitio donde termin¨® muriendo pronto. Sus ¨²ltimos momentos en Abu Selim fueron espantosos. Logr¨® hacerle llegar una carta a un amigo y este, pese a que ¨¦l le dec¨ªa que no lo hiciera, la public¨®. Entonces, el jefe de Abu Selim, un hombre terrible, tortur¨® a mi padre para que confesara c¨®mo hab¨ªa logrado hacer salir esa carta. Mi padre qued¨® destrozado, no pod¨ªa ni ponerse en pie. As¨ª que lo sacaron de Abu Selim y ah¨ª se pierde su rastro.
A comienzos de marzo, Hisham Matar volver¨¢ a Libia, por primera vez en tres d¨¦cadas, desde que su padre huy¨® de all¨ª con su familia. El pasado a?o fue muy raro para ¨¦l: le oblig¨® a salir de la discreci¨®n en la que desea vivir y sumarse a la primavera ¨¢rabe con multitud de art¨ªculos e intervenciones p¨²blicas. Se convirti¨®, a su pesar, en el portavoz en Occidente de la revoluci¨®n libia. Y le doli¨® que cierta izquierda se opusiera al apoyo internacional a los luchadores contra Gadafi. ¡°Yo tambi¨¦n soy antiimperialista y antibelicista¡±, dice, ¡°pero la argumentaci¨®n que algunos daban en el caso libio no era robusta. Propon¨ªan la no intervenci¨®n, pero sin ofrecer ninguna alternativa concreta. Volvimos a ver a esos intelectuales a los que no les gusta la tierra, que es siempre sucia y complicada, y prefieren vivir en el parnaso¡±.
Matar empezaba a resignarse a la idea de que jam¨¢s los libios ni el resto de los ¨¢rabes iban a alzarse por su libertad y su dignidad, por eso lo ocurrido en 2011 en T¨²nez, Egipto, Libia, Yemen, Siria y otros pa¨ªses le result¨® a¨²n m¨¢s maravilloso. ¡°Los revolucionarios ¨¢rabes¡±, dice, ¡°han sido, y son, muy valientes, ya han logrado romper el muro del miedo. Tengo ejemplos en mi familia. Mi primo Izzo, de 22 a?os, muri¨® en la liberaci¨®n de Tr¨ªpoli. Era estudiante de ingenier¨ªa, un buen estudiante, y se sum¨® desde el primer momento a la revoluci¨®n contra Gadafi. Aprendi¨® sobre la marcha a usar las armas y en la batalla de Misrata se hizo amigo de otro combatiente, Maruan, seis a?os mayor que ¨¦l. Se hicieron inseparables. Formaban una pareja divertida: Maruan era alto y flaco; Izzo, peque?o y robusto. En las fotos que se tomaron juntos aquellos d¨ªas se les ve siempre sonriendo. Maruan muri¨® de un disparo en la batalla de Al Sintan e Izzo lo enterr¨® en Misrata, donde se hab¨ªan hecho camaradas. ?l sigui¨® luchando y fue de los primeros en entrar en Bab el Azizia, el palacio de Gadafi en Tr¨ªpoli. All¨ª le alcanz¨® la bala de un francotirador. Vivi¨® muy pocas horas m¨¢s, lo suficiente para decir que quer¨ªa ser enterrado en Misrata junto a Maruan. Su hermano Hamed cumpli¨® el deseo de Izzo y, luego, volvi¨® a luchar en Tr¨ªpoli, donde fue herido en una pierna y en el pulm¨®n. En marzo voy a verle. Hamed y yo hemos hablado muchas veces por tel¨¦fono, pero ahora voy a verle por primera vez en Libia¡±.
Desaparece el sol y Londres recupera su techo pizarroso. Un cuervo picotea unas migajas en la terraza del Holland Park Caf¨¦. Ha llegado el momento de preguntarle a Hisham Matar por lo que sinti¨® al ver las im¨¢genes del linchamiento y muerte de Gadafi.
¡°Estaba en Nueva York, sal¨ª de la ducha y all¨ª estaban esas im¨¢genes en la televisi¨®n¡±, responde. ¡°No me lo pod¨ªa creer: yo hab¨ªa terminado asumiendo que no iba a sobrevivir a Gadafi, que este era de alg¨²n modo eterno. As¨ª que lo primero que sent¨ª fue una especie de gran vac¨ªo. Y luego me entristec¨ª por el modo en qu¨¦ hab¨ªa muerto. Muchos de los que iniciaron la revoluci¨®n eran abogados y jueces, y su idea, compartida por m¨ª y tantos otros, era que Libia se convirtiera en un Estado de derecho, un pa¨ªs donde predominaran la verdad y la justicia sobre la revancha y la venganza. Pero ese momento, la muerte de Gadafi, arroj¨® una sombra sobre el porvenir. Y lo que m¨¢s me preocupa es que la mayor¨ªa de los libios piensan que, bueno, fue horrible, pero, qu¨¦ diablos, Gadafi se lo hab¨ªa merecido¡±.
Historia de una desaparici¨®n no es una autobiograf¨ªa, ni unas memorias, ni nada parecido, sino una novela. A diferencia de Nuri, bloqueado en la relaci¨®n con el padre desaparecido, Hisham Matar s¨ª que se ha reinventado: de joven quer¨ªa ser poeta o m¨²sico, luego estudi¨® y ejerci¨® la arquitectura, despu¨¦s escribi¨® dos novelas y el pasado a?o hizo de renuente portavoz extraoficial de la revoluci¨®n libia. ¡°Pero escribir novelas es lo ¨²nico en lo que no me siento impostor, la novela es mi hogar¡±, dice. Por eso no acept¨® el puesto en el Gobierno provisional libio que le llegaron a ofrecer. ¡°Soy un escritor y siempre ser¨¦ cr¨ªtico, siempre pondr¨¦ objeciones¡±, explica. ¡°En cierto modo, soy un anarquista rom¨¢ntico, me siento m¨¢s pr¨®ximo a alguien como Juan Goytisolo que a los pol¨ªticos de Libia. Mi abuelo luch¨® contra Mussolini y fue encarcelado por Mussolini; mi padre critic¨® al rey de Libia y a Gadafi, y ambos lo encarcelaron; quiz¨¢ lo m¨ªo sea criticar ahora al nuevo Gobierno de Libia¡±.
Y, entonces, Matar suelta una carcajada, la primera en una hora de conversaci¨®n, y su rostro brilla como una Luna llena en la oscuridad que se va adue?ando de Holland Park.
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