¡°Leer es un gesto de insatisfacci¨®n¡±
El fil¨®sofo y exministro ?ngel Gabilondo, que publica un ensayo de elogio a la lectura, conversa con su hermano, el periodista I?aki Gabilondo, sobre temas como los retos de la educaci¨®n, los valores de la juventud o el buen gobierno
¡°Gabilondo hablando es un peligro¡±. Lo dice ?ngel Gabilondo de su hermano mayor, I?aki, que, como ¨¦l, naci¨® en San Sebasti¨¢n pero siete a?os antes, en 1942. El peque?o, solo de edad, ha vuelto a su C¨¢tedra de Metaf¨ªsica de la Universidad Aut¨®noma de Madrid tras ejercer dos a?os como ministro de Educaci¨®n y acaba de publicar un ensayo de t¨ªtulo inequ¨ªvoco: Darse a la lectura (RBA). En una sala de reuniones de la cadena Ser y con el libro delante, I?aki Gabilondo pregunta si puede preguntar.
I?aki Gabilondo. ?Has podido leer durante tu tiempo en el Gobierno?
?ngel Gabilondo. Ya no dormimos las mismas horas que cuando se dorm¨ªa. Eso s¨ª, lees un poco a brincos, con otras inquietudes. Y tiene su peligro: leer siempre algo que sea rentable para hablar. Es el problema de tener una tribuna p¨²blica, sea un cargo o un blog: buscar rentabilidad inmediata, una idea, una frase que puedas citar¡ Hay que tener mucho cuidado con lo que uno lee.
I. G. Leyendo corres el peligro de ser otro, de cambiar de ideas¡
A. G. Leer es un gesto de insatisfacci¨®n. Se lee porque hay algo que no acaba de ir bien. La gente que no duda es peligrosa. Lo mismo que dudar a lo tonto. Dudar no puede ser una coartada para no decidir. No se puede decir: cerrado por reflexi¨®n. Hay que intervenir en la incertidumbre. Ese es el espacio de la pol¨ªtica.
P. Que no lo sepa la oposici¨®n.
A. G. Gobernar es preferir, y decir que has elegido lo preferible s¨ª debe saberlo la oposici¨®n. Siempre prefieres desde muchos lugares: tu ideolog¨ªa, tu forma de vida¡ En las preferencias se delatan las convicciones. Por eso no da lo mismo una cosa que otra.
P. Darse a la lectura reivindica la austeridad, la paciencia, el estudio, la concentraci¨®n, el retiro¡ nada que est¨¦ de moda. ?Leer es hoy un acto revolucionario?
A. G. Por lo menos es un acto rebelde. Rebeld¨ªa significa sobreponerse a los valores dominantes y proponer alternativas. No s¨¦ de d¨®nde vienen las ideas, pero a m¨ª me vienen de las palabras, de palabras que traen otros. Eso exige un cierto retiro y silencio.
I. G. Por ah¨ª circula esa teor¨ªa de que una cosas es el hacer ¡ªlo ¨²til¡ª y otra el leer -lo in¨²til-. Leer parece escapista. Como se dice en el libro: tenemos muchas cosas que hacer; ahora solo nos falta saber qu¨¦. Este es uno de los rasgos de este tiempo tan convulso. No paramos de correr como gallos sin cabeza. ?ngel toca un punto neur¨¢lgico del desconcierto actual. Deteng¨¢monos a pensar.
A. G. Yo relaciono pensar y leer porque pensar no es sentarse y apretar los ojos. El pensamiento siempre es una conversaci¨®n. Necesito de los otros para pensar. No hay ideas aisladas. Una idea es una relaci¨®n. Y una palabra.
I. G. Sorprende c¨®mo ha cuajado la idea de leer como perder el tiempo, cuando es la no aceptaci¨®n de tu tiempo como el ¨²nico posible lo que te lanza a leer. Al leer conquistas todos los tiempos: el de los que te precedieron, el de gente a la que no has podido conocer¡ el amor al libro es amor a la vida m¨¢s all¨¢ de la tuya.
P. ?Y c¨®mo se transmite el gusto por la lectura? En Espa?a los ¨ªndices siguen siendo bajos.
A. G. Por contagio. Y contagio es contacto. Como dec¨ªa Deleuze, un maestro no es el que ordena ¡°hazlo como yo¡± sino el que dice ¡°hazlo conmigo¡±. La pasi¨®n es muy contagiosa. Hay que pensar qu¨¦ tipo de textos son los adecuados para cada edad. Y, como hacemos con las pel¨ªculas, hablar y hablar de libros.
P. El tiempo que les quede.
I. G. No sirve hacer una apolog¨ªa del libro sin una mirada sobre el valor de la reflexi¨®n.
A. G. Es cierto, pero me inquieta que tengamos tendencia a ver la falta de valores en los j¨®venes sin tener claro que se los transmitimos diariamente con nuestra forma de vivir. Ellos miran en su entorno y ?qu¨¦ ven?
I. G. Corremos el riesgo de defender viejos formatos negando todo lo nuevo, que en principio ser¨ªa lo progresista. Yo lo conecto mucho m¨¢s con una visi¨®n de la vida y no con el hecho de que los chicos lean o no, porque terminar¨¢n por hacerlo. Si tuvieran una mirada distinta sobre la realidad no me preocupar¨ªa. Lo que me inquieta no es que se est¨¦n alejando de la lectura como nosotros la hemos conocido sino de cualquier transformaci¨®n que pueda venir del mundo intelectual.
A. G. Es importante transmitir algo para poder destruirlo. La no transmisi¨®n del conocimiento genera resentimiento social. Incluso para ser original necesitas que se te transmita el conocimiento. Solo se puede ser diferente en comunidad; si no, se es indiferente.
I. G. Si no importa qu¨¦ pas¨® antes que t¨², lo de leer importa menos todav¨ªa. Lo preocupante es que se est¨¢ desde?ando todo eso, no el modo de leer.
P. ?Leer en una pantalla permite menos concentraci¨®n?
A. G. Tal vez se inaugure una nueva forma de leer, que es una nueva forma de pensar y tal vez una nueva forma de vivir. No hay que satanizarlo, porque si empezamos ahora a hacer discursos contra el ferrocarril¡ El nuevo concepto de lectura implica un nuevo concepto de relaci¨®n y de comunidad. Y ah¨ª es donde debemos tener alguna inquietud, porque puede que haya transmisi¨®n de informaci¨®n pero no comunicaci¨®n. ?Hoy hay m¨¢s comunicaci¨®n que nunca? Es discutible. Eso s¨ª, nace una nueva concepci¨®n de lo que significa leer. Antes era una visi¨®n interiorista que llevaba su tiempo y casi su espacio. Ahora parece m¨¢s una intervenci¨®n. El problema confundir las actividades con las acciones. Hay mucho trasiego en la Red, ?eso significa que hay mucha acci¨®n? A veces es un suced¨¢neo, incluso una coartada para no actuar.
I. G. Lo com¨²n cada vez interesa menos. La lectura tiene poco porvenir si no te importa lo com¨²n. Para que te importe un libro tambi¨¦n te tienen que importar los dem¨¢s.
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