El sentido de la justicia
EL PA?S regala el domingo el cl¨¢sico 'Matar a un ruise?or', con Gregory Peck
Cuando ten¨ªa 34 a?os, Nelle Harper Lee (Alabama, 1926) termin¨® su ¨²nica novela, inspirada en su infancia y en sus recuerdos del Viejo Sur, Matar a un ruise?or. Gan¨® el Premio Pulitzer y r¨¢pidamente se convirti¨® en un cl¨¢sico de la literatura estadounidense. En su cincuenta aniversario, la revista Publishers Weekly calcul¨® que se hab¨ªan vendido 30 millones de ejemplares. Dos a?os despu¨¦s de la publicaci¨®n de la novela, en 1962, Robert Mulligan, un s¨®lido artesano de Hollywood, se atrevi¨® a ponerle rostro al protagonista de la novela, el abogado Atticus Finch, que ya formaba parte de la imaginaci¨®n colectiva de EE UU. El actor elegido fue Gregory Peck y el resultado es una obra maestra, una pel¨ªcula inmensa que se queda flotando en la conciencia.
La historia que narra es tan sencilla como inabarcable. Un verano en una ciudad de Alabama, dos ni?os matan el tiempo obsesionados por la casa al final de la calle, habitada por alguien por el que sienten por igual terror y fascinaci¨®n. Su padre, Atticus Finch, es un abogado que asume un caso imposible: defender en el sur racista y segregacionista a un negro acusado de violaci¨®n. Pero Finch cree en la justicia y cree en los dem¨¢s. "Uno no comprende realmente a una persona hasta que no se mete en su piel y camina dentro de ella", es la principal ense?anza que quiere transmitir a sus hijos.
Este argumento se multiplica hasta el infinito porque es un relato que se public¨® y estren¨® cuando Am¨¦rica comenzaba a rebelarse contra la injusticia y el racismo (entonces arrancaba el movimiento por los derechos civiles), es un viaje a los recuerdos que forman un ser humano (un inmenso "Me acuerdo" de la propia Harper Lee), el retrato de un pa¨ªs que vive en la pobreza de la Gran Depresi¨®n y, sobre todo, es una reivindicaci¨®n de la justicia, incluso cuando est¨¢ por encima de la ley. En estos tiempos, con los jueces que persiguen a dictadores en el banquillo y expulsados de la carrera y pol¨ªticos acusados de corrupci¨®n absueltos, con los sectores m¨¢s d¨¦biles de la sociedad golpeados por la crisis, ver Matar a un ruise?or es m¨¢s importante que nunca porque la fuerza moral de Atticus Finch atraviesa la pantalla.
Ni siquiera le convenci¨® para escribir su segunda novela uno de los personajes m¨¢s importantes de su vida: Truman Capote. El narrador, amigo desde la infancia, le inspir¨® uno de los personajes de Matar a un ruise?or, el ni?o Dill, y le acompa?¨® en la investigaci¨®n de la que surgi¨® A sangre fr¨ªa. De hecho, es interpretada en la pantalla por Catherine Keener y Sandro Bullock en las dos versiones cinematogr¨¢ficas que se hicieron de aquella historia. No concede entrevistas y lleva una vida muy discreta entre Nueva York y su ciudad natal, Monroeville (Alabama).
Harper Lee apenas asiste a actos p¨²blicos: una excepci¨®n fue un homenaje a Gregory Peck, en Hollywood, en 2005, lo que demuestra la profunda uni¨®n entre la pel¨ªcula y la novela, entre el personaje imaginado por los lectores y el personaje interpretado por esa leyenda de Hollywood bajo las ¨®rdenes de Robert Mulligan (1925-2008), un inmenso director, autor de un pu?ado de obras maestras como Verano del 42 y El a?o que viene a la misma hora, que mezclan la nostalgia con la realidad estadounidense.
Peck logr¨® transmitir a Finch toda la terca dignidad de un personaje m¨¢s necesario que nunca en su lucha por las causas perdidas. Y as¨ª se expresa: "Quer¨ªa que descubrieses lo que es el verdadero valor, hijo, en vez de creer que lo encarna un hombre con una pistola. Uno es valiente cuando, sabiendo que la batalla est¨¢ perdida de antemano, lo intenta a pesar de todo y lucha hasta el final, pase lo que pase. Uno vence raras veces, pero alguna vez vence".
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