Desfile de decisiones conservadoras
La alfombra roja estuvo marcada en el vestir por soluciones tradicionales y poco arriesgadas Gwyneth Paltrow fue la casi un¨¢nime vencedora de la gala
La entrega de los Premios Oscar 2012 no quedar¨¢ como un hito de la historia de la moda. Y no solo porque grandes firmas como Prada, Chanel o Balenciaga no consiguieran vestir a nadie. Fue, en t¨¦rminos generales, una ceremonia marcada por soluciones tradicionales y poco arriesgadas. Esa es la premisa que impera en estos tiempos dominados por los azucarados dise?os de Elie Saab. Que nadie espere salidas de tono como aquel buc¨®lico Lacroix que Uma Thurman llev¨® en 2004, y no digamos ya el dise?o de Pejoski con forma de cisne de Bj?rk de 2001. En la compacta divisi¨®n de tareas de la industria del entretenimiento eso ha quedado reservado a los premios musicales. ?Y qui¨¦n puede culpar a los actores de no querer convertirse en un juguete con el que entretenernos?
En este contexto se imponen f¨®rmulas de eficacia demostrada que, por definici¨®n, tienden a ser repetitivas. Un caso que ejemplifica a la perfecci¨®n el cl¨¢sico dise?o de Armani Priv¨¦ con el que Pen¨¦lope Cruz se alej¨® de la sexualidad salvaje que transmit¨ªa el a?o pasado. A unos les gustar¨¢ m¨¢s que a otros su interpretaci¨®n del glamour de anta?o, pero seguro que con ella se ahorra la clase de comparaciones sarc¨¢sticas que gener¨® aquel llameante vestido de L¡¯Wren Scott. De igual forma, acaso consciente de lo mucho que su traje de Atelier Versace se parec¨ªa a otros que ya ha lucido, Angelina Jolie pareci¨® verse empujada a constantes contorsiones para mostrar su pierna derecha y as¨ª a?adirle inter¨¦s al vestido. Hasta el punto de que la extremidad ya cuenta con su propia cuenta en Twitter. Una tonter¨ªa muy de ahora. Si Gwyneth Paltrow se convirti¨® en la casi un¨¢nime vencedora de la velada ¡ªsobre otras candidaturas (Rooney Mara, Jessica Chastain o Michelle Williams) hay cuanto menos opiniones dispares¡ª es porque encontr¨® en Tom Ford un atuendo vinculado a su estilo y a la vez innovador.
La repetici¨®n lastr¨® especialmente a las actrices m¨¢s j¨®venes. Michelle Williams y Natalie Portman llevaron sendos trajes rojos palabra de honor que perd¨ªan buena parte de su capacidad de impacto al verse obligados a compartir p¨¢gina. Emma Stone se uni¨® a ellas en la defensa del rojo con un vestido de Giambattista Valli que recordaba demasiado a un traje de Balenciaga que Nicole Kidman luci¨® en 2007. Aunque para f¨®rmula testada la de Rooney Mara, que en unos meses parece haberle dado todas las vueltas posibles a su revisi¨®n sofisticada del punk de Lisbeth Salander, personaje que le ha dado la fama. Ayer lo hizo, una vez m¨¢s, con la ayuda de Givenchy. Y volvi¨® a recibir el aplauso de la industria de la moda que muestra una sed inagotable de esa p¨®cima concreta. Jessica Chastain se arm¨® de valor hist¨®rico con un vestido de Sarah Burton para Alexander McQueen que le daba una cualidad pict¨®rica que escase¨® en la velada.
Tambi¨¦n es verdad que antes que asumir ciertos riesgos, m¨¢s vale pens¨¢rselo. Si una va a tener la original idea de ir vestida de Oscar a los Oscar mejor que tenga la legitimidad de hacerlo por enfrentarse a su decimos¨¦ptima nominaci¨®n. Ese es el caso de Meryl Streep, no el de Stacy Kiebler (acompa?ante de George Clooney). La firma que visti¨® el domingo a la orgullosa ganadora de su tercera estatuilla, Lanvin, se apunt¨® el gran doblete de la noche al encargarse tambi¨¦n de la ropa del vencedor masculino, Jean Dujardin. Pharell Williams y Steven Spielberg completaron el curioso elenco de Lanvin, demostrando la amplitud del ascendente de Alber Elbaz.
El avance de Elbaz en el cercado territorio del esmoquin masculino es una cauta y sin embargo positiva se?al de movimiento. En la misma l¨ªnea se entiende la progresiva fragmentaci¨®n de una plaza en la que hoy conviven con deportividad Tom Ford (que visti¨® a Tom Hanks, Colin Firth o Brad Pitt), Yves Saint Laurent (Antonio Banderas y Michel Hazanavicius) o Gucci (Robert Downey Jr. y Christian Bale). Si a alguien hay que agradecerle que los hombres presten algo m¨¢s de atenci¨®n a la proporci¨®n y el ajuste de su uniforme es a George Clooney, que sigue fiel a Giorgio Armani.
El de los Oscar no fue el ¨²nico desfile que se vio este fin de semana en Los ?ngeles. La nutrida agenda de fiestas paralelas se ha convertido en un acontecimiento, a ratos, m¨¢s interesante que la propia gala. El vestido de Proenza Schouler que Shailene Woodley, actriz de Los descendientes, se puso para la fiesta de Vanity Fair era bastante m¨¢s din¨¢mico que el de Valentino que llevaba poco antes. Y lo mismo ocurr¨ªa con el modelo naranja de Victoria Beckham por el que Cameron D¨ªaz aparc¨® su sopor¨ªfero Gucci. En esas fiestas aleda?as, adem¨¢s, se vio a Sofia Coppola vestir de Gucci o a Diane Kruger de Calvin Klein. Y tambi¨¦n se citaron dise?adores como Victoria Beckham, Carolina Herrera o Tom Ford. En alguna parte de las curvas que dibuja Sunset Boulevard se esconde un mensaje. La doble cara que exhibe Hollywood habla del encorsetamiento al que todos nos estamos sometiendo. Otra cosa es que queramos escucharlo.
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