Una exposici¨®n muestra la intimidad del M¨¦xico m¨¢s se?orial y nost¨¢lgico
El fot¨®grafo espa?ol Bernardo Aja presenta 'EntreMuros M¨¦xico' Son 28 retratos de un mundo aristocr¨¢tico que desaparece
M¨¦xico no es solo tacos, violencia y mariachi. Hay muchos M¨¦xicos y refugiado tras muros a?ejos y convenciones sociales se esconde uno, aristocr¨¢tico y nost¨¢lgico, que rema contra el remolino de la historia. El espa?ol Bernardo Aja (Santander, 1973) ha atravesado las paredes de palacetes y mansiones para retratar en 28 fotograf¨ªas de gran formato a personajes que habitan nuestro siglo pero se desenvuelven en ambientes que evocan un pasado se?orial. El resultado es la muestra M¨¦xico EntreMuros, que se exhibe en el Centro Cultural Universitario de Tlatelolco (M¨¦xico DF) hasta el 26 de abril y que luego viajar¨¢ a otras ciudades del pa¨ªs.
?La exposici¨®n desnuda la cotidianidad de personajes privilegiados en un pa¨ªs donde las diferencias econ¨®micas son a¨²n abismales. Pero su objetivo no es la cr¨ªtica social, sino dar testimonio de un tiempo que desaparece. Mostrar a los ¨²ltimos testigos de un mundo que se acaba, porque sus hijos o nietos ya no quieren o no pueden vivir como ellos. ¡°Yo los veo como rebeldes, proscritos, supervivientes de la ¨¦poca porfiriana [1876-1911] que luchan en contra del destino¡±, dice Aja, ¡°y quer¨ªa retratarlos en su vida diaria, libres y mortales, fuera de todo endiosamiento¡±.
El hilo conductor de la exposici¨®n es as¨ª la melancol¨ªa, que es, en palabras del autor, el luto por algo que no ocurri¨®. Pero tambi¨¦n refleja la nostalgia por un mundo ya extraviado, pues el autor ha incluido algunas im¨¢genes de descendientes de antiguos propietarios en las mansiones ya perdidas de sus padres o abuelos: los desahuciados del lujo. En estos casos el tratamiento fotogr¨¢fico ha sido distinto: ha preferido no retratarlos directamente, sino como sombras chinescas, tras un velo o una cortina sostenidos por g¨¢rgolas humanas.
El visitante tal vez eche de menos explicaciones de las fotos, o al menos una referencia sobre qui¨¦nes son sus protagonistas. Pero no la hay, y es deliberado: por un lado se quiere guardar el anonimato de los retratados (aunque algunos son bien conocidos). Por otro, Aja no ha querido dar a su identidad ¡°un papel protag¨®nico, que deslave las im¨¢genes¡±. La idea es evitar que la exposici¨®n se convierta en una pasarela, en una colecci¨®n de instant¨¢neas de ricos y famosos m¨¢s propia de la prensa rosa (por ello tampoco tienen pie las fotos de esta galer¨ªa).
"Los veo como supervivientes del pasado en lucha contra el destino", dice el autor
La muestra est¨¢ enfocada en M¨¦xico pero su origen es lejano y hay que buscarlo en Ampuero, Cantabria. De hecho la ¨²nica foto que no procede del pa¨ªs azteca fue tomada all¨ª y retrata a padre y al t¨ªo del fot¨®grafo en el caser¨®n de indianos que construy¨® su bisabuelo a su vuelta de Am¨¦rica, donde hizo fortuna con una mina de plata en Chihuahua y una planta de destilaci¨®n de alcohol. Aja hab¨ªa hecho exposiciones con el mismo t¨ªtulo (EntreMuros) y la misma tem¨¢tica en Lima, Espa?a y Portugal, pero la deuda con M¨¦xico la arrastraba as¨ª desde la ni?ez. ¡°Este pa¨ªs es una referencia constante en mi vida¡±, explica, ¡°es El Dorado de mi infancia¡±.
La siguiente aventura de esta serie llevar¨¢ a su autor a Filipinas. Un nuevo cap¨ªtulo que ya se asoma en esta exposici¨®n, pues el archipi¨¦lago asi¨¢tico fue durante siglos una capitan¨ªa del Imperio Espa?ol adjunta al virreinato de Nueva Espa?a (M¨¦xico, el sur de EE UU y Centroam¨¦rica). Y muchas de los tesoros que exhiben los protagonistas de estas fotos (porcelanas, alfombras, marfiles o los mal llamados mantones de Manila, que en realidad eran chinos) fueron tra¨ªdos atravesando el Pac¨ªfico por la Nao de China, el barco que un¨ªa la capital filipina con el puerto de Acapulco.
Los tapices y los enormes jarrones son s¨ªmbolos de un pasado opulento que posiblemente no sobrevivir¨¢ a la siguiente generaci¨®n. ?Y qu¨¦ ser¨¢ de estas mansiones? Aja les augura un futuro acorde con estos tiempos pr¨¢cticos, inoculados por lo que llama "el virus de la Bolsa": ¡°Muchos se convertir¨¢n en boutiques o en hoteles con encanto¡±.
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