Arte para rezar en Sefarad
La Biblioteca Nacional expone biblias manuscritas de los jud¨ªos en la Espa?a medieval Tambi¨¦n pueden contemplarse objetos que muestran el valor de la vida cultural de los hebreos
Bellas biblias manuscritas que elaboraron y leyeron los hebreos de la Espa?a medieval pueden contemplarse en la Biblioteca Nacional en una exposici¨®n presentada hoy lunes y cuyo fin es "hacer visible un legado poco conocido debido a la expulsi¨®n de los jud¨ªos en 1492", destaca Javier del Barco, doctor en Filolog¨ªa Hebrea y comisario de la exposici¨®n. Biblias de Sefarad: las vidas cruzadas del texto y sus lectores re¨²ne medio centenar de piezas, de las que unas 40 son manuscritos. Son sobre todo biblias que en su mayor¨ªa se exhiben por primera vez y que en su origen estaban en las bibliotecas de la comunidad jud¨ªa hispana. Los jud¨ªos llamaban Tanakh a ese conjunto de libros sagrados y fueron los cristianos los que cambiaron el orden de esos libros, les a?adieron otros y lo llamaron el Antiguo Testamento.
Seg¨²n Del Barco, en toda Espa?a "hay una veintena de estas biblias jud¨ªas que se conserven completas y luego hay otras muchas incompletas. Es un n¨²mero peque?o si se compara con Italia, Inglaterra o Francia". Este experto del Centro de Ciencias Humanas y Sociales, del CSIC, subraya que "los ejemplares espa?oles se han conservado en general bien gracias al coleccionismo", aunque lamenta que "buena parte de los que se realizaron en aquella ¨¦poca se conservan fuera". Hay que tener en cuenta que tras la orden de expulsi¨®n de los jud¨ªos por los Reyes Cat¨®licos, los manuscritos se dispersaron por media Europa, y otros fueron escondidos o requisados en la Pen¨ªnsula. En todo el globo, de los manuscritos que vieron la luz en aquel periodo, "solo se ha conservado la d¨¦cima parte".
La exposici¨®n, que podr¨¢ verse hasta el 13 de mayo y cuenta con el patrocinio del European Research Council, la ha inaugurado el ministro de Educaci¨®n, Cultura y Deporte, Jos¨¦ Ignacio Wert. En ella hay ocho secciones en las que se ense?a c¨®mo era la vida cultural y religiosa del juda¨ªsmo en la Pen¨ªnsula, el territorio al que llamaban Sefarad. En esa vida la Biblia era "el eje central", dice Del Barco, que escoge entre las joyas de la muestra la llamada Biblia de Alba, que pertenece a la Casa de Alba y reposa en el palacio de Liria, en Madrid. "Es un manuscrito excepcional del segundo cuarto del siglo XV que pas¨® por la Inquisici¨®n y por el conde duque de Olivares". La Biblia de Alba es una de las pocas traducciones completas al castellano que se conservan de la Edad Media. La tradujo un jud¨ªo que trabaj¨® al un¨ªsono con dos monjes cristianos. Pero si hablamos de curiosidades de la exposici¨®n, Del Barco se?ala un peque?o libro de oraciones para fiestas que "contiene poes¨ªas sobre las comunidades jud¨ªas medievales, entre ellas las de Madrid".
Libros de texto
Aquellas biblias no solo serv¨ªan para leer los escritos sagrados y rezar , tambi¨¦n las utilizaban los jud¨ªos para aprender su idioma, eran "como los libros de texto" de hoy. Y de ellas surgieron obras como el Compendio de gram¨¢tica hebrea, con traducci¨®n latina de Alfonso de Zamora, un c¨®dice de 1523. Otro de los apartados de Biblias de Sefarad es el del "¨¢mbito lit¨²rgico", que incluye ejemplares de los rollos que se le¨ªan en las sinagogas, como el llamado "rollo de Esther", datado en los siglos XIV-XV y que, conservado en ese formato, se encuentra en el Archivo Hist¨®rico Nacional. Del Barco tambi¨¦n valora la presencia en la sala Hip¨®stila de la Biblioteca Nacional de una copia en hebreo de la Gu¨ªa de perplejos, de 1380, que hab¨ªa escrito en ¨¢rabe una figura clave de la filosof¨ªa jud¨ªa, el cordob¨¦s Maim¨®nides (1135-1204).
Parte de los ejemplares exiliados durante siglos regresaron poco a poco
Los ejemplares exiliados durante siglos regresaron poco a poco a Espa?a como legados eclesi¨¢sticos o en colecciones particulares, aunque una parte importante qued¨® en manos de la Inquisici¨®n que, como se muestra en la Biblioteca Nacional, las lleg¨® a reutilizar como cartivanas para encuadernar los libros que daban cuenta de los procesos. Las que no se qued¨® el Santo Oficio las acogi¨®, en su mayor¨ªa, el rey Felipe II en la biblioteca de El Escorial. El resto se perdi¨® en el camino de vuelta. Dan cuenta de esa inmensa riqueza los inventarios de obras requisadas a jud¨ªos.
Pero no solo de biblias se alimenta la exposici¨®n. Una talla de madera policromada del siglo XIII, la Alegor¨ªa de la sinagoga, ilustra las disputas religiosas entre jud¨ªos y cristianos. En esa escultura, la casa en la que se juntaban a rezar los hebreos es representada como una mujer con una venda en los ojos porque es incapaz de ver la aut¨¦ntica verdad, la cat¨®lica. La acompa?an amuletos, anillos y fragmentos de muros con vers¨ªculos b¨ªblicos... Y casi al final del recorrido nos encontramos con un manuscrito que tuvo un uso que nadie podr¨ªa imaginar: una biblia del siglo XIV que se emple¨® como parapeto en las trincheras de la Guerra Civil en la Ciudad Universitaria y que, a pesar de los destrozos sufridos, pudo ser restaurada.
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