La revancha final del guerrillero
Almudena Grandes presenta 'El lector de Julio Verne' en la Sierra Sur de Ja¨¦n, escenario de la segunda parte de su ciclo novelesco sobre la posguerra
Al guerrillero comunista Tom¨¢s Vill¨¦n Rold¨¢n quisieron apresarlo los guardias civiles a los que ¨¦l burl¨® durante seis a?os, desde 1941, en la Sierra Sur de Ja¨¦n, y decidi¨® suicidarse cuando un chivatazo lo dej¨® al descubierto.
La Guardia Civil se llev¨® el cuerpo de Tom¨¢s a la plaza del pueblo, son¨® la m¨²sica de la banda y un requet¨¦ bail¨® sobre el cad¨¢ver. La mujer de Tom¨¢s acudi¨® con su hermana y otros parientes, se lo llev¨®, lo lavaron de las miasmas del verano y lo enterraron en un lugar denominado Corralillo del Ahorcado. Muchos a?os despu¨¦s la misma familia pudo rescatarlo de ese campo y lo enterr¨® con todas las de la ley en el cementerio de Castillo de Locub¨ªn, cerca de aqu¨ª.
Tom¨¢s se suicid¨® el 17 de julio de 1947. Era una leyenda entre los habitantes de la Sierra Sur entonces y ahora es un h¨¦roe para mucha gente. Ayer Almudena Grandes contribuy¨® a esa glorificaci¨®n trayendo a Fuensanta de Martos y a otros escenarios de aquella historia su novela El lector de Julio Verne (Tusquets).
La novelista narra ah¨ª ese suicidio; Tom¨¢s llevaba consigo el dinero de sus asaltos, con los que subsist¨ªa con los suyos; al guerrillero lo llamaban Cencerro, y como tal firmaba algunas de sus acciones, tras las cuales dejaba ¨¦l mismo dinero: ¡°As¨ª paga Cencerro¡±, escrib¨ªa. Y cuando la Guardia Civil lo localiz¨® en una casucha ¨¦l decidi¨® matarse. Antes cort¨® en trocitos el dinero. As¨ª muri¨® Cencerro.
Las nietas del guerrillero (Esther, Isabel), que son lectoras de Almudena Grandes, supieron que la novelista iba a incluir la historia de su abuelo en la segunda entrega de sus Episodios de una Guerra Interminable, pues en el primer tomo (In¨¦s y la alegr¨ªa) est¨¢n los t¨ªtulos sucesivos de la saga. Ya esta novela estaba escrita; cuando Almudena supo que a la hija de Tom¨¢s (que vive) le hab¨ªa gustado, salt¨® de alegr¨ªa. Ayer supo, adem¨¢s, que en todos estos pueblos de la Sierra Sur de Ja¨¦n el guerrillero, que fue primero un secreto y despu¨¦s una leyenda, es ahora tambi¨¦n un h¨¦roe de novela. Los pueblos se volcaron ayer en homenaje al personaje, a la novelista y la memoria que rescata.
Para las nietas de Cencerro la figura del abuelo ¡°se agiganta con orgullo¡±; durante a?os no pudieron decir nada de ¨¦l; la madre, adem¨¢s, estuvo en la c¨¢rcel por decir que concibi¨® a un hijo estando Tom¨¢s en la Sierra. Esther cont¨® ayer la cr¨®nica del paseo ignominioso que el cad¨¢ver del guerrillero sufri¨® en Valdepe?as de Ja¨¦n. ¡°Pasearon el cad¨¢ver, vino la banda de m¨²sica, un requet¨¦ bail¨® encima del cuerpo del abuelo; una mujer le dio una s¨¢bana a mi madre y ella y su hermana Virtudes se lo llevaron cuando se acab¨® la fiesta. Estaba cubierto de t¨¢banos, de hormigas, de arena¡, imag¨ªnense esta tierra en julio. Abrieron un hoyo, lo envolvieron en la s¨¢bana que les hab¨ªa dado una vecina y lo metieron all¨ª¡±.
En la abad¨ªa de Alcal¨¢ la Real, donde Almudena dialog¨® con Esther y con Cristino P¨¦rez Mel¨¦ndez, que de chico, hijo de guardia civil, oy¨® contar la historia de Cencerro que Almudena Grandes ha recreado, el relato de la nieta cruz¨® como un rayo. ¡°Me preguntan si mi madre sinti¨® orgullo del abuelo. Sinti¨® rabia, pena, desconsuelo¡±. Cuando ya el abuelo pas¨® a reposar en un cementerio regulado (¡°y reposa en una tumba muy limpia, y tiene flores¡±) era como si acabara su propio calvario, como si hubiera ganado una ¨²ltima batalla. Entiende ella, por eso, que la lucha de much¨ªsima gente por ¡°recuperar los restos de los suyos¡± es ¡°una obligaci¨®n de la democracia¡± por la que luch¨® el abuelo. En este instante record¨® con gratitud al exjuez Garz¨®n, que es tambi¨¦n de estos pagos.
Almudena Grandes hizo quiz¨¢ su presentaci¨®n m¨¢s emocionada. Le preguntamos en el viaje qu¨¦ actualidad tienen hoy los versos de ?ngel Gonz¨¢lez con los que comienza su novela: ¡°Nada es lo mismo. Nada permanece. Menos la Historia y la morcilla de mi tierra: se hacen las dos con sangres, se repiten¡±. Y dijo la novelista. ¡°Yo creo que no, que en Espa?a ya no se repetir¨¢. No es honesto hablar de dos Espa?as ahora mismo¡±. Acaso es el triunfo final del guerrillero.
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