Un sentido del humor 'cattivo'
Me enter¨¦ de la existencia de un escritor llamado Antonio Tabucchi en la Feria de Fr¨¢ncfort de 1983. En el diminuto stand de la muy exquisita editorial Sellerio hab¨ªa un ejemplar de un libro tambi¨¦n diminuto, Donna di Porto Pin, sin ninguna indicaci¨®n ni en la contraportada ni en la solapa acerca del autor. Le pregunt¨¦ al joven y amable muchaho que atend¨ªa el stand y no ten¨ªa idea del tal Tabucchi pero me invit¨® a llevarme el ejemplar. Lo le¨ª la misma noche, me dej¨® absolutamente seducido, me pareci¨® una joya, y lo recomend¨¦ con fervor a dos colegas amigos, el franc¨¦s Christian Bourgois y el alem¨¢n Klaus Wagenbach, que tambi¨¦n lo publicaron.
Despu¨¦s he editado casi toda su obra, unos veinte t¨ªtulos, entre ellos sus maravillosos libros de relatos El juego del rev¨¦s, Peque?os equ¨ªvocos sin importancia o El ¨¢ngel negro, as¨ª como sus novelas Nocturno hind¨², R¨¦quiem o Sostiene Pereira, que supuso su consagraci¨®n para un p¨²blico muy amplio, aunque ya contaba con un nada desde?able club de fans desde sus inicios. Tambi¨¦n sus libros de intervenci¨®n pol¨ªtica, La gastritis de Plat¨®n o La oca al paso. Como es sabido, Tabucchi public¨® persistentemente art¨ªculos muy virulentos contra Berlusconi, un s¨ªmbolo de lo que m¨¢s pod¨ªa detestar, lo que provoc¨® las consabidas represalias legales y econ¨®micas y asqueado dej¨® de residir en Italia: los ¨²ltimos a?os vivi¨® entre Par¨ªs y Lisboa.
Me encontr¨¦ por primera vez con ¨¦l y su esposa Maria Jos¨¦ en una de las legendarias fiestas que Inge Feltrinelli organizaba en Villadeati y luego nos vimos con frecuencia a lo largo de las d¨¦cadas. Vino muchas veces a Espa?a para promocionar sus libros o aceptando invitaciones, tambi¨¦n nos encontramos en la Feria del Libro de Tur¨ªn, en su piso de Par¨ªs en la rue de l¡¯Universit¨¦ (que en su d¨ªa perteneci¨® a Marcel Schwob, el autor de Vidas imaginarias, un libro que tanto le gustaba), en su hermosa casa de Lisboa, en el homenaje que se le rindi¨® en Aix-en-Provence, en Pisa, donde tuvo lugar en el teatro Municipal el estreno mundial de la pel¨ªcula basada en Sostiene Pereira...
Recuerdo tantos grat¨ªsimos encuentros con Antonio (muy a menudo con Maria Jos¨¦), su sentido del humor, entre espont¨¢neo, surrealista y a veces algo cattivo, algo mal¨¦volo, su gran curiosidad, su car¨¢cter mercurial entre la euforia y la depresi¨®n, y tambi¨¦n su aguda conciencia ciudadana, su reiterado malestar con la pol¨ªtica italiana.
Hace dos o tres meses tuve mi ¨²ltima conversaci¨®n en ¨¦l: me llam¨® preocupado por la situaci¨®n econ¨®mica de su fiel traductor Carlos Gumpert, v¨ªctima de los recortes laborales. Luego, entre risas, me estuvo comentando s¨ªntomas de salud, achaques varios: "Tenemos que cuidarnos, Jorge". Pero este sempiterno enfermo m¨¢s o menos imaginario, con la cl¨¢sica mala salud de hierro, amante de brebajes y medicinas alternativas, jam¨¢s se hab¨ªa hecho un an¨¢lisis de sangre, me dijo hace unas semanas Carlo Feltrinelli, tambi¨¦n su editor y amigo de muchos a?os, quien me comunic¨® su grave enfermedad. Habl¨¦ despu¨¦s con Maria Jos¨¦ y con su hijo Michelle, y, en efecto, hab¨ªan pocas esperanzas aunque no se pensaba que el final se iba a precipitar tan r¨¢pidamente.
Como editor y amigo me siento profundamente entristecido por la p¨¦rdida de este gran escritor, cuyos libros tanto nos han iluminado y deleitado.
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