Raymond Carr, hispanista de hispanistas
El experto, de 93 a?os, recibe en la embajada de Espa?a en Londres el I Premio Fundaci¨®n Banco Santander a las Relaciones Hispano-Brit¨¢nicas
?l parec¨ªa abstra¨ªdo, acurrucado en su silla de ruedas, pero sus ojos de pillo reaccionaban nada m¨¢s escuchar algo que le llamaba la atenci¨®n en medio de interminables palabras protocolarias. Pero en cuanto el embajador de Espa?a en Londres, Carles Casajuana, le felicit¨® por su 93 cumplea?os, ¨¦l sonri¨® y levant¨® la mano con la agilidad de un chaval.
Es Raymond Carr, sir Raymond, al que un frondoso ramillete de colegas hispanistas quiso acompa?ar cuando Ana Patricia Bot¨ªn le hizo entrega del I Premio Fundaci¨®n Banco Santander a las Relaciones Hispano-Brit¨¢nicas. Un galard¨®n que confirma su condici¨®n de hispanista de hispanistas. Y que ¨¦l agradeci¨® con la sencillez e iron¨ªa de ¡°un hombre viejo al final de su vida¡±.
En torno a ¨¦l estaban muchos de los que no han hecho m¨¢s que seguir la estela que ¨¦l marco, cuando, en palabras de lord Tristan Garel Jones, demostr¨® que Espa?a ¡°no era el pa¨ªs hueco que todos cre¨ªan, sino un pa¨ªs con artistas y pensadores que le equiparaban a sus vecinos de Europa a pesar de las dificultades que hab¨ªa sufrido en el siglo XIX y gran parte del siglo XX¡±. ¡°Es el padre de los hispanistas brit¨¢nicos¡±, sintetiz¨® Garel Jones. Y a?adi¨®: ¡°Carr ten¨ªa raz¨®n. Espa?a es un pa¨ªs de primera. Y aunque estamos pasando un mal momento, nunca volveremos a la Espa?a negra de la que hablaba Machado¡±.
El embajador Casajuana brome¨® con la idea de que algunos se hicieron hispanistas porque fueron a Espa?a a aprender la lengua pero no fue ese el caso de Raymond Carr. Lo suyo fue una historia de amor: ¡°Fue a Espa?a en su luna de miel y volvi¨® no solo enamorado de su mujer, sin enamorado de Espa?a¡±, explic¨®.
Hugh Thomas habl¨® en nombre del premiado y record¨® con buen humor su propio primer viaje a Espa?a y c¨®mo el embajador en Londres de la ¨¦poca se sac¨® de encima la sorpresa que tuvo al descubrir que no se pod¨ªa leer por la noche en los vagones de tercera clase porque no hab¨ªa luz: ¡°Pero hombre, los espa?oles no leen; los espa?oles hablan¡±, le respondi¨® con sarcasmo franquista el embajador.
Pero los espa?oles s¨ª leen. Y los brit¨¢nicos. Leyeron Espa?a 1808-1939, la obra con la que Carr abri¨® en 1965 los ojos de Europa y de los historiadores brit¨¢nicos sobre la realidad de Espa?a, oscurecida por la dictadura. ¡°Es un texto obligatorio. Pero es una obra que no puede ser la primera que se lee sobre el tema porque es dif¨ªcil¡±, coment¨® otro hispanista, Paul Preston, poco antes de la ceremonia de entrega del premio. ¡°Lo primero que me llam¨® la atenci¨®n fue lo maravilloso de su prosa. Es una prosa no solo muy elegante, sino muy rica¡±, explic¨®.
Pero Preston lament¨® que el camino que abrieron Carr y otros ya no est¨¢ tan transitado como antes. El profesor de la London School of Economics ha detectado un descenso del inter¨¦s de los estudiantes hacia Espa?a que explic¨® por el hecho de que ya no influyen los tres factores que dieron continuidad en el tiempo a que Espa?a atrajera a los estudiosos: primero la Guerra Civil, luego la dictadura y despu¨¦s el proceso de transici¨®n a la democracia. Y subray¨® el radicalismo de muchos de esos estudiantes, decididos a defender el franquismo o atacarlo desde posiciones anarquistas.
John Elliot, especializado en el estudio del Imperio espa?ol de los siglos XVI al XVIII, destac¨® que la obra de Carr no solo es importante por si misma, sino por la influencia que ha tenido no ya en los hispanistas brit¨¢nicos, sino en los historiadores espa?oles. Y destac¨®: ¡°Es un gran iconoclasta¡±. ¡°Me gusta mucho la biograf¨ªa suya que ha escrito Mar¨ªa Jes¨²s¡±, a?adi¨® en referencia a Raymond Carr: La curiosidad del zorro, de Mar¨ªa Jes¨²s Gonz¨¢lez Hern¨¢ndez.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.