Esos grotescos censores
Qu¨¦ peligro, qu¨¦ grima la exaltaci¨®n del nacionalismo, la fan¨¢tica seguridad de que nosotros somos los buenos y los otros los malos
Los lacayos y los trepas mod¨¦licos (no confundir con la pragm¨¢tica profesionalidad del mercenariado, basado en la transparencia del me pagas, hago mi s¨®rdido trabajo y me largo) se distinguen por su sentido de la anticipaci¨®n a los deseos de los amos, por su convicci¨®n de que har¨¢n golosos m¨¦ritos ejecutando personalmente al enemigo antes de recibir la orden, por intuir lo que le conviene a su carrera cuando presienten cambios de poder. Hace unos d¨ªas en esa Televisi¨®n Espa?ola que financiamos los contribuyentes, alguien decidi¨® que ante el intolerable expolio sufrido por todos los espa?oles por parte de la antes fraternal y ahora p¨¦rfida y traidora Argentina el programa de Espa?oles en el mundo dedicado a la tan extra?a como impresionante Patagonia, a la ciudad m¨¢s austral del mundo y a ese glaciar cuya hermosura te deja con la boca abierta y la mirada luminosa llamado Perito Moreno, deb¨ªa ser condenado inmediatamente al destierro.
Imagino que la condena del demencial, patriotero, cutre, retorcido, paleto y miserable censor no ha obedecido a una implacable llamada del boss de la petrolera Antonio Brufau, sino a su certidumbre de que el pueblo llano lanzar¨ªa sus televisores por la ventana ante la intolerable ofensa de verse invadidos en la intimidad de su hogar por la felona naci¨®n que pari¨® a Borges (exagero, es dudoso que conozcan a ese se?or), a Maradona y a Messi. El personaje que haya tomado esa prohibitiva medida ser¨ªa un servidor ejemplar en la corte de esa reconstruida,meliflua y progresista dama (qu¨¦ confusi¨®n mental he padecido siempre sobre la identidad ideol¨®gica del peronismo, ?es de derecha o de izquierda, o es ambas cosas, o c¨®mo es eso?) llamada simplemente Cristina.
Qu¨¦ peligro, qu¨¦ grima la exaltaci¨®n del nacionalismo, la fan¨¢tica seguridad de que nosotros somos los buenos y los otros los malos, de que todo espa?ol de bien debe satanizar a los malditos franceses porque sus irreverentes gui?oles se ensa?aron con el presunto dopaje en el deporte espa?ol de ¨¦lite. Y ahora se alienta la furia colectiva entre los verdaderos patriotas contra todo lo que desprenda aroma argentino. No ser¨ªa extra?o que en los estadios de f¨²tbol, los ultras se inventaran c¨¢nticos y lemas sobre la perversi¨®n de ese pueblo. Lo m¨¢s preocupante es que sus insultos y lemas encontrar¨ªan eco y solidaridad entre el p¨²blico descerebrado. Hay cantidad.
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