Cuando tu vecino es tu asesino
'Nuestra clase', en el Fern¨¢n G¨®mez de Madrid, abunda en la masacre de Jedwbane Fue atribuida primero al nazismo y despu¨¦s interpretada como una matanza civil
Un d¨ªa, casi como quien no lo quiere, un grupo de diez alumnos que comparten clase, y en ella confidencias, risas y preocupaciones, se dan cuenta de que un impenetrable muro los hab¨ªa separado durante toda su vida en bandos opuestos. Solo que nunca antes, hasta ese momento, esa divisi¨®n se hab¨ªa hecho aparente. Es el a?o 1941, y lo que aquellos estudiantes de la ciudad polaca de Jedwabne llegan a comprender, nazismo mediante, es que cinco de ellos son jud¨ªos y los otros cinco cat¨®licos. A partir de ah¨ª, la barbarie. De compa?eros, pasan a ser enemigos. Y de enemigos, a asesinos fratricidas.
Ese relato, basado en la realidad de la Segunda Guerra Mundial, es el que sube a las tablas Nuestra clase, del dramaturgo polaco Tadeusz Slobodzianek, que se representa por primera vez en castellano en el Teatro Fern¨¢n G¨®mez de Madrid, donde se instalar¨¢ entre el 19 de abril y el 13 de mayo de la mano de la compa?¨ªa Factoria Esc¨¦nica Internacional. El a?o pasado, en agosto, la obra se estren¨® en catal¨¢n en el Festival Grec de Barcelona, ciudad donde repiti¨® funci¨®n el pasado marzo en el Teatro Lliure.
La Historia, la escrita en los libros, la experimentada por las personas, la real, cuenta c¨®mo m¨¢s de 1.600 jud¨ªos fueron quemados hasta morir en aquella ignota localidad del nordeste de Polonia de tan solo 3.000 habitantes, menos del doble de la poblaci¨®n asesinada. Hasta el a?o 2001, la responsabilidad de la matanza de?Jedwabne se hab¨ªa atribuido a la atrocidad nazi. Pero entonces apareci¨® en escena el historiador polaco-estadounidense Jan T. Gross, que comenz¨® a escarbar en la superficie del relato establecido. Viaj¨® a la ciudad, rebusc¨® en los anales¡ y se vio las caras con la m¨¢s terrible de las respuestas: aquel exterminio fue en realidad una matanza entre vecinos y compa?eros. Cuatro a?os despu¨¦s, en 2005, Slobodzianek escribi¨® Nuestra clase, inspirada en aquel descubrimiento, y otros cuatro a?os m¨¢s tarde, en 2009, el texto vio la luz por primera vez en Londres.
Las versiones catalana y castellana, dirigidas y adaptadas por Carme Portaceli, surgieron ¡°de un encargo del festival Nuevas dramaturgias de Polonia¡±, cuenta la directora. ¡°Me pasaron varios textos, pero ten¨ªan especial inter¨¦s en que leyera este. Cuando lo hice, me qued¨¦ profundamente conmovida¡±. Estructurada en catorce escenas-lecciones que van desde 1931 hasta nuestros d¨ªas, cuando algunos de los personajes, ya muertos, siguen rememorando el odio y la tortura, la obra cuenta, ante todo, ¡°la historia de c¨®mo se comportan los seres humanos en circunstancias adversas¡±. La culpa colectiva que emerge de las luchas civiles, y que puede extrapolarse a cualquier otro conflicto similar: ¡°Puede ser la guerra espa?ola, la de los Balcanes¡ Es una obra que trasciende el hecho concreto para hablar del comportamiento humano¡±.
La funci¨®n, que se prolonga durante casi tres horas con un descanso de 15 minutos, tiene un car¨¢cter, seg¨²n lo define Portaceli, "crudo y brutal¡±. Aunque del otro lado, cuenta con ¡°un texto de altura po¨¦tica, con un lenguaje muy f¨ªsico, con elementos que llegan al coraz¨®n del espectador¡±. La interpretaci¨®n de los actores, ¡°fant¨¢stica¡±, se desarrolla en torno a una puesta en escena multidisciplinar "en la que la banda sonora juega un papel muy relevante, porque ayuda a jugar, y hace la obra muy directa¡±. Con fidelidad a los hechos hist¨®ricos, Nuestra clase propone, asegura la directora, ¡°un teatro con may¨²sculas, en la tradici¨®n de Bertolt Brecht o Tadeusz Kantor".
Alternando momentos de enorme tensi¨®n con otros de calma, la obra imbuye al espectador en "una monta?a rusa" emocional, dice Portaceli. "Es un texto que tambi¨¦n hace un retrato de Europa, de lo que ocurre en los entornos rurales cuando se despierta la sed de venganza, y que sirve para despertar las conciencias. Es una obra que habla desde las entra?as".
Babelia
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