Auscultando nacionalismos
A la colecci¨®n ?Vaya Timo! que dirige Javier Armentia y edita Laetoli solo se le puede reprochar su t¨ªtulo, que es simp¨¢ticamente provocador pero tambi¨¦n bastante chabacano. Y sobre todo de un reduccionismo enga?oso, porque la parapsicolog¨ªa o la S¨¢bana Santa son ¡°timos¡± de una cualidad muy diferente y menos defendible que el psicoan¨¢lisis o la religi¨®n. Tambi¨¦n en la descalificaci¨®n y el rechazo debe haber grados, so pena de que la cr¨ªtica misma se convierta en ¡°timo¡±. Por lo dem¨¢s, se trata de una serie valiente y necesaria que no retrocede a la hora de meterse en aguas turbulentas, no solo turbias, y de plantear debates que comprometen rutinas mentales sacrosantas.
Prueba de este amor al riesgo es su ¨²ltima publicaci¨®n: El nacionalismo ?vaya timo!, de Roberto Augusto. En Espa?a nadie que critique al nacionalismo sale indemne, siempre se gana zarpazos de alguna fiera corrupia de nuestro zool¨®gico. Incluso quienes compartan sus objeciones a rega?adientes podr¨¢n decir que padece ¡°fobia antinacionalista¡±, que como toda fobia es cosa mala y morbosa, mientras que los denunciantes de los recortes gubernamentales o los abusos de los mercados no padecen ninguna fobia anticapitalista o similar, sino que son gente ¨ªntegra y comprometida. Caprichos de los timos, que son muy suyos. De modo que solo cabe elogiar la determinaci¨®n de la editorial y del autor de este libro. Y probablemente est¨¢ justificado que Augusto adopte un tono severo pero mesurado en su tratamiento de un problema que despierta encrespamientos tan viscerales como mal razonados.
Sin embargo, en algunos aspectos se podr¨ªa haber ido m¨¢s al fondo del asunto sin necesidad de incurrir en intemperancias. Por ejemplo, en el tema de la lengua. El autor critica con buenos argumentos la reivindicaci¨®n de una lengua "propia" o ¡°nacional¡± all¨ª donde precisamente se da el biling¨¹ismo, pero no concede suficiente atenci¨®n a la importancia pol¨ªtica de una lengua com¨²n en un Estado culturalmente plural. Se echa a faltar en su bibliograf¨ªa obras tan cruciales como El para¨ªso pol¨ªglota o Lengua y patria de Juan Ram¨®n Lodares (ambas editadas por Taurus). Y tampoco creo que analice suficientemente las consecuencias educativas de la inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica, sobre todo en lo que supone de conculcaci¨®n intimidatoria de un derecho ciudadano que no puede ser suspendido por la decisi¨®n de una comunidad aut¨®noma. A mi juicio, decretar que son igualmente nacionalistas tanto los partidarios de que se pueda elegir la lengua vehicular educativa como los que imponen la inmersi¨®n en una convirtiendo a la otra en una especie de anomal¨ªa apenas disculpable¡ es una falacia insostenible. Un timo, para entendernos.
Roberto Augusto dedica todo un cap¨ªtulo de su libro a refutar el nacionalismo espa?ol de Gustavo Bueno, que no s¨¦ si es tan pol¨ªticamente relevante en la Espa?a actual de los separatismos surtidos como para merecer tan preferente tratamiento. Encabeza esta cr¨ªtica con una serie de ocho planteamientos que seg¨²n ¨¦l describen el nacionalismo espa?ol actual y en donde, junto a f¨®rmulas evidentemente nacionalistas, hay denuncias razonables de abusos ling¨¹¨ªsticos demostrados, desequilibrios en el sistema electoral o del peligro de redundancias burocr¨¢ticas en las administraciones auton¨®micas. Estas ¨²ltimas en concreto se han revelado muy preocupantes en el contexto de la crisis econ¨®mica y de los dolorosos esfuerzos por salir de ella. Conviene leer un ensayo esclarecedor y documentalmente fundado del europarlamentario Francisco de Sosa Wagner y Mercedes Fuertes: El Estado sin territorio (Marcial Pons / Fundaci¨®n Alfonso Mart¨ªn Escudero). Resulta bastante m¨¢s incontrovertible que algunos excesos del vehemente Gustavo Bueno¡
Concluye su libro Augusto en clave optimista (si no se es nacionalista, claro) dando por inevitable la decadencia del nacionalismo y aportando buenas razones que han de motivarla. Quisiera compartir del todo esta esperanza, pero guardo a pesar m¨ªo ciertas reservas, sobre todo en la zona ponzo?osa de la crisis econ¨®mica ¡ªque propicia la b¨²squeda de salvavidas ventajistas y excluyentes¡ª y muy en particular en el caso de Espa?a, cuya idea unitaria nacional parece definitivamente cedida a la derecha m¨¢s beligerante¡ No puedo quitarme de la cabeza que la mayor¨ªa de los timos surgen de una combinaci¨®n de af¨¢n de lucro y de vanagloria: o sea que los nacionalistas llevan buena baza.
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