Beach House, un refugio solo para valientes
El d¨²o de Baltimore presenta ¡®Bloom¡¯ su cuarto trabajo, el que podr¨ªa lanzarlos al consumo de masas
Victoria Legrand y Alex Scally se han construido un refugio para protegerse de todos los males: una casa en la playa. Y esa morada metaf¨®rica posee, a su vez, forma de grupo musical y de amistad a prueba de bombas. Llevan ocho a?os en el negocio y ahora presentan su cuarto trabajo, Bloom, que marca el pico m¨¢s alto en la espectacular trayectoria ascendente de este d¨²o desde su deb¨² en 2006 (Beach House). En enero de 2010 publicaron Teen Dream y visitaron Espa?a en el festival Primavera Sound, dejando una enorme polvareda medi¨¢tica de cr¨ªticas laudatorias que los situaban a un paso del abismo de la fama. ¡°Cuando uno no quiere convertirse en una estrella, no act¨²a como una estrella. No mucha gente que aguanta ese tipo de fama la desea. Realmente les enferma. Nosotros no escribimos singles, hits, grandes ¨¦xitos. La conexi¨®n con nuestros seguidores reside en que hacemos algo especial, no algo construido premeditadamente para convertirse en superventas. Ganamos el suficiente dinero como para vivir de esto y no queremos m¨¢s. Voy a seguir yendo a mis bares favoritos, a enrollarme con la gente. S¨®lo queremos hacer buena m¨²sica, no convertirnos en gilipollas¡±. El frenazo en seco es de Alex Scally, sentado en una silla en una nave de una antigua f¨¢brica en Madrid donde est¨¢ la discogr¨¢fica que distribuye su disco en Espa?a. A su lado, Victoria Legrand asiente con gestos vehementes. La fama no les asusta lo m¨¢s m¨ªnimo.
?Qu¨¦ es lo que ofrece esta pareja para que se encuentren en esta tesitura? Unos discos delicados, llenos de energ¨¦ticos paisajes sonoros construidos con la aparente sencillez de guitarras y sintetizadores vintage que resuenan levemente a los ochenta. Unas letras que son poemas y que Victoria Legrand canta con actitud majestuosa. Dicen algunos que Bloom es una suerte de segunda parte de Teen Dream, pero en versi¨®n m¨¢s optimista y luminosa. ¡°Es subjetivo. Nosotros tenemos unos sentimientos, porque lo hemos construido. Pero no queremos decirle a nadie cu¨¢les son. Es fascinante que a alguien le parezca optimista y a otros oscuro. No podemos categorizar las canciones en una emoci¨®n determinada. Es imposible. Son enormes en el sentido de que caben muchos estados de ¨¢nimo en ellas¡±, explica Legrand.
Antes de estos ocho a?os de creatividad extrema, Legrand viv¨ªa en Par¨ªs, donde naci¨® hace 30 a?os y estudiaba teatro. ¡°So?aba con mudarme a Baltimore para hacer m¨²sica. Quer¨ªa irme all¨ª sin conocer a nadie en absoluto. As¨ª que me fui y en la universidad conoc¨ª a Alex que, por entonces, ya hac¨ªa m¨²sica. Se convirti¨® en mi anfitri¨®n. Son ese tipo de cosas que ocurren cuando uno arriesga en su vida y pasa algo que te cambia la existencia. Y conocer a Alex ha sido uno de esos momentos¡±. Lo explica ella misma antes de responder con claridad meridiana con un ¡°no¡± rotundo a la pregunta de si viven juntos.
?Por qu¨¦ precisamente la ciudad m¨¢s poblada del Estado norteamericano de Maryland se convirti¨® en el im¨¢n? ¡°All¨ª hay una comunidad de gente, un grupo de no m¨¢s de 200 personas, que no piensa en riesgos, ni en el qu¨¦, el c¨®mo o el qui¨¦n¡ Solamente hace las cosas por el placer de hacerlas sin aventurar consecuencias de ning¨²n tipo. Es gente sin miedo¡±, explica Scally, un a?o menor que su compa?era. Aparece una vez m¨¢s el concepto de los valientes, aunque sin eliminar de cuajo el sentimiento, el dolor. Uno se sienta a escuchar Bloom y es como si viera a una bailarina: sonr¨ªe y parece que flota sin mostrar ni un ¨¢pice del esfuerzo que requiere la t¨¦cnica. ¡°S¨ª, parece que es f¨¢cil, pero en realidad se convierte en una actividad que te puede dejar exhausto. Es una paradoja. En este ¨¢lbum realmente hemos sufrido. Cuanto m¨¢s implicado est¨¢s, m¨¢s complicado y m¨¢s doloroso resulta: llegas al convencimiento de que no importa si el disco tiene ¨¦xito o fracasa¡±.
Legrand, adem¨¢s, quiere poner el acento en el final del proceso. Tal vez al que menos importancia presta el p¨²blico: ¡°Somos controladores, as¨ª que no le queremos dar la responsabilidad del sonido a otra persona. Llevamos al estudio una idea muy clara de c¨®mo queremos que suene la canci¨®n y de c¨®mo elaborarla. Pero es muy dif¨ªcil lograr reproducir lo que sentiste durante los 10 primeros segundos en los que apareci¨® la canci¨®n. Que no se lo cargue un sintetizador o una voz demasiado presente. Preservarlos para siempre es lo m¨¢s dif¨ªcil del mundo¡±.
393 d¨ªas antes de sentarse delante de la grabadora de EL PA?S, Alex Scally escribi¨® en su cuenta de Twitter: ¡°Internet lo est¨¢ homogeneizando todo¡±. Y tal vez en esa frase se esconda gran parte del esp¨ªritu impreso en las melod¨ªas de Beach House. ¡°Est¨¢ eliminando la identidad de la gente. Los artistas parece que se encierran en un archivo MP3. Creo que el exceso y la rapidez lo que logran es el efecto contrario al deseado: que la gente no tenga una imagen amplia y real de lo que est¨¢ pasando¡±, asegura Legrand. ¡°Nos hemos parado a pensar cu¨¢l es la mejor forma de utilizar la red, de convivir con ella. ¡®?C¨®mo lograr que algo signifique algo y no esa flacidez y falta de cuerpo que parece tener la mayor¨ªa de lo que encuentras all¨ª?¡¯ Internet es como una herramienta. Como un martillo que puedes utilizar para construir o para incrust¨¢rselo a alguien en la cabeza y matarlo. Es una herramienta alucinante para intercambiar informaci¨®n, pero en lo que a m¨²sica se refiere, nosotros preferimos lo real, lo f¨ªsico, el vinilo, incluso el CD, los conciertos en directo, la experiencia¡ La realidad. Internet no es la realidad, no lo es¡±, recalca Scally.
Fisgando semanas m¨¢s tarde en la misma cuenta de la red social se atisba que Beach House ha encontrado una gran utilidad para Internet. ¡°No compr¨¦is entradas de reventa para los conciertos de Nueva York. Volveremos pronto¡±.
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