No hay pan para tanto chorizo
Risa fresca y cr¨ªtica en la mejor estela del teatro independiente, 'El inspector' Un G¨®gol levantino (y levantisco) dirigido por Miguel del Arco, arrasa en el Valle-Incl¨¢n Gonzalo de Castro y Juan Antonio Lumbreras brillan en un gran reparto
Las farsas suelen tener una trama muy leve, cercana a la estilizaci¨®n de la comedia del arte, o muy enrevesada, rebosante de complicaciones. Lo que necesitan siempre para venirse arriba es una energ¨ªa continua, cercana al frenes¨ª, pero muy bien pautada. Esa energ¨ªa es la que ha logrado inyectar, expandir y domar (casi por completo) Miguel del Arco en El inspector, su reinvenci¨®n del enredo de G¨®gol, que est¨¢ arrasando en el Valle-Incl¨¢n como una ventana abierta, con viento fresco, sobre el estercolero nacional. Esta ambientaci¨®n espa?ol¨ªsima, en el aqu¨ª y el ahora, no est¨¢ lejos de su anterior Veraneantes, otro texto ruso y regeneracionista, que tambi¨¦n elev¨® a carcajada negra, m¨¢s sat¨ªrica que farsesca; otro intento de espejo y baldeo sobre estos tiempos de vac¨ªo, enga?o y corrupci¨®n galopante. Quiz¨¢s su relectura de El inspector sea m¨¢s ¡°nuestra¡±, formalmente hablando, porque esa mirada arranca, c¨®mo no, de la picaresca, pasa por el Cervantes de entremeses y ap¨®logos, y emerge de nuevo a principios del siglo pasado: Arniches llev¨® el agua gogoliana a su molino de modo m¨¢s o menos inconfeso en Los caciques, y Mu?oz Seca jug¨® con otros naipes una mano pareja en la olvidada y muy recuperable El verdugo de Sevilla.
Podr¨ªa decirse tambi¨¦n que este Inspector es un sainete levantino (y levantisco) porque no por casualidad sino por desgracia transcurre all¨ª la trama, y porque profunda y espiritualmente levantinos eran Arniches y Berlanga, ¡°padres fundadores¡± del espect¨¢culo. El taburete tendr¨ªa, me parece, una tercera pata: por su voluntad de teatro popular y cr¨ªtico, la funci¨®n est¨¢ muy cerca de la escena independiente de los setenta, del saineterismo de izquierda de Los Goliardos, y de los jolgorios amargos, musicales y desabrochados de T¨¢bano, hijos ambos del Brecht m¨¢s zumb¨®n e iracundo. He dicho ¡°musicales¡± y El inspector trenza muy sabiamente esos gloriosos mimbres: cuenta Del Arco con tres formidables m¨²sicos/actores (Ra¨²l M¨¢rquez al viol¨ªn, Chiaki Mawatari a la tuba y Patxi Pascual a la flauta y saxo¡ bueno, cuatro, porque Juan Antonio Lumbreras ejerce a ratos de Manolo el del Bombo) y una gavilla de canciones; no solo hay danzas coreografiadas por Carlota Ferrer sino que aqu¨ª, c¨®mo se lo dir¨ªa, por bailar, bailan hasta las puertas. Reparen ustedes en que Miguel del Arco y ?ngel Ruiz fueron pareja c¨®mica en Los productores, donde tambi¨¦n relumbr¨® Fernando Albizu, y aqu¨ª coinciden de nuevo, y el cinismo vaudevillero del Inspector hubiera complacido muy mucho a Mel Brooks; observen tambi¨¦n en que ese esp¨ªritu musical se evidencia en los menores (y enormes) detalles, desde subir y bajar una escalera con garbo y con ritmo hasta en la precisa manera de calzar los apartes con el toque de tri¨¢ngulo de los c¨®micos de cabar¨¦.
Arniches, Berlanga, el saineterismo izquierdista de Los Goliardos
y los jolgorios amargos de T¨¢bano son los ¡®padres fundadores¡¯ del espect¨¢culo
Y si me permiten otro bulevar perif¨¦rico, las canciones (con m¨²sica de Arnau Vil¨¤), cuyas letras deber¨ªan figurar en el texto que vende el CDN y acreditarse en el programa, me retrotraen a las esencias del Tiovivo: ¡°tiovivismo¡± en su m¨¢s esplendorosa y besuga acepci¨®n es la Canci¨®n del pavo lento que borda Macarena Sanz ataviada de fallera, a mayor gloria de los ensue?os er¨®ticos de don Luis Berlanga. Y ¡°tiovivismo¡± en estado puro es un chiste tan deliberadamente atroz (y, por ello, majestuoso) como este: ¡°Anoche se acost¨® con una curda espectacular¡±. ¡°?Y por qu¨¦ se acuesta con inmigrantes?¡±. Pausa. Con tanto viaje, tanto bucle espacio-temporal y tanto bulevar ya me he perdido. ?Por d¨®nde iba? Ah, s¨ª. Lo fundamental: que me he partido la caja con El inspector. Que he babeado ante sus actores. Me descubro ante el trabajazo de Gonzalo de Castro, un alcalde casi bodaliano que no pierde comba ni cuando dice: ¡°Pase usted¡±: imponente, eminente, sobresaliente. Me descubro bis ante Iv¨¢n, el inspector (el falso inspector, vaya) de Juan Antonio Lumbreras, un c¨®mico de la ¡°escuder¨ªa Sanzol¡± que aqu¨ª es una locomotora tronchante, entre Danny Kaye y el primo ruso de Groucho. Vuelvo a descubrirme (y llevo tres sombrerazos) con ?ngel Ruiz, una fiera que canta como los ¨¢ngeles (no olvidar¨¢n su parodia de un Joselito posmoderno), que tiene m¨¢s luz que una bater¨ªa de coche y que no es que se transvista, es que se transmuta el pu?etero: hay que mirar dos veces para adivinarle reconvertido en moza de posada. M¨¢s c¨®micos a descubrir, por si todav¨ªa no lo hicieron: Pilar Castro y Macarena Sanz. Yo, que soy un archivo con patas, a¨²n no ten¨ªa fichada a Pilar Castro, y tras verla aqu¨ª como madre terrible y leoparda, amargando la vida de su hijita, ya no se me escapa. Ya me qued¨¦ con la copla de Macarena Sanz en M¨¹nchausen, en el mismo Valle-Incl¨¢n, y aqu¨ª vuelve a dar mucha guerra: se le augura carrer¨®n. Vale, no los puedo citar a todos porque son muchos, pero dentro de ese alto nivel destacan Jos¨¦ Luis Torrijo, que dobla como criado de Iv¨¢n y torvo jefe de polic¨ªa, y la criada bigotuda y fan de Ana Bel¨¦n que sirve Jorge Calvo, y desde luego Fernando Albizu, aunque su papel de juez es m¨¢s serio que el del nazi de Los productores y no puede hacer chalupadas.
Pegas: sobran gritos y la funci¨®n desparrama un poco en la parte final. Que se me hace algo larga, vaya, y no deber¨ªa. Mayormente, la lectura de la carta, que queda un pelo colegial. Baja la cosa cuando Lumbreras y Torrijo salen por el foro. Habr¨ªa que ajustar eso. Me encanta, para compensar, la l¨²cida rotundidad del colof¨®n, con los malos burlados pero no vencidos, no en vano estos pajarracos tienen muchas horas de vuelo y conviene recordarlo. Como dec¨ªa hace poco un plut¨®crata americano de los que inventaron la cosa: ¡°Claro que creo en la lucha de clases: ganamos nosotros¡±.
Me encanta la l¨²cida rotundidad del colof¨®n, con los malos burlados pero no vencidos, no en vano estos pajarracos tiene muchas horas de vuelo
Tambi¨¦n he visto Playing cards: Spades, de Lepage, en el Price. Qu¨¦ mal ratito pas¨¦. Tres horas sin pausa, que hubiera sido muy bien recibida. Fastidioso aire de bolo de provincias, modelo ¡°Lo arreglaremos en gira¡±. Con cosas buenas, faltar¨ªa, pero me gusta m¨¢s Lepage cuando no parece un imitador de Lepage. Ya les contar¨¦, que tom¨¦ muchas notas. Me voy a ver lo de Complicit¨¦: grandes esperanzas. Y los estrenos de Barcelona, que hay muchos y pintan suculentos. Parece que viene bueno el fin de temporada.
El inspector, de Nikol¨¢i G¨®gol. Versi¨®n y direcci¨®n de Miguel del Arco. Centro Dram¨¢tico Nacional. Teatro Valle-Incl¨¢n. Madrid. Hasta el 16 de junio. cdn.mcu.es.
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