Un gran f¨ªsico como cualquier otro
La estadounidense Kitty Ferguson, m¨²sica profesional con gran talento para explicar la ciencia, ha escrito la biograf¨ªa casi definitiva de Stephen Hawking, un libro admirable y tan extraordinario como el personaje al que retrata
![El f¨ªsisco Stephen Hawking (Oxford, 8 de enero de 1942), en 1985.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/M2KCSKIHJZPGHRKZUIBLVVTRNI.jpg?auth=e0e7d414201f02f798589dd6387a6b72efda1845f5dd4cc0388d6a71adacd4a9&width=414)
Muy arriba en el cielo nocturno si miras hacia el brochazo luminoso de la V¨ªa L¨¢ctea, m¨¢s all¨¢ de Antares y Sargas, de Rukbat y Kaus Borealis, mora la demostraci¨®n manifiesta del poder de las matem¨¢ticas para conocer el mundo: Sagitario A, el agujero negro gigantesco que ocupa el centro de nuestra galaxia. Un producto inesperado de las ecuaciones de la relatividad, un artefacto matem¨¢tico hecho carne. Y el laboratorio mental de Stephen Hawking. Su puerta de entrada a los rincones m¨¢s inaccesibles de la f¨ªsica, a los secretos remotos del cosmos.
No era f¨¢cil escribir una biograf¨ªa de Hawking, pues tanto su vida ¡ªmarcada por una esclerosis paralizante que deber¨ªa haberlo matado hace 50 a?os¡ª como su obra, la f¨ªsica te¨®rica de los agujeros negros, son narrativas espinosas, singulares y plagadas de trampas para bi¨®grafos. Pero Kitty Ferguson (San Antonio, Texas, 1941) ha sido capaz de transitar por ambos jardines y no solo ha salido ilesa, sino que ha penetrado hasta el fondo de las cuestiones y ha producido un libro admirable, en cierto sentido tan extraordinario como el personaje al que retrata. Y justo por eso tan real como ¨¦l. Pese a que Hawking sigue vivo, Ferguson ha escrito probablemente algo muy parecido a su biograf¨ªa definitiva.
La autora ha frecuentado al cient¨ªfico durante 10 a?os, los dos conectaron muy bien desde el primer momento y han mantenido exhaustivas conversaciones sobre pol¨ªtica, econom¨ªa, sociedad y todas las dem¨¢s secciones del peri¨®dico. Ferguson no solo ha entendido a fondo los pensamientos y los sentimientos del f¨ªsico, sino que tambi¨¦n ha captado a la perfecci¨®n su puntiagudo sentido del humor, sin el que el personaje resultar¨ªa irreconocible. Resulta llamativo que la autora no sea f¨ªsica, m¨¦dica ni periodista, sino m¨²sica profesional. Su talento para explicar los conceptos m¨¢s abstrusos de la f¨ªsica te¨®rica le resultar¨¢ obvio al lector, y fue el propio Hawking quien lo reconoci¨® en ella. No se puede contar con m¨¢s avales.
Stephen Hawking. Su vida y obra
Kitty Ferguson
Traducci¨®n de Julia Alqu¨¦zar
y Ana Guelbenzu
Cr¨ªtica. Barcelona, 2012
400 p¨¢ginas. 24 euros (electr¨®nico: 15,99)
Hawking naci¨® el 8 de enero de 1942 (d¨ªa del 300? aniversario de la muerte de Galileo) en una de esas familias inglesas de las pel¨ªculas, inteligente, laborista y exc¨¦ntrica, con Wagner sonando a toda pastilla en su casa de Oxford, el padre criando abejas en el s¨®tano, una abuela pianista alojada en el ¨¢tico, debates sobre la existencia de Dios, o la falta de ella, y vacaciones en un carromato de vendedor ambulante de crecepelo transportado de alguna manera precaria hasta una playa de Dorset, donde rara vez sale el sol. No es extra?o que, a los 15 a?os, cuando Stephen se enter¨® de que el universo se expand¨ªa, su reacci¨®n pareciera sacada de Annie Hall: ¡°Estoy seguro de que tiene que haber alg¨²n error¡±.
El joven Hawking era un crack en Oxford y, como suele ocurrir en estos casos, decidi¨® tirarse de cabeza al asunto m¨¢s dificultoso y menos prometedor de la f¨ªsica de su tiempo: la cosmolog¨ªa destapada por la relatividad general, la gran teor¨ªa de Einstein sobre el tiempo, el espacio y la gravedad, la teor¨ªa m¨¢s elegante de la ciencia. Estaba introduci¨¦ndose en esa jungla matem¨¢tica cuando, a los 21 a?os, empez¨® a mostrar dificultades para hablar, andar, atarse los zapatos y todo lo dem¨¢s. La esclerosis solo respet¨® su prodigioso cerebro. Le dieron dos a?os de vida, pero aqu¨ª sigue medio siglo despu¨¦s ante el asombro de los m¨¦dicos. ¡°Una de las cosas m¨¢s importantes que puedes aprender sobre ¨¦l¡±, dice Ferguson, ¡°es lo poco que le importa su discapacidad¡±.
Hawking es un activista de la claridad cient¨ªfica, un rasgo muy ingl¨¦s, o al menos muy poco continental, que puede resumirse en un eslogan del premio Nobel Peter Medawar: ¡°Tras un p¨¢rrafo opaco siempre se oculta un ignorante o una trama delictiva¡±. Para Hawking, como para Einstein, resulta tan importante el trabajo cient¨ªfico como su conocimiento por el p¨²blico. Uno de los productos de ello es su producci¨®n editorial obsesiva de divulgaci¨®n para el lector general. Pero el efecto Medawar tambi¨¦n se aplica a sus opiniones sobre los asuntos p¨²blicos.
Hawking ha apostado a que nunca aparecer¨¢ el bos¨®n de Higgs, la ¡°part¨ªcula Dios¡± que persigue la mayor parte de sus colegas en el gran acelerador de Ginebra. Apoya la investigaci¨®n con embriones y la ingenier¨ªa gen¨¦tica para mejorar el cerebro. Cuando Bush propuso en 2005 enviar de nuevo astronautas a la Luna, Hawking coment¨®: ¡°Ser¨ªa mucho m¨¢s barato enviar pol¨ªticos, ya que no hay motivos para traerles de vuelta¡±. Unos a?os antes hab¨ªa calificado la invasi¨®n de Irak de crimen de guerra. ¡°Aunque el 11 de septiembre fue horrible¡±, le dijo a un redactor de The Guardian, ¡°no supuso una amenaza para la supervivencia de la humanidad; el peligro es que, aposta o por accidente, creemos un virus que nos destroce¡±.
El f¨ªsico parece convencido de que eso ocurrir¨¢ tarde o temprano, y recomienda un plan urgente para colonizar el espacio. Ojal¨¢ se equivoque al menos en eso.
Coreograf¨ªa c¨®smica
El astr¨®nomo alem¨¢n Karl Schwarzschild estaba en las trincheras del frente ruso durante la Primera Guerra Mundial cuando hizo un descubrimiento memorable. Por alguna raz¨®n se hab¨ªa llevado al frente las ecuaciones de la relatividad general, la teor¨ªa de la gravedad, el espacio y el tiempo que Einstein hab¨ªa publicado solo un a?o antes. La esencia de la teor¨ªa se puede captar con una inspirada frase del f¨ªsico John Wheeler: la materia le dice al espacio c¨®mo curvarse, y el espacio le dice a la materia c¨®mo moverse. Una coreograf¨ªa c¨®smica llena de armon¨ªa y autoconsistencia.
Los cuerpos celestes familiares, como el Sol o la Tierra, generan unas curvaturas suaves en el espacio y el tiempo de su entorno. Pero Schwarzschild pudo calcular que si un objeto muy masivo ocupara un espacio muy peque?o, causar¨ªa una curvatura tan colosal que, dentro de cierto radio ¡ªel bellamente denominado horizonte de sucesos¡ª , nada podr¨ªa alcanzar la velocidad de escape necesaria para salir de all¨ª, ni siquiera la luz. Schwarzschild hab¨ªa descubierto los agujeros negros sin moverse de su trinchera. Mand¨® sus c¨¢lculos a Einstein, que le respondi¨®: ¡°Sus matem¨¢ticas son excelentes, pero su f¨ªsica es lamentable¡±. El autor de las ecuaciones no pudo digerir a las criaturas que hab¨ªan salido de ellas. Y Schwarzschild muri¨® poco despu¨¦s en el frente.
El gran descubrimiento de Stephen Hawking reactiv¨® el asunto medio siglo despu¨¦s. La relatividad general es solo uno de los dos cimientos de la f¨ªsica actual, el que rige la majestuosa coreograf¨ªa de los planetas, las estrellas, las galaxias y hasta el universo entero, y que es el fundamento de la cosmolog¨ªa moderna. Pero el segundo, la mec¨¢nica cu¨¢ntica, impera a la escala de los ¨¢tomos y las part¨ªculas subat¨®micas. En su ¨¢mbito de tama?o, cada teor¨ªa predice la realidad con una mareante cantidad de decimales, pero ambas son incompatibles. Las ecuaciones de Einstein se deshacen en la jungla microsc¨®pica, donde los pares de part¨ªculas saltan dentro y fuera de la existencia como el gato de Cheshire, y hasta la misma nada siempre tiene algo.
Hawking, sin embargo, se dio cuenta de que los agujeros negros deb¨ªan participar de lo mejor de esos dos mundos: tan masivos que deben regirse por la relatividad, tan peque?os que han de obedecer a la f¨ªsica cu¨¢ntica. Las paradojas de la segunda cambian de naturaleza en los aleda?os del horizonte de sucesos. Lejos de all¨ª, cuando un par de part¨ªculas (mejor, una part¨ªcula y su antipart¨ªcula) emerge de la nada tiene una vida muy ef¨ªmera, porque las dos se aniquilan enseguida y vuelven a convertirse en nada. Pero en las cercan¨ªas de un agujero negro, una de las part¨ªculas puede cruzar el horizonte de sucesos para no salir jam¨¢s, y la otra se queda a este lado sin nadie que la aniquile: convertida en ¡®radiaci¨®n de Hawking¡¯, la ¨²nica cosa que emite un agujero negro, y lo que ha permitido a los astr¨®nomos saber que Sagitario A, en el centro de nuestra galaxia, es uno de ellos.
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