El gran circo de la moda

La incombustible fascinaci¨®n del mito de Cenicienta explica en parte el ¨¦xito de El diablo viste de Prada. Esta pel¨ªcula de 2006 contiene una de esas transformaciones en princesa que tan buen resultado proporcion¨® a Pretty woman. Se trata de un proceso doble, al que se somete el personaje y tambi¨¦n la actriz que lo interpreta. Anne Hathaway, salida precisamente de Princesa por sorpresa, consegu¨ªa despojarse de la ceniza adolescente. En pantalla, Andy Sachs, la desgarbada aspirante a escritora que acaba trabajando en una revista femenina, conoce junto a Miranda Priestly ¨Ctemible directora encarnada por Meryl Streep¨C lo bello y lo siniestro que esconde el sistema de la moda.

Adaptaci¨®n de la novela que Lauren Weisberger escribi¨® a partir de su experiencia en Vogue, esta comedia propuls¨® la fama de la mujer que inspira el personaje de Streep: Anna Wintour, que acudi¨® al estreno vestida de Prada. Pero muchos profesionales pusieron el grito en el cielo por la caricaturesca visi¨®n de la industria que ofrec¨ªa. Entre las dianas estaba el vestuario, concebido por Patricia Field. La estilista de Sexo en Nueva York cont¨® con pr¨¦stamos de las marcas por valor de un mill¨®n de d¨®lares y obtuvo una nominaci¨®n al Oscar, pero fue tachada de poco realista. ¡°Mi trabajo es un entretenimiento. Si lo que quieren es un documental, pueden sintonizar History Channel¡±, declar¨® Field a The New York Times.

O buscar The September issue, el documental sobre Wintour que se estrenar¨ªa tres a?os despu¨¦s. Lo que El diablo¡­ ofrece no es exactitud, sino convencional diversi¨®n. The New Yorker compar¨® la pel¨ªcula con ¡°la clase de entretenimiento comercial que Hollywood sol¨ªa proporcionar en tiempos de George Cukor¡±. Cuando se proyect¨® en la Mostra de Venecia, Enric Gonz¨¢lez predijo: ¡°Una Meryl Streep muy Cruella en su papel de gur¨² suprema de la moda. Es una comedia chispeante, divertida y bien hecha. Ganar¨¢, sin duda, mucho dinero¡±. Acert¨®. La cinta recaud¨® m¨¢s de 200 millones de euros y ciment¨® la conversi¨®n de Streep en una rentable actriz de comedia.

Le guste o no a la industria, El diablo viste de Prada es un efectivo retrato del poder transformador de la moda. Aunque solo sea por un memorable rapapolvo que Streep le dedica a Hathaway acerca de la cadena de transmisi¨®n de un determinado tono de azul. ?Nunca se ha preguntado por qu¨¦, de repente, todos queremos ponernos lo mismo?