Domingo Navarro perdi¨® la ilusi¨®n

Domingo Navarro ha anunciado que se retira de los ruedos. Y dice que lo hace porque ha perdido la ilusi¨®n. ¡°La llama de la pasi¨®n se ha ido apagando poco a poco¡±, ha dicho. ¡°Ya no disfrutaba toreando; me costaba vestirme y entrenar¡±.

Pero, ?qui¨¦n es Domingo? Pues, nada m¨¢s y nada menos que un torero, muy reconocido por los buenos aficionados que distinguen al vuelo el misterio de la torer¨ªa. Nunca visti¨® de luces; ni fue novillero ni pretendi¨® ser matador. Su ilusi¨®n desde muy joven fue ser banderillero, y durante 20 a?os ha sido el tercero de la cuadrilla, el m¨¢s humilde, el que no lidia, el que guarda la puerta con el picador de reserva, el que banderillea un par en cada toro y ejerce de puntillero. Y ah¨ª, en ese segundo plano, sin oro ni brillo, Domingo Navarro ha sido un torero excepcional, una figura indiscutible, que ha manejado el capote con deslumbrante solvencia; ha colocado banderillas con oficio y galanura, y con general acierto ha utilizado la puntilla. Pero hay algo m¨¢s: el misterio de Domingo ha sido siempre su perfecto sentido de la lidia y su inteligente colocaci¨®n en el ruedo; siempre, siempre presto a ese quite imperceptible que evita el percance inoportuno. Domingo ha sido siempre un seguro de tranquilidad para su matador y todos sus compa?eros. Nadie como ¨¦l ha sabido estar en todo momento en el lugar justo que exig¨ªa la lidia de un toro.

Domingo solo tiene 39 a?os, y 20 de profesi¨®n. Y se va, dice, porque se le est¨¢ apagando la llama de la pasi¨®n. Y as¨ª habla quien solo ha ganado un sueldo, siempre ha vestido de plata, no sabe lo que es salir a hombros y nunca su habitaci¨®n estuvo llena de admiradores. Lo dice un torero, claro, de los pies a la cabeza; ese tipo de gente que est¨¢ hecha de otra pasta, que hacen del riesgo un amor, y se dejan el alma por la satisfacci¨®n de sentirse h¨¦roes y artistas, aunque sea de tercero en la cuadrilla. En estos tiempos de mediocridades reconforta la grandeza de quienes se sienten toreros.

Domingo naci¨® en el pueblo valenciano de Simat de Valldigna. Aprendi¨® el oficio en la escuela taurina de Valencia y solo ha ido fijo con los matadores Paco Senda, Alberto Ram¨ªrez, Luis Francisco Espl¨¢, con quien convivi¨® 11 a?os y al que considera su maestro, y Luis Bol¨ªvar. Al no pertenecer al grupo especial (los que m¨¢s torean), ha actuado muchas tardes a las ¨®rdenes de numerosos novilleros y matadores. As¨ª, el pasado domingo dijo adi¨®s a la profesi¨®n en la plaza de Valencia integrado en la cuadrilla del novillero Cayetano Garc¨ªa.

Se le va a echar de menos a este gigante torero de peque?a estatura. Se ha ido en silencio, pero ha sido grandiosa su trayectoria, como lo es la de muchos otros subalternos, desconocidos para el gran p¨²blico.

Sirvan estas letras de sentido homenaje para este torero extraordinario y para todos aquellos que cada tarde se enfundan solos el traje de plata, ocupan un discreto segundo plano en la profesi¨®n y salen al ruedo por algo m¨¢s que por ganar un salario; salen y se enfrentan a ese pavo de 500 kilos porque se sienten h¨¦roes y triunfan a hombros de sus propios sue?os.

Esos toreros grandes se van en silencio sin saber que son ¨ªdolos de muchos aficionados. Como el m¨ªo, Domingo Navarro, cuya huella, sin duda alguna, perdurar¨¢.