Los poetas se encuentran en el aire y en los a?os
Un acto en la Casa de Am¨¦rica homenajea a Tom¨¢s Segovia, que ayer habr¨ªa cumplido 85 a?os Hoy se cumplen 10 a?os de la muerte de Manuel Padorno
La descripci¨®n de las actividades de uno, Tom¨¢s Segovia, me llevaron en seguida a la memoria de otro, Manuel Padorno, dos poetas cuya presencia le falta a la poes¨ªa en espa?ol, cuya obra po¨¦tica crece con el tiempo y que ayer y hoy fueron noticia porque los dos se encuentran en el aire de estas fechas. Ayer Tom¨¢s Segovia, nacido en Valencia en 1927 y muerto en M¨¦xico el ¨²ltimo 7 de noviembre, hubiera cumplido 85 a?os, y hoy se cumplen los 10 a?os de la muerte de Manuel Padorno en Madrid; hab¨ªa nacido en Tenerife, su ciudad fue Las Palmas de Gran Canaria y en Madrid desarroll¨® gran parte de sus artesan¨ªas. Aqu¨ª muri¨® el 22 de mayo de 2002, mientras preparaba recitales ajenos.
Pues las artesan¨ªas los juntaron. Segovia, a quien rindieron homenaje ayer tarde poetas y ensayistas en la Casa de Am¨¦rica, fue poeta, impresor, promotor cultural, traductor, dise?ador, paseante (por la ciudad y por sus noches); y Padorno, a quien sus paisanos canarios han dedicado varios homenajes, y donde la playa de Las Canteras sigue diciendo con sal sus poemas marinos, fue tambi¨¦n, con el seud¨®nimo de Mateo Alem¨¢n, todas esas cosas, pero sobre todo, como su colega Tom¨¢s, un poeta que deja en la historia una obra mayor, tan exigente como amplia, tan honda como singular. Era tambi¨¦n pintor, un pintor cuya obra fue variada y m¨²ltiple, basada en la observaci¨®n del mar y de otras claridades; fue, como editor de libros, una especie de rara avis en un universo en el que los libros se arrojan como objetos; igual que su colega, trataba los libros como obras de arte, y tocar un libro suyo (dise?ado por ¨¦l, acabado por ¨¦l) era tocarlo, tocarlo a ¨¦l en cierto modo.
Segovia llamaba a lo que hac¨ªa artesan¨ªa, acababa sus libros (que hac¨ªa a mano) rindiendo pleites¨ªa a la artesan¨ªa, y luego los regalaba o incitaba a usarlos como un regalo, siempre que se dijera en alg¨²n sitio de d¨®nde ven¨ªan, de qui¨¦n eran esos versos. Hac¨ªa, sobre todo, libros propios; Padorno hac¨ªa libros ajenos que trataba como propios, y de manera obsesiva, tambi¨¦n, diagram¨® muchos de los suyos, como si (esto ocurri¨® en los dos casos) fuera consciente de que el libro no acaba en el poema sino que arranca de la portada y termina all¨ª donde el libro se despide como objeto, en la espalda del libro que es tambi¨¦n la espalda del tiempo.
A Tom¨¢s Segovia le rindieron homenaje en la Casa de Am¨¦rica. Estaba, en la mesa del homenaje, su mujer, Mar¨ªa Luis Capella, cuya voz es como el diapas¨®n de esta poes¨ªa. Y hubo poetas y ensayistas que (como Jos¨¦ Luis Pardo) habl¨® del mejor adjetivo que podr¨ªa serle adjudicado a Tom¨¢s, y ese adjetivo es ¡°Bienvenido. Tom¨¢s Segovia, bienvenido¡±. ¡°Envidiablemente apuesto, Tom¨¢s le dio la palabra a la verdad¡±. Poeta del ritmo y del compromiso, fue definido sucesivamente por Hernando Valencia (sobre Tom¨¢s, traductor), Julia Escobar (que traz¨® la biograf¨ªa, ¡°el hombre es donde naci¨®, donde vivi¨®, donde muri¨®¡±), Jenaro Talens (¡°como el hermano de mi padre¡±), Luis Garc¨ªa Montero (¡°pudor firme de Tom¨¢s¡±), Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald (que no pudo asistir, pero envi¨® un texto que ley¨® la animadora del acto, Anamar¨ªa Rodr¨ªguez: ¡°Tom¨¢s, entre los ni?os vencidos que tuvieron que abandonar Espa?a¡±), y Javier Rodr¨ªguez Marcos (¡°como me dijo, un poeta es m¨¢s de su tiempo que de su pa¨ªs¡±)¡ Como este ¨²ltimo poeta, Marcos, otros poetas leyeron sus versos, como Luis Mu?oz, o como la novelista Almudena Grandes, o la librera Lola Larumbe¡
En cierto modo, una sinfon¨ªa para Tom¨¢s. Fernando Arrabal dej¨® dicho que el porvenir act¨²a en golpes de teatro. En eso pens¨¦ cuando record¨¦ la coincidencia, el azar que juntaba en el aire de las conmemoraciones a Segovia y a Padorno, dos poetas que pasearon la vida y la calle pensando que no solo la poes¨ªa sino sobre todo la vida ten¨ªa mucho de artesan¨ªa, y la regalaron en la ciudad y en la playa, sembrando una memoria que en el aire de dos ciudades, Madrid y Las Palmas, distribuye ahora recuerdo y justicia.
Babelia
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