Intelectuales de agua salada
Una econom¨ªa tan deprimida como la nuestra necesita m¨¢s gasto p¨²blico, no menos Fue as¨ª como se acab¨® con la Gran Depresi¨®n, sostiene el premio Nobel Paul Krugman
Hace unos d¨ªas, el Nobel de Econom¨ªa Paul Krugman fue calificado de ¡°terrorista¡± en cierta prensa nacionalista de pecho de hojalata, por escribir en su blog de The New York Times que Grecia saldr¨ªa del euro y que en Espa?a se instalar¨ªa un corralito bancario. O mejor dicho, por decir que ello ocurrir¨ªa si las autoridades no hac¨ªan nada r¨¢pido para impedirlo. El ep¨ªteto de ¡°terrorista¡± es el desider¨¢tum de los insultos que Krugman recibe por utilizar su libertad intelectual para poner a caldo a esas ¡°gentes serias¡± que han instalado en Europa la pol¨ªtica de la austeridad obsesiva que, dos a?os despu¨¦s de convertirse en verdad revelada, est¨¢n llevando al continente a una aut¨¦ntica depresi¨®n.
?Acabad ya con esta crisis!
Paul Krugman
Traducci¨®n de Cecilia Belza y Gonzalo Garc¨ªa
Cr¨ªtica. Barcelona, 2012
264 p¨¢ginas. 19 euros (electr¨®nico: 13,99)
En el ¨²ltimo libro de Krugman ¡ªque como en los anteriores pone como escenario central de sus ejemplos a Estados Unidos por su centralidad econ¨®mica y por ser la sociedad en la que vive y que mejor conoce¡ª sale mucho Europa y en especial Espa?a, como territorios en los que se ha asentado una crisis que dura ya un lustro, que tuvo su epicentro en EE UU y en su sector privado financiero, y que se ha trasladado aqu¨ª y ha contagiado a todo ¡°lo p¨²blico¡± en forma de desequilibrios macroecon¨®micos. Qu¨¦ interesante este juego de ¡°t¨² la llevas¡± que traslada sin soluci¨®n de continuidad los sufrimientos de Wall Street (el 1% de la poblaci¨®n) a Main Street (el 99% restante), las dificultades de lo privado al sector p¨²blico, de los bancos de inversi¨®n y de la banca en la sombra a los bancos tradicionales, y del paro y el empobrecimiento de las clases medias al d¨¦ficit y la deuda de todos. Individualizar el beneficio y socializar los riesgos.
La tesis del libro de Krugman es suficientemente conocida por sus continuas intervenciones p¨²blicas: estamos viviendo una crisis de falta de demanda en la que las soluciones tecnocr¨¢ticas, con su cortedad de miras, no responden con eficacia a los problemas. Hay que adoptar pol¨ªticas expansivas y de creaci¨®n de empleo, saltando por encima de esa ¡°gente seria¡± que nos ha metido en el camino equivocado, a costa de enormes sufrimientos de los ciudadanos. En econom¨ªas profundamente deprimidas como las nuestras, cuando los tipos de inter¨¦s est¨¢n pr¨®ximos a cero, se precisa m¨¢s gasto p¨²blico y no menos. La Gran Depresi¨®n se termin¨® gracias a un aluvi¨®n de gasto p¨²blico y hoy se necesita, desesperadamente, algo semejante. Ante los problemas se debe responder atendiendo a las pruebas, y no a los prejuicios.
?Y cu¨¢les son esos prejuicios? Los que han instalado en las sociedades de principio del siglo XXI los economistas de agua dulce, que no utilizan los conocimientos de que se dispone porque demasiadas personas de las que m¨¢s influyen (pol¨ªticos, funcionarios de primer orden y la clase de comentaristas que definen el saber convencional) han elegido olvidar las lecciones de la historia y las conclusiones de varias generaciones de grandes analistas econ¨®micos, obtenidas con mucho empe?o, optando por las construcciones ideol¨®gicas y pol¨ªticamente convenientes. El nuevo pensamiento econ¨®mico significar¨ªa leer los libros viejos, ya que buena parte de los economistas se han dedicado a olvidar lo que hab¨ªan aprendido. Despu¨¦s de que, asustados tras la debacle de Lehman Brothers, reconociesen que se hallaban en un estado de ¡°conmoci¨®n y desconfianza puesto que todo el edificio intelectual se hab¨ªa derrumbado¡± (Alan Greenspan), han vuelto a las andadas. Frente a ellos se sit¨²an los economistas de agua salada (porque trabajan sobre todo en las universidades costeras de EE UU), que tienen una visi¨®n keynesiana de las recesiones y opinan, como el maestro, que las deficiencias principales de la sociedad econ¨®mica en la que vivimos son su incapacidad de proporcionar pleno empleo y su arbitraria y desigual distribuci¨®n de la riqueza y los ingresos.
Una de las partes m¨¢s sugerentes del libro de Krugman es aquella en la que desarrolla hip¨®tesis de correlaci¨®n (no directamente de causalidad) entre la brutal desigualdad econ¨®mica y la depresi¨®n, y el r¨¢pido aumento de los ingresos de la minor¨ªa acaudalada y los factores sociales y pol¨ªticos que fomentaron la laxitud en la regulaci¨®n financiera. En este periodo, la principal diferencia con el pasado est¨¢ en el giro hacia la derecha; un viraje que provoc¨® cambios tanto en las pol¨ªticas (sobre todo, las reducciones de impuestos al capital y en los tipos m¨¢ximos de la renta) como en las normas sociales (se relaj¨® la ¡°restricci¨®n por esc¨¢ndalo¡±, la alarma social que producen las enormes ganancias de unos pocos en tiempos de sacrificios de las mayor¨ªas). Este mismo viraje a la derecha provoc¨® la desregulaci¨®n financiera.
Krugman entiende que se puede conjeturar que el aumento de la desigualdad ha contribuido a la depresi¨®n desde el punto de vista pol¨ªtico. Y concluye: cuando nos preguntamos por qu¨¦ los responsables de establecer las pol¨ªticas activas fueron tan ciegos a los riesgos de la desregulaci¨®n financiera (y por qu¨¦ desde 2008 tampoco han visto los peligros de no dar una respuesta inmediata y suficiente a la depresi¨®n econ¨®mica), es dif¨ªcil no recordar la famosa frase de Upton Sinclair: ¡°Es dif¨ªcil conseguir que un hombre comprenda algo, cuando su salario depende de que no lo comprenda¡±.
El economista de la Universidad de Princeton analiza tambi¨¦n las consecuencias que sobre el sistema entero han tenido las gigantescas ayudas p¨²blicas a la banca, para que esta sobreviviera. Para terminar advirtiendo que si bien es cierto que no se puede tener prosperidad sin un sistema financiero en funcionamiento, el mero hecho de estabilizar el mismo no reporta necesariamente esa prosperidad. Lo que se necesita es un plan de rescate para la econom¨ªa real, de producci¨®n y de empleo, que sea tan intenso y adecuado a la meta como el rescate financiero. Lo que la historia nos cuenta es que las recesiones que siguen a una crisis financiera suelen ser demoledoras para el bienestar de los ciudadanos y para la calidad de las reglas del juego que estos aceptan cuando soportan ayudar previamente a sus bancos.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.