El testamento del perfeccionista Leonardo
Vincent Delieuvin, conservador de pintura italiana del Louvre, desvela los secretos de la realizaci¨®n de la 'Santa Ana' y de su pol¨¦mica restauraci¨®n
En el reparto de papeles de la Sant¨ªsima Trinidad del Renacimiento italiano, Rafael era el maestro despreocupado de vida y labores ligeras; Miguel ?ngel, el hombre de la feroz determinaci¨®n superado por el mal genio; y Leonardo, el esclavo de la perfecci¨®n paralizado por la enormidad de sus empresas art¨ªsticas y cient¨ªficas. Esto ¨²ltimo, dato bien conocido, volvi¨® a quedar demostrado anoche con la brillante conferencia sobre la restauraci¨®n de la Santa Ana que el conservador de pintura italiana del museo del Louvre, un jovenc¨ªsimo Vincent Delieuvin, imparti¨® en el Prado.
El rescate al que fue sometida durante 18 meses la tabla, propiedad del Louvre, as¨ª como el proceso de investigaci¨®n necesario para montar la muestra de 135 piezas (entre ellas, la Gioconda del Prado) que le dedica el museo parisiense hasta el finales de junio, han desvelado secretos que Delieuvin desgran¨® con contagioso entusiasmo y un espa?ol envidiable.
En el proceso result¨® crucial el descubrimiento en 2005 en la universidad de Heidelberg de una edici¨®n de Cicer¨®n, impresa en 1477, que contiene una anotaci¨®n datada en octubre de 1503 del funcionario de la canciller¨ªa florentina y colaborador de Maquiavelo Agostino Vespucci en el que compara a Leonardo da Vinci con Apeles, gran pintor de la Grecia Antigua. Tambi¨¦n se hace referencia a la Santa Ana trinitaria y a la famosa Lisa Gherardini, en un apunte que sirvi¨® para disipar todas las dudas sobre la identidad del personaje retratado en La Gioconda.
Esto viene a confirmar que Leonardo le dio vueltas al cuadro desde 1500 hasta su muerte en 1519. Tambi¨¦n que, en contra de lo que se crey¨® siempre, Da Vinci se atasc¨® en el proceso de acabado de la tabla y no tanto en su concepci¨®n. Delieuvin se apoy¨® en im¨¢genes y en el resultado de las reflectograf¨ªas infrarrojas efectuadas durante la restauraci¨®n para surcar las procelosas aguas del proceso de creaci¨®n leonardiano (se llegaron a hacer tres cartones aunque solo se conserve el de Londres, propiedad de la National Gallery y presente en la exposici¨®n) y una docena de dibujos. De hecho, record¨® el conservador, ¡°se trata de la ¨²nica obra del pintor de la que ha sobrevivido tanto material preparatorio¡±.
La exposici¨®n rastrea la influencia de la pieza, que cuenta la terrible historia de una madre que acepta la muerte de su hijo, en el arte occidental: de Miguel ?ngel o Rafael (que no la vio terminada) al surrealista Max Ernst. En su preparaci¨®n se fijaron las tres teor¨ªas sobre qui¨¦n? encarg¨® la pieza. Pudo ser un capricho de Luis XII y de su mujer Ana durante la invasi¨®n francesa de Venecia, o quiz¨¢ la iniciativa parti¨® del propio Leonardo, porque buscaba desafiar con esta tabla a Miguel ?ngel y Botticelli e imponerse como el gran pintor de su ¨¦poca, cimentando as¨ª el ¨¦xito obtenido en la magistral ?ltima cena. Aunque a lo mejor simplemente respondi¨® a un inter¨¦s de la di¨®cesis florentina y su recobrado por Santa Ana, s¨ªmbolo republicano en la ciudad, tras la expulsi¨®n en 1499 de los M¨¦dicis.
Tambi¨¦n qued¨® justificado en la charla de Delieuvin el remoloneo de Da Vinci en sus propias circunstancias vitales. No es ya que la realizaci¨®n de la inconmensurable obra La batalla de Anghiari se pusiera por medio, es que durante la concepci¨®n de la Santa Ana vivi¨®, adem¨¢s de en Florencia, en Mil¨¢n (1506-1508), en Roma (1513-1513) y, hasta su muerte, en Francia, donde se qued¨® la pieza para siempre, entre las brumas en sfumato propias de la t¨¦cnica del no finito y su naturaleza de obra inacabada. ¡°Fue sin duda su testamento art¨ªstico¡±, explic¨® el conservador, que desvel¨® que en el reverso de la tabla se hallaron tres dibujos.
Delieuvin hizo referencia a La Gioconda del Prado, que fue redescubierta durante el proceso de preparaci¨®n de la exposici¨®n. El Louvre la solicit¨® para ser mostrada junto a la Santa Ana y eso propici¨® la restauraci¨®n efectuada por Ana Gonz¨¢lez Mozo y Almudena S¨¢nchez, que ayer atendieron a la charla junto a Miguel Falomir, conservador de pintura italiana del Prado. Gracias a ella, la tabla pas¨® de copia del mont¨®n, perteneciente a las colecciones reales desde el siglo XVII, a r¨¦plica hecha simult¨¢neamente y de vital importancia para avanzar en el conocimiento sobre el original.
La Gioconda del Louvre, explic¨®, no pod¨ªa ser movida para complementar la muestra: ¡°Unas 20.000 personas la visitan cada d¨ªa y las estancias en las que se encuentra la exposici¨®n no est¨¢n preparadas para tal afluencia de gente¡±.
Tambi¨¦n toc¨® Delieuvin la pol¨¦mica por la restauraci¨®n de la Santa Ana, proceso durante el cual dos de los integrantes del equipo t¨¦cnico denunciaron que el proceso estaba siendo agresivo y dimitieron. ¡°La restauraci¨®n se debi¨® a meras razones de conservaci¨®n. Se quitaron barnices y reentelados, pero se dejaron dos o tres capas para evitar entrar en contacto con la pintura de Leonardo¡±.
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