Reporterismo de cloaca
"Urge conocer las grandes cagadas del periodismo que en tiempos de derrumbe se aproximan m¨¢s a la experiencia general, marcada por los trabajos de multitarea"
En este oficio, nos encantan los h¨¦roes. Devoramos los libros de los periodistas que destaparon corruptos, que avergonzaron a gobiernos, que revelaron las verdades inconvenientes. Son los grandes ¨¦xitos del periodismo bravo, aunque ¡ªsugiero¡ª tambi¨¦n urge conocer las grandes cagadas; en tiempos de derrumbe, estas se aproximan m¨¢s a la experiencia general, marcada por los trabajos de multitarea, las jornadas inacabables, los redactores enga?ados por sus directivos.
Todo eso abunda en Tabloid prodigy (Running Press, 2007). La autora, Marlise Elizabeth Kast, sali¨® de la universidad para colocarse en la redacci¨®n californiana del Globe, semanario dedicado a los esc¨¢ndalos, lo que all¨ª llaman un tabloide de supermercado (se compran ¡ªo se hojean¡ª en la cola de las cajas registradoras de Estados Unidos). No estaba predestinada para semejante trabajo: perteneciente a una familia de predicadores y misioneros, desconoc¨ªa el mundo de la far¨¢ndula.
Pero demostr¨® un talento innato para camuflarse, mentir y lo que fuera necesario para conseguir la foto clandestina, el reportaje ansiado. Se estrena con la boda del actor William Shatner, alias Capit¨¢n Kirk. Vestida de invitada, se agacha junto a unos matorrales, como si pretendiera orinar; un guardia le sugiere que use los retretes de la zona VIP. No siempre cuela: para la boda de Sharon Stone, se disfraza de fan¨¢tica del jogging y engatusa a los vigilantes. Pero no a la actriz, que detecta el truco.
Tabloid prodigy recuerda que esta profesi¨®n es adictiva. Marlise no goza un sueldo extraordinario pero la emoci¨®n de la caza y la pieza cobrada (o no) compensa todo. Tambi¨¦n accede al circuito de los famosos de Hollywood: una cara conocida que no tiene que esperar a la puerta de las discotecas o pagar las copas.
En realidad, Marlise Kast no bebe alcohol; cuando se excede, monta un foll¨®n infernal. Sale con chicos guapos pero conserva su virginidad. Disfruta de la suerte de los inocentes. Imaginen: fiesta privada a lo gangsta en una mansi¨®n de Hollywood; tarda en comprender que la mayor¨ªa de las invitadas son prostitutas. El anfitri¨®n es el Dr. Dre, productor de hip-hop. Ella y sus amigas salen intactas por pura ingenuidad: ¡°As¨ª que eres doctor. ?En qu¨¦ especialidad?¡±.
Lo extraordinario de Tabloid prodigy es la ausencia de dudas ¨¦ticas. Investigando la posible bisexualidad de Leonardo DiCaprio, unta a varios empleados de su hotel, que son despedidos sin indemnizaci¨®n. Unos d¨ªas despu¨¦s, se hace amiga del hermanastro de Leonardo y entra tan fresca en la suite del Chateau Marmont donde transcurrieron las supuestas org¨ªas.
Como ella explica, la compensaci¨®n est¨¢ en el riesgo, la adrenalina, la aventura. Marlise es consciente de la indignidad de su trabajo. Como refuerzo de otro compa?ero, recorre sex shops de San Francisco, hasta localizar pruebas de que Don Johnson compra porno gay. Una experiencia bochornosa, cierto, aunque no tanto como saber que el reportaje final no llevara su firma.
La capacidad de los periodistas para autoenga?arse no es menor que la de otros profesionales. Para cubrirse las espaldas, el Globe exige que las grandes revelaciones est¨¦n corroboradas por tres fuentes. Marlise no encuentra raro que esos testimonios sean compensados por dinero o que, a la m¨ªnima, se deje de pagar a los implicados. Sus dudas comienzan cuando le encargan un texto anunciando que Madonna ha ganado muchos kilos. Marlise detecta enseguida que la instant¨¢nea correspondiente ha sido manipulada pero se traga sus d¨¦biles objeciones y sostiene una mentira patente.
Tabloid prodigy no refleja mucho arrepentimiento. S¨ª, Marlise Elizabeth Kast puede alegar razones morales para romper con el periodismo de celebridades pero lo que transmiten sus p¨¢ginas es el deleite ante, en sus t¨¦rminos, un trabajo bien hecho. Al final, se le funden los plomos pero la crisis parece consecuencia de la sobrecarga de faena y las intrigas de sus superiores.
Marlise deja el empleo, su novio y hasta California, para ejercer de au pair en Suiza. Con el tiempo, se convertir¨¢ en escritora de gu¨ªas de viaje y especialista en deportes extremos (ah, la adrenalina). Sospecho que no ha llegado a entender el odio que despierta el Globe y similares productos: en 2001, la central de la editorial, en Boca Rat¨®n (Florida), fue atacada con ¨¢ntrax; hubo un muerto y las oficinas permanecieron clausuradas tres a?os. Marlise ni siquiera lo menciona.
Babelia
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