A hombros un violinista y un portugu¨¦s
"Buscaron m¨¢s la espectacularidad que la ortodoxia, y clavaron siempre a la grupa, que es lo m¨¢s c¨®modo y habitual en estos tiempos"
Cuando finaliz¨® la vuelta al ruedo con las dos orejas de su segundo toro, Mart¨ªn Burgos se dirigi¨® al centro del ruedo, se arrodill¨®, tom¨® un pu?ado de arena y la bes¨® con arrebato. No era para menos. Hac¨ªa seis a?os que no aparec¨ªa por esta plaza, y ese triunfo le puede ayudar para retomar con fuerza su carrera interrumpida.
Minutos despu¨¦s, era Moura quien daba saltos como un poseso cuando el presidente le concedi¨® la oreja del sexto de la tarde, otro pasaporte para la deseada salida a hombros hacia la calle de Alcal¨¢.
CUBERO / BOH?RQUEZ, BURGOS, MOURA
Toros despuntados para rejoneo de Ben¨ªtez Cubero, bien presentados, mansones, pero muy manejables.
Ferm¨ªn Boh¨®rquez: dos pinchazos, bajonazo, un descabello y el toro se echa (silencio); tres pinchazos y rej¨®n ca¨ªdo (palmas).
Mart¨ªn Burgos: pinchazo, rej¨®n dos descabellos y el toro se echa (palmas); rej¨®n en lo alto (dos orejas). Sali¨® a hombros por la puerta grande.
Joao Moura: rej¨®n trasero (oreja); pinchazo y rejonazo (oreja). Salio a hombros por la puerta grande.
Plaza de las Ventas. 3 de junio. Festejo fuera de abono. Tres cuartos de entrada.
Ni uno ni otro, quede claro, realizaron un rejoneo de calidad; buscaron m¨¢s la espectacularidad que la ortodoxia, y clavaron siempre a la grupa, que es lo m¨¢s c¨®modo y habitual en estos tiempos, pero no se les puede negar su ambici¨®n de triunfo, su entusiasmo y su pundonor.
Curioso el caso de Mart¨ªn Burgos, que no se desanim¨® ante el toro m¨¢s cobarde del encierro, el segundo, que se acul¨® en las tablas, y oblig¨® al caballero a buscarle una y mil vueltas para prenderle las banderillas. Pero aprovech¨® muy bien la boyant¨ªa del quinto y se luci¨® de verdad a lomos del caballo Uruguay con el que coloc¨® dos pares de banderillas al viol¨ªn tras sendos quiebros pre?ados de emoci¨®n.
Ciertamente, la prontitud del toro, la alegr¨ªa del caballo ¡ªque se levantaba de manos y provocaba la conmoci¨®n en los tendidos¡ª, y la entrega del caballero constituyeron un emocionante combinado, que fue el preludio del ¨¦xito posterior. Se sinti¨® c¨®modo Mart¨ªn Burgos con la suerte del instrumento musical y se atrevi¨® a colocar las banderillas cortas tambi¨¦n en la suerte del viol¨ªn, lo que fue muy jaleado por el respetable. Mat¨® con toda su alma, enterr¨® el rej¨®n hasta la empu?adura y le concedieron las dos orejas, que lo hicieron, seg¨²n la cara de felicidad que mostraba, el hombre m¨¢s feliz del mundo.
A estas alturas, ya hab¨ªa cortado una oreja Jo?o Moura, juvenil y arrollador, en el tercero, despu¨¦s de protagonizar un brillante tercio de banderillas a lomos de Perera ¡ªas¨ª se llamaba el caballo, que no haya equ¨ªvocos¡ª, con el que coloc¨® hasta cuatro rehiletes al quiebro y templ¨® a dos bandas. El toro se apag¨® despu¨¦s de tanto enga?o, pero, cuando mat¨® de un rej¨®n trasero, fue justamente premiado. Quedaba el sexto, y dio la sensaci¨®n de que le pudieron las prisas; de ah¨ª, quiz¨¢, que el primer rej¨®n lo clavara en los costillares; banderille¨® de manera irregular, y mat¨® de un pinchazo antes de agarrar un rejonazo certero, y la algarab¨ªa de la gente contenta oblig¨® al presidente a sacar el pa?uelo. No era faena de oreja, pero este p¨²blico jaranero es el que manda.
As¨ª las cosas, Mart¨ªn Burgos, gracias al viol¨ªn, y el portugu¨¦s Jo?o Moura, por sus ganas juveniles, salieron a hombros, lo que constituye un honor del que deben disfrutar.
Ferm¨ªn Boh¨®rquez, el m¨¢s maduro y veterano, sali¨® por sus pies, que tampoco es mala forma de salir. Ha sido siempre un rejoneador cl¨¢sico y sobrio, y, ahora, adem¨¢s, se le nota desganado, con poca ilusi¨®n. A fin de cuentas, lleva 23 a?os en la profesi¨®n. Tambi¨¦n clava siempre a la grupa, como todos sus compa?eros, y su doble actuaci¨®n no fue, precisamente, un derroche de entusiasmo. Destac¨® en ambos toros con sendos pares de banderillas a dos manos, que es una de sus especialidades. Matar, lo que se dice matar, mata poco; m¨¢s bien, hiere. Pincha mucho y todo lo desluce. Pero siempre queda de este hombre su estampa de rejoneador cl¨¢sico.
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