El perfume de lo com¨²n
En otros momentos de la historia tratar a alguien de ¡°com¨²n¡± sonaba mal. Incluso ol¨ªa a trav¨¦s de un tufo que nos invitaba a apartarnos. En cambio, ahora, es dif¨ªcil hallar una palabra o un concepto m¨¢s oportunos para expresar la paz que no tenemos. Frente al amor de lo dom¨¦stico, el crimen del vendaval, frente al fuego del hogar, la hoguera exterior flameada de desahucios. Frente al horror de las actuales diferencias el placer del parecido.
La exacerbaci¨®n y su abigarramiento es hoy el signo viral de la cat¨¢strofe. Frente a los tiempos en que el lema m¨¢s general consist¨ªa en lograr ser diferente, sea tune¨¢ndose, sea consumiendo, ha llegado el momento en que lo m¨¢s grato, seguro y deseable es guarecerse en los grupos. Cualquier exclusividad se halla hoy muy cerca del delito y no de la identidad, m¨¢s pr¨®xima a la injusticia que al fen¨®meno del lujo.
Ojal¨¢, contra tanto depredador, llegara la revancha de la comunidad doblemente. Doblemente: la comunidad en cuanto fuerza de solidaridad justiciera y en cuanto plataforma de la probidad y los socorros rec¨ªprocos.
Ojal¨¢, contra tanto depredador, llegara la revancha de la comunidad
Pero, adem¨¢s, ¡°lo com¨²n¡± constituye aquello a lo que podemos aproximarnos como ciudadanos benditos y enteros: sin miedo a ser detenidos por un guardia municipal o atacados por perros y esbirros de ciudades amuralladas. El sue?o de la exclusividad ha sido la gran pel¨ªcula del capitalismo de ficci¨®n y la realidad de todas las ¨²ltimas y grandes estafas.
Todos somos m¨¢s o menos iguales en el pa?ol de personal. Queremos que nos quieran y anhelamos que nos entiendan bien. O que el papel que envuelve los conocidos productos del mercado nos acerque al men¨² de lo que otros iguales comen simult¨¢neamente en sus mesas.
Contra superornamentaci¨®n, el punto del sentido com¨²n; contra la descalificaci¨®n de los pocos la fiesta de formar parte de los muchos mejorados.
Algunos de estos y m¨¢s puntos de vista se expondr¨¢n en el congreso que la Fundaci¨®n Arquitectura y Sociedad celebrar¨¢ en Pamplona la semana pr¨®xima y que complementar¨¢ la edici¨®n M¨¢s por menos que se celebr¨® hace dos a?os. Cierto que tanto en aquel Congreso como en ¨¦ste acuden personalidades de mucho fuste como Moneo, Foster, Siza, Peter Buchanan o Souto de Moura pero lo m¨¢s significativo es, ahora, ¡°lo com¨²n¡±. Pensar el mundo y la construcci¨®n, la ciudad y su urbanismo como el lugar donde propiciar lo que nos une y acrecentar lo que nos asienta. Esta propuesta conlleva una alabanza a la simplicidad y a la honestidad pol¨ªtica de los arquitectos c¨®mplices de los ciudadanos y no del maldito poder, amantes de la reuni¨®n con gentes y no con el trono.
Hasta podr¨ªa decirse que el Congreso es como un renovado manifiesto a favor de la solidaridad. Y no para homologar a los habitantes por abajo sino para tratar a la sociedad con el mismo rasero y expulsar tanto a los opresores como a los trileros.
A los a?os de falsificaci¨®n y despilfarro, a la ¨¦poca de la injusticia y el incremento de las diferencias sociales, sigue este prop¨®sito de regresar a la armon¨ªa de la cooperaci¨®n. Cooperantes unos y otros en la malla de un mismo tejido que vive y se desarrolla, se vuelve c¨¦lulas madres y ¨®rganos trasplantables gracias a la f¨®rmula de sus elementos. Fil¨®sofos, arquitectos, hombres de ciencia y de letras se proponen empezar pues en estas jornadas la tarea de ir instalando un modelo intelectual que lleve, en la pr¨¢ctica, no s¨®lo a una sociedad mejor sino, f¨ªsica y espiritualmente, a una configuraci¨®n m¨¢s guapa.
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