S¨®nar humaniza a Lana del Rey
El festival trae por primera vez a la cantante a Europa y revisa los c¨¢nones de la electr¨®nica
Por cierto, Lana del Rey existe y se plant¨® este viernes en S¨®nar, en su primer concierto europeo para demostrarlo. Al mismo escenario donde ¨ªdolos del techno como Richie Hawtin o Laurent Garnier han enloquecido al amanecer al insaciable p¨²blico de la electr¨®nica, la neoyorquina se subi¨® con un cuarteto de cuerda, piano y guitarra para lucir su versi¨®n de carne y hueso, demostrar que puede cantar y que, gustar¨¢ o no, pero la mesa que le han reservado en la fiesta es la de la estrella. De otro tiempo quiz¨¢, y a eso juega, desde su evocador nombre hasta la puesta en escena vintage que la adorna. Despleg¨® su ¨²nico ¨¢lbum y alguna pieza nueva como Body Electric (ella misma considera que corren voltios por sus venas). Y a la tercera, ya sintoniz¨® con la muchedumbre que pudo robarle a esa hora al bueno de Nicolas Jaar.
Born to die, con im¨¢genes de fondo color sepia de los Kennedy y sus vidas perdidas, son¨® a ese lamento melanc¨®lico, casi suicida, que arrastra en su vertiginoso ascenso profesional a ritmo de las cuchilladas que ha ido encajando semanalmente. Pero como si nada. Porque luego se baj¨® a hablar con el p¨²blico, a besarlos, firmar aut¨®grafos, hacerse fotos...y todo en pleno concierto.
Y ese fue el espejismo provocador, atractivo e ingeniosamente comercial -porque no decirlo- de la primera noche de S¨®nar, que hizo gala de su impresionante sistema de sonido en el gran hangar de la Fira de Barcelona. Porque por la tarde el discurso se centr¨® en otra cosa. En revisitar aquel tiempo, un par de d¨¦cadas atr¨¢s, en que la m¨²sica electr¨®nica se dedic¨® a imaginar el futuro y a escribir su banda sonora. Y aunque nadie ha conseguido todav¨ªa ir a trabajar en nave espacial ni tener ni?eras robot, podr¨ªamos decir que cronol¨®gicamente aquel tiempo ya est¨¢ aqu¨ª.
M¨¢s all¨¢ de la pirot¨¦cnica tecnol¨®gica -que la hay- la profec¨ªa autocumplida del fen¨®meno house, en pleno resurgimiento (o revitalizaci¨®n), como demuestra el cartel de la noche y el d¨ªa del viernes, invoca y actualiza sus premisas. Fiestas en lugares privados (warehouse), invocaci¨®n de la comunidad, estrellas enmascaradas como John Talabot, Burial, SBTRKT y retorno al sonido anal¨®gico de los sintetizadores ante la imprevisible volatilidad de los valores digitales, hablan mejor que nada del signo de los tiempos. Con las actuaciones de Nina Kraviz, Jacques Greene o John Talabot, la pista de baile volvi¨® ayer a prender al son del primer bombo del primer¨ªsimo comp¨¢s. Eso s¨ª, la m¨²sica baja hoy sus revoluciones, debe ser que ya no hay prisa por saber qu¨¦ nueva desgracia depara el futuro.
Jacques Greene subi¨® al escenario precedido de Daniel Miller, m¨ªtico productor y fundador de Mute Records que los 58 a?os puso a bailar a un aforo alucinado de que un tipo que podr¨ªa ser su padre, tan inexpresivo como agresivo en la ecualizaci¨®n, les estuviera haciendo mover el culo de aquella forma. ?l fue uno de los que se invent¨® toda la movida hace dos d¨¦cadas y cuando lleg¨® el renacuajo de Greene, con un despliegue de aparatos a lo Doctor Chiflado, lo tuvo dif¨ªcil para mantener el ritmo de a quien muchos llamaban a gritos "abuelo".
Al contrario que John Talabot, que por segunda vez este a?o desenlat¨® su Fin, casi reinvent¨¢ndolo en directo con la ayuda de su amigo Pional y convirti¨¦ndose, en lo mejor de la tarde de ayer. En las proyecciones de fondo pudo verse a una virgen de la Moreneta gui?ando un ojo. Pues ah¨ª lo tienen: house mediterr¨¢neo.
Los canadienses Austra hab¨ªan sido el primer gran reclamo de la tarde en el escenario principal. Lo suyo es un acercamiento al dark wave un poco m¨¢s luminoso que el proyecto paralelo que mantiene una de sus componentes con Trust (que actu¨® el jueves). Vuelve el rollo g¨®tico de sintetizador. La voz afilada de Katie Stelmanis, que a veces hace sonar un poco a su banda como a los suecos The Knife, se dedica a cortar en pedacitos r¨ªtmicos las bases ochenteras de la banda. Tocaron sus hits y consiguieron juntar a gran parte del aforo de viernes (ya mucho m¨¢s entregado) en ese escenario, pese a que Flying Lotus repet¨ªa actuaci¨®n a esa hora en el S¨®nar Dome.
En ese mismo lugar, en cambio, la rusa Nina Kraviz, lo m¨¢s sexy que circula por la electr¨®nica actual, se qued¨® en eso: en una etiqueta comercial. En la abarrotada carpa de enfrente del Macba apenas se pudo o¨ªr su voz devorada por los graves de los altavoces y las bases programadas que iba soltando desde su ordenador. Por la noche, tuvo tiempo de redimirse de los contratiempos cerrando la sala principal. Aunque bien mirado, da igual. Porque cada vez m¨¢s da la sensaci¨®n de que este u otros inconvenientes que surjan se la traen al pairo a un p¨²blico entregado al placer absoluto y, por encima de todo, convertido definitivamente en cabeza de cartel de este festival.
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