Goebbels, propagandista sobrevalorado
Peter Longerich sostiene en una nueva biograf¨ªa que el jerarca nazi padec¨ªa un trastorno narcisista y no fue en realidad una figura tan relevante del r¨¦gimen
Es uno de los nazis menos apreciados, y valga el sarcasmo, que era una de sus figuras ret¨®ricas favoritas. A Joseph Goebbels, uno de los m¨¢s famosos dirigentes del III Reich, se le ha calificado de Mefist¨®feles del partido, demagogo vil y disoluto, y, menos finamente, de cojo sat¨¢nico y enano iracundo. Victor Klemperer lo define en sus diarios como ¡°el m¨¢s venenoso y mendaz de todos los nazis¡±. Goebbels (Rheydt, 1897-Berl¨ªn, 1945, suicidado y chamuscado ¡ªno consiguieron quemar del todo su cuerpo¡ª en el F¨¹hrerbunker) ha sido probablemente el propagandista m¨¢s famoso de la historia. Med¨ªa poco m¨¢s de metro y medio y padec¨ªa desde ni?o de atrofia y par¨¢lisis cr¨®nica del pie derecho, lo que provoc¨® comentarios ir¨®nicos sobre sus peroratas acerca de la superioridad de la raza aria, en la que generosamente se inclu¨ªa. Sus defectos f¨ªsicos (y no digamos morales) no le impidieron disfrutar de numerosas aventuras sexuales, que consignaba puntualmente en su diario, y ganarse merecida fama de rijoso. Vocero de Hitler, antisemita radical despiadado, gauleiter de Berl¨ªn, ministro de Propaganda del r¨¦gimen m¨¢s atroz de la historia de la humanidad, Goebbels, el Savonarola pardo, fue un fan¨¢tico predicador de la violencia nazi y su humeante rastro puede seguirse desde las luchas callejeras hasta la declaraci¨®n de guerra total.
A tan edificante individuo ha dedicado una nueva biograf¨ªa, monumental como suele (1.052 p¨¢ginas), el gran especialista en el III Reich y el Holocausto Peter Longerich, autor ya de otra colosal y reveladora obra sobre Heirich Himmler (RBA, 2009). Longerich (Krefeld, Alemania, 1955), profesor de historia contempor¨¢nea en la universidad de Londres, sigue en Goebbels (RBA, 2012) el discurrir vital y pol¨ªtico del personaje, desde su crisis de intelectual fracasado necesitado de un prop¨®sito en 1923 hasta su decisi¨®n de morir con su familia junto a Hitler en abril de 1945, ofreciendo una visi¨®n completa del mismo y en buena medida muy novedosa. ?Cree que era el nazi m¨¢s desagradable?, le pregunto. ¡°No sabr¨ªa decirle, me parece una competici¨®n muy extra?a¡±.
El historiador dice que muchas decisiones no se le consultaron
El historiador sostiene que Goebbels sufr¨ªa de ¡°un trastorno narcisista de personalidad¡± que le hac¨ªa buscar adictivamente el reconocimiento y el elogio, y que fue lo que ciment¨® su dependencia de Hitler, al que convirti¨® en el ¨ªdolo al que subordinarse para recibir legitimaci¨®n y gratificaci¨®n. Ese narcisismo patol¨®gico, basado probablemente en una falta de atenci¨®n materna en la infancia y en el que no influy¨® su minusval¨ªa f¨ªsica, se?ala Longerich, ¡°explica la casi absoluta devoci¨®n a Hitler, su obsesi¨®n con su propia imagen y el hecho de que pasara una considerable parte de tiempo enzarzado en largas batallas contra sus competidores en el entorno de Hitler¡±.
Sorprendentemente, Longerich retrata a un Goebbels mucho menos importante en el seno del r¨¦gimen de lo que se cre¨ªa. ?Ha sido Goebbels pues hist¨®ricamente sobredimensionado? ¡°As¨ª es. Y de alguna manera seguimos siendo v¨ªctimas de su propaganda y sobrevalor¨¢ndolo. Como muestro en el libro, muy a menudo no estuvo involucrado en el proceso de toma de decisiones. Esa situaci¨®n no cambi¨® durante la guerra, pero Hitler se encontraba con ¨¦l cada cuatro o seis semanas para conversaciones privadas y eso le proporcionaba la sensaci¨®n al ministro de ser el m¨¢s cercano asesor del l¨ªder. Gobbels nunca se dio cuenta de c¨®mo era manipulado y usado por Hitler¡±. En su libro, Longerich muestra c¨®mo una y otra vez Goebbels se encuentra ante decisiones de gran calado de las que no ha sido informado previamente y que incluso le cogen con el pie cambiado, valga la expresi¨®n.
Eso no quiere decir, por supuesto, que Goebbels fuera inocente de los cr¨ªmenes nazis. ¡°Tuvo un papel activo en la radicalizaci¨®n de la persecuci¨®n de los jud¨ªos, en particular en su doble papel de l¨ªder del partido en la capital y como ministro de propaganda y jefe del aparato de propaganda del partido¡±.
¡°Fue por encima de todo un gran publicista de s¨ª mismo¡±
En la visi¨®n de Longerich, Goebbels no es tampoco el gran propagandista que se nos ha hecho creer. ¡°El problema es que una de las fuentes principales para estudiar a Goebbels es su propia propaganda, y hemos estado bajo el influjo de ella. Goebbels fue por encima de todo un propagandista de s¨ª mismo, tratando de convencer al mundo de que era un genio de la propaganda capaz de unir a toda Alemania detr¨¢s de Hitler. La historia del ¨¦xito de su sistema de propaganda es parte esencial de esa misma propaganda. Tenemos que tener presente que las fotograf¨ªas, metraje y otras fuentes que normalmente usamos como evidencia de su ¨¦xito para manipular al pueblo alem¨¢n fueron producidos en el ministerio de Propaganda, con un prop¨®sito principal: crear ese mito¡±.
Dicho esto, Longerich reconoce que Goebbels fue un innovador al utilizar en la propaganda pol¨ªtica el modelo de los anuncios comerciales que estaban entonces bajo el influjo de la publicidad llegada desde EE UU y que se basaban en que se pod¨ªa inducir el comportamiento de los clientes con est¨ªmulos relativamente simples, en parte subconscientes. En cierta manera, pues, Goebbels fue el Donald Draper de los nazis.
Otra caracter¨ªstica inesperada que destaca Longerich es la falta de ideas pol¨ªticas claras de Goebbels. ¡°Me sorprendi¨® la ausencia de conceptos o visiones pol¨ªticos en su obra. Tras leer miles de p¨¢ginas en sus escritos no queda claro qu¨¦ tipo de sociedad o sistema pol¨ªtico prefer¨ªa o cu¨¢les eran sus ideas b¨¢sicas acerca de la pol¨ªtica exterior o la Europa dominada por los nazis. Para ¨¦l, la cuesti¨®n central fue siempre su propia posici¨®n en el r¨¦gimen, o mejor dicho, c¨®mo ¨¦l y su obra eran percibidos por Hitler. Podr¨ªa decirse que en pol¨ªtica estaba m¨¢s interesado en el envoltorio que en el contenido¡±.
La percepci¨®n que ten¨ªa de su atractivo sexual es digna de Torrente
Le pregunto a Longerich qu¨¦ opina de la parte de seductor de Goebbels que incluye dobletes dignos del Jard¨ªn prohibido de Sandro Giacobbe y apreciaciones de su propio atractivo que no desentonar¨ªan en Torrente (¡°No tengo tiempo para entregarme del todo a las mujeres¡±, escribi¨® en su diario, ¡°misiones mayores esperan por m¨ª¡±). ¡±Creo que ante todo ha de ser vista como parte de su car¨¢cter narcisista. Su ¨¦xito con las mujeres ¡ªen muchos casos actrices cuyas carreras depend¨ªan de ¨¦l¡ª le serv¨ªa de est¨ªmulo para autosatisfacer su propia personalidad¡±.
Pese a ser un libro profundamente centrado en lo pol¨ªtico, la biograf¨ªa de Longerich dedica especial atenci¨®n a la extravagante relaci¨®n que mantuvieron Goebbels, su esposa Magda (la Medea nazi) y Hitler. ¡°La he descrito como un tri¨¢ngulo, sin especular sobre el elemento sexual. Me parece fascinante hasta qu¨¦ punto Goebbels permiti¨® a Hitler convertirse en parte de su familia y c¨®mo le dej¨® tomar decisiones b¨¢sicas que concern¨ªan a su vida privada¡±. Longerich se?ala que hubo flirteo entre Magda y Hitler, lo que provocaba celos torturante en Goebbels, que deb¨ªa reprimirlos porque, demonios, el F¨¹hrer era el F¨¹hrer.
?Se podr¨ªa hablar de amistad entre Hitler y Goebbels? ¡°No creo que Hitler tuviera ning¨²n amigo personal. Y en el caso de Goebbels, admiraba a Hitler y era extremadamente dependiente de ¨¦l. No llamar¨ªa a eso amistad¡±. ?Qu¨¦ pena habr¨ªa recibido Goebbels de no haberse suicidado en el b¨²nker de la canciller¨ªa y haber comparecido ante el tribunal de Nurenberg? ¡°Sin duda, ejecuci¨®n¡±.
Longerich explica que su pr¨®ximo libro, que ya ha empezado, ser¨¢ otra biograf¨ªa de un jerarca nazi ¡ªle ha cogido el gusto al g¨¦nero¡ª, aunque no quiere revelar a¨²n el nombre. Lo que es seguro es que no ser¨¢ el este a?o tan de moda Heydrich. ¡°Personalmente no lo encuentro un candidato adecuado para otra biograf¨ªa¡±.
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