Alejo Stivel: ¡°Tengo mi neurosis bastante controlada¡±
La voz de Tequila lleva dos d¨¦cadas manej¨¢ndose como productor de gran ¨¦xito Con 53 a?os cuenta que los tiempos de excesos son cosas del pasado
Una vez el mes come carne, por prescripci¨®n facultativa. No es vegetariano exactamente, pero se golpe¨® tanto el h¨ªgado durante el tiempo en que sus compa?eros de generaci¨®n y de escenarios se golpearon tanto el h¨ªgado, el cuerpo y el alma, que una ma?ana decidi¨® parar y par¨® de casi todo. Empez¨® a comer alimentos m¨¢s saludables, pero sobre todo dej¨® de beber (radicalmente) y de tomar todas las sustancias que en un tiempo acrecentaron su actividad y su alegr¨ªa, pero que luego le devolvieron, en el espejo, pero tambi¨¦n por dentro, la palidez de una melancol¨ªa sobre la que tuvo que decidir: segu¨ªa as¨ª y se mataba o apostaba por ponerle una frontera al desvivirse.
Eran noches enteras de alcohol y drogas, en todos los escenarios de Espa?a o de Am¨¦rica, junto a sus compa?eros del grupo Tequila, que ¨¦l contribuy¨® a formar, y eran tiempos de ¨¦xitos y de parabienes, pero la factura iba creciendo y el cuerpo mand¨® parar. Ojo, Alejo Stivel, que entonces ten¨ªa 30 a?os y ahora tiene 53, no es un moralista, no predica las virtudes de la curaci¨®n: dice lo que le pas¨®.
Argentino de nacimiento, Alejo es hijo de una actriz y maestra de actores, Zulema Katz, que vivi¨® con ¨¦l en Madrid m¨¢s de 30 a?os en este espacio di¨¢fano en el que nos recibe, y del poeta y periodista, y montonero, argentino Francisco Urondo, muerto en un enfrentamiento con la polic¨ªa de la dictadura militar. Sigue activo en la m¨²sica, como autor (ahora publica Dec¨ªamos ayer, con versiones de creaciones suyas y de otros colegas), como productor, como ide¨®logo de composiciones ajenas y como agitador de una cultura que ahora no est¨¢ en el mejor momento para mirarse al espejo. Le propusimos hablar sobre aquel periodo en el que decidi¨®, ante s¨ª mismo, por la salud antes que por la absoluta alegr¨ªa de la noche interminable, cuando pidi¨® carne en uno de sus restaurantes favoritos, el De Mar¨ªa, y el camarero le dijo: ¡°?La raci¨®n mensual, Alejo?¡±. Ah¨ª desarroll¨® su recuento de aquellos a?os, que fueron estupendos y fatales. La droga y otros excesos acabaron con mucha gente de su generaci¨®n, m¨²sicos sobre todo, y de su lado desaparecieron compa?eros y amigos muy queridos. A ¨¦l, el h¨ªgado le pas¨® (y le sigue pasando) graves recados, ¡°por eso en este sitio saben que solo como carne una vez al mes, porque mi h¨ªgado me obliga, y es el doctor el que me dice que mi salud tambi¨¦n me obliga a tener esta raci¨®n mensual¡±. Por esta raz¨®n, el m¨²sico en esta ocasi¨®n habla m¨¢s de la vida que de la m¨²sica, aunque tambi¨¦n, porque aqu¨ª explica c¨®mo salv¨® la vida y tambi¨¦n salv¨® la m¨²sica.
Cuando eres joven, el peligro es un adictivo importante. Da acci¨®n
?Y qu¨¦ tal se lleva ahora con la vida?? Tengo mi neurosis bastante controlada. Felicidad es una palabra que no me gusta, pero trato de buscar la parte buena, y m¨¢s o menos lo paso bien. Tengo presente que esto dura poco, y como adem¨¢s no sabemos cu¨¢ndo se acaba, intento relativizarlo todo bastante. A veces no lo consigo. Soy inquieto, curioso y trato de mantener esa sensaci¨®n de la vida.
Su vida est¨¢ llena de incidentes colectivos. Argentina con los militares, el exilio en Espa?a, la vida incendiada y feliz de los ochenta y los noventa. Empecemos por Argentina, su infancia rodeado de gente como Juan Gelman, Julio Cort¨¢zar, los amigos de sus padres, la pol¨ªtica. Y usted es un ni?o que mira. Una familia peque?a, pero con muchos integrantes, metida en la cultura y en la pol¨ªtica. A los ocho a?os, mi padre, que se cas¨® con mi madre cuando yo ten¨ªa dos a?os, me llev¨® a cubrir un golpe de Estado incruento, ante la Casa Rosada. Cuando lleg¨® Per¨®n a Argentina, en 1973, yo militaba en una organizaci¨®n juvenil peronista. Una gran multitud fue a Ezeiza, hubo un brutal tiroteo, est¨¢bamos en medio del fuego cruzado. La masacre de Ezeiza. Ese era el clima natural en el que viv¨ªamos desde la infancia.
Despu¨¦s vino la gran cat¨¢strofe, la dictadura militar, los desaparecidos, la guerra sucia¡ Apenas viv¨ª la dictadura porque, nada m¨¢s empezar, a Urondo ¨Csegundo marido de su madre, al que Alejo llama padre¨C lo matan y nosotros nos venimos a Espa?a. Aun as¨ª, me llevaron detenido solamente por estar caminando por la calle. Era menor de edad y podr¨ªan haberme hecho desaparecer sin problemas. Y despu¨¦s viv¨ª la dictadura m¨¢s por las noticias: cada semana ca¨ªa o desaparec¨ªa alguien del entorno. Tuve la suerte de poder vivir desde lejos la desgracia.
Que empieza por la desgracia de perder al padre. Urondo era un tipo genial. Era un bon vivant intelectual, amigo de todo el mundo. Cuando yo era peque?o, por mi casa pasaban todos. Cort¨¢zar era muy habitual, le escrib¨ªa cartas, compart¨ªa mucho con ¨¦l. Gelman pasaba las temporadas de algunas de sus contrariedades sentimentales con nosotros; me escribi¨® un poema siendo yo muy chico, ah¨ª est¨¢, en esa pared. Urondo ten¨ªa mucho sentido del humor¡ Pertenec¨ªa a una organizaci¨®n armada en la que hab¨ªa gente con ambiciones de poder y otros con intenciones m¨¢s oscuras. Pero algunos, como ¨¦l, ten¨ªan m¨¢s que perder que ganar. Si no se hubiese metido ah¨ª, habr¨ªa tenido una buena vida. Escrib¨ªa, le iba bien, trabajaba en peri¨®dicos, en los ¨²ltimos a?os estuvo en Noticias, el diario en el que estaban Tom¨¢s Eloy Mart¨ªnez y Juan Gelman, y antes trabaj¨® en La Opini¨®n, con Jacobo Timerman. Y todos los a?os editaba un libro, generalmente de poes¨ªa, pero tambi¨¦n de ensayo, o alguna novela. Ten¨ªa mucho ¨¦xito con el mundo femenino. Le gustaba el buen vino y la buena comida y renunci¨® a todas estas cosas por un ideal. No ten¨ªa ambici¨®n de poder. Se meti¨® en la lucha armada porque as¨ª cre¨ªa que hac¨ªa el bien.
?C¨®mo ve usted ahora esa opci¨®n armada? Es muy dif¨ªcil analizarla desde hoy, porque enseguida la relacionas con ETA o Al Qaeda, el terrorismo actual. Aquel era un momento sociopol¨ªtico muy diferente a este; la revoluci¨®n cubana estaba en plenitud, se pod¨ªa seguir ese ejemplo e intentar buscar una consecuencia parecida. Hoy se ve la decadencia de esa revoluci¨®n, la sociedad ha cambiado y no se sabe muy bien qu¨¦ valores hemos de perseguir, se supone que los valores socialdem¨®cratas. Un momento tan distinto. Pero el nuestro era un pa¨ªs con muchas injusticias en el que era muy dif¨ªcil que funcionara la democracia. Eso era lo que se pensaba entonces. Visto desde hoy, hay gente que dice que esa lucha armada cre¨® el caldo de cultivo para que viniera la dictadura. Pero tambi¨¦n se puede deducir que ellos ya sab¨ªan que vendr¨ªa una opci¨®n ultraliberal que intentar¨ªa mantener el poder econ¨®mico. Y esto fue lo que pas¨®: un golpe muy duro, mataron a un mont¨®n de gente para que nadie protestara y cambiaron el pa¨ªs hacia un modelo m¨¢s desigual.
Volvi¨® a Argentina. ?Sinti¨® que recuperaba el tiempo perdido, o aquel tiempo ya no estaba m¨¢s? No. Cuando volv¨ª a Argentina, tras ocho a?os, ten¨ªa veinticinco. Yo hab¨ªa cambiado mucho, y tambi¨¦n mi pa¨ªs. Se manten¨ªan algunas cosas, hab¨ªa escenograf¨ªas m¨¢s o menos parecidas, pero mucha gente que estaba antes de irme ya no estaba. Quedaba alguna, mi hermana Andrea, por ejemplo, un hijo de Paco Urondo que sobrevivi¨® sin irse. Pero mi sensaci¨®n era que volv¨ªa a otro lugar. A veces me dicen que vuelva, ahora que todo est¨¢ tan mal en Espa?a. Y yo digo: ?Volver? Yo no tengo ad¨®nde volver. A estas alturas, yo soy tan de aqu¨ª como de all¨ª. Con lo cual, si vuelvo all¨ª, tambi¨¦n tendr¨ªa que volver aqu¨ª, porque aqu¨ª me dejar¨ªa asimismo muchas cosas. Hay mucha gente que se fue de all¨ª y no para de mirar todo el tiempo Internet para ver qu¨¦ dicen los peri¨®dicos de all¨¢.
?De qu¨¦ sitio se fue? Me fui de un pa¨ªs m¨¢s ingenuo, a¨²n no hab¨ªa ocurrido toda la tragedia, era muy bueno para vivir, muy abierto. Al llegar, Madrid me pareci¨® un horror, ya hab¨ªa muerto Franco, pero todav¨ªa todo era muy oscuro, muy gris, la gente iba con el gran peso que les hab¨ªa dejado la Iglesia. Y Argentina era un pa¨ªs muy liberal¡, bueno, no tanto, pero el pa¨ªs en el que yo me desenvolv¨ªa era muy divertido.
?Y c¨®mo fue posible tanto drama en una sociedad como aquella? Hay un caso m¨¢s flagrante en el siglo XX. ?C¨®mo fue posible la barbarie nazi en Berl¨ªn? O sea, que la inteligencia y el sentimiento liberal no garantizan que todo vaya a ir bien.
Tuve que elegir: la claridad o lo oscuro. Tom¨¦ el camino de la vida
Lo cierto es que Alemania todav¨ªa tiene el trauma. ?C¨®mo ha quedado el trauma en el alma de los argentinos? La sociedad ha quedado tocada, por supuesto. Hay gente que mirar¨¢ para otro lado para no verlo, pero otros tienen familiares o amigos que desaparecieron. Ha afectado mucho, y todav¨ªa es un asunto espinoso. Las mismas Madres de la Plaza de Mayo ni siquiera eran tenidas en cuenta institucionalmente hasta hace poco, cuando N¨¦stor Kirchner las recibi¨® en la casa de Gobierno les dio una subvenci¨®n y reconoci¨® un poco su labor. Tambi¨¦n fue el primero que convirti¨® la Escuela de Mec¨¢nica de la Armada, un centro de detenci¨®n y de desapariciones, en el Museo de la Historia.
?Y c¨®mo fue cambiando este pa¨ªs que usted hall¨® oscuro? Ven¨ªa de Buenos Aires, donde la gente se vest¨ªa de manera m¨¢s personal. Aqu¨ª todos iban uniformados y de oscuro. Conforme pas¨® el tiempo se pod¨ªa percibir que se avecinaba algo bueno. Y as¨ª fue. Fueron unos a?os muy estimulantes y muy divertidos. Los ochenta en Madrid fueron una fiesta continua.
Y usted se pas¨® esa fiesta bailando. Bailando, cantando y haciendo bailar y cantar a la gente. Tuve la suerte de ser uno de los animadores de la fiesta.
?C¨®mo acab¨® la fiesta? Las fiestas siempre terminan de forma parecida. Resaca y algunos arrepentimientos. De hecho, ahora estamos pagando la fiesta desde el punto de vista econ¨®mico. Termin¨® la fiesta con algunas bajas. Aquella explosi¨®n fue dejando algunas cenizas, pero tambi¨¦n ayud¨® a que este pa¨ªs pasara a la normalidad.
Cu¨¦nteme el principio de la fiesta. Ten¨ªa 18 a?os y mi vida era salir a tocar varias veces por semana. Me sub¨ªa a los escenarios donde la gente ven¨ªa a pasarlo bien, gan¨¢bamos dinero, las chicas nos trataban bien y lo aderez¨¢bamos todo con algunas drogas. Mucha gente de nuestra edad nos ten¨ªa envidia porque ¨¦ramos el sue?o de todo pibe, ser una estrella del rock. De alguna manera fue una especie de venganza por todo lo que hab¨ªa sufrido, por haberme tenido que ir, por todos los muertos, por toda la decepci¨®n y la frustraci¨®n de la derrota de mi entorno. Ven¨ªa de un bando derrotado, y aqu¨ª, en ese sentido, el partido lo gan¨¦¡
Era un tiempo de felicidad y peligro. Cuando eres joven, el peligro es un adictivo importante. Es bueno estar en peligro, le da m¨¢s acci¨®n al momento.
Ese peligro usted lo super¨®, pero afirma que hubo bajas. Las hubo.
Para ser m¨²sico puedes no estar sobrio, pero no para ser productor
?C¨®mo vivi¨® la evidencia de que ese peligro era real, no solo algo adictivo? Es que en esos a?os las drogas no se ve¨ªan como tales. Es como lo que pasaba con la violencia pol¨ªtica. La violencia pol¨ªtica, vista desde hoy, evoca la pena de que muriera tanta gente por arriesgarse y entregarse a la lucha en lugar de vivir y ser as¨ª m¨¢s ¨²tiles. Con las drogas no se hab¨ªa vivido todo lo que pas¨® despu¨¦s. Ve¨ªas que mucha gente ten¨ªa una vida triunfal, m¨²sicos, actores, escritores; consum¨ªan drogas y eso no les afectaba, o aparentemente no afectaba a su buen hacer. Por otro lado, cuando eres joven te sientes indestructible. Yo pod¨ªa pasarme tres d¨ªas sin dormir, drog¨¢ndome, actuando, haciendo de todo, y eso no me causaba ning¨²n da?o. Ese peligro lo viv¨ªamos de una manera muy l¨²dica. Evidentemente, hab¨ªa peligro y sab¨ªas que no era vitamina lo que tomabas, pero jugar con ese filo era algo l¨²dico, est¨¦tico y casi literario. Desde Cocteau hasta Keith Richards, eso ha sido una m¨ªstica.
?Ten¨ªa conciencia de que era peligroso? S¨ª, la hab¨ªa, pero no tanta como la que vino despu¨¦s. Hab¨ªa habido casos de famosos cantantes que hab¨ªan muerto¡ Janis Joplin, Jimi Hendrix¡ Era peligroso, pero era un peligro que asum¨ªas como algo l¨²dico y casi ¨¦pico. Era otra sociedad tambi¨¦n: los chavales hoy toman pastillas de nueva generaci¨®n que tambi¨¦n son muy peligrosas, y probablemente tampoco tengan conciencia del peligro.
Hay un poema de Jaime Gil de Biedma que da noticia de cuando la vida va en serio¡ ?Cu¨¢ndo se dio cuenta usted de que la vida iba en serio? A m¨ª, lo que me pas¨® fue que un d¨ªa me levant¨¦, me mir¨¦ en el espejo mientras me lavaba los dientes y tuve la sensaci¨®n de que los caminos se separaban. Hasta ese momento era un solo camino en el que todo se pod¨ªa combinar. Pero los caminos se separaron y me dije que ten¨ªa que elegir entre la claridad y lo oscuro. Lo decid¨ª y tom¨¦ el camino de la vida. Me ayud¨® much¨ªsimo lo que me hab¨ªan transmitido mis mayores, mi madre, Paco Urondo. Sent¨ª que estaba muy bien hacer lo que a uno le sal¨ªa de los cojones, pero que hab¨ªa llegado a un punto en que empezaba a no valer la pena. Tengo una gran fuerza de voluntad. Me agarr¨¦ a lo que mam¨¦. Creo que alguien que no haya tenido una base s¨®lida como la que tuve yo lo tiene mucho m¨¢s dif¨ªcil. Tir¨¦ mucho de amigos, cambi¨¦ mi c¨ªrculo, evidentemente, estaba en uno en el que todos ¨ªbamos de lo mismo. Estuve unos meses en medio de la confusi¨®n, pero despu¨¦s lleg¨® la serenidad.
La conciencia del peligro habr¨¢ tenido consecuencias en el mundo del espect¨¢culo¡ En algunos casos pudo haberse dado una p¨¦rdida de creatividad; en otros casos, una p¨¦rdida de gente, la que se fue para siempre. Creo que las nuevas generaciones est¨¢n menos influenciadas, aunque el alcohol siempre est¨¢ presente, una droga legal que la gente sigue consumiendo¡ Quiz¨¢ ahora los artistas se drogan menos que los de las generaciones anteriores, y eso puede suceder con la juventud en general, pero beben como locos, y los fines de semana ah¨ª los ves a muchos con coma et¨ªlico.
?C¨®mo sinti¨® la muerte de sus amigos, sus compa?eros de m¨²sica? Yo ven¨ªa experimentado en el tema de las desapariciones de amigos, pero ese no era un suavizante sentimental, as¨ª que esa herida siempre dura. Siempre es triste saber que no vas a ver m¨¢s a alguien, no hay ant¨ªdoto para eso por m¨¢s experiencia que tengas en la materia¡
?Ahora ve con claridad la ¨¦poca de la oscuridad? S¨ª, y me quedo con los momentos m¨¢s l¨²dicos, m¨¢s divertidos y m¨¢s interesantes. La vor¨¢gine del rock and roll estaba muy bien.
Musicalmente, para usted, ?qu¨¦ consecuencias tuvo dejar lo oscuro? Coincidi¨® con mi etapa de productor; dej¨¦ de estar delante de los focos y pas¨¦ detr¨¢s. No fue una decisi¨®n que yo tomara, sino que la vida me fue llevando. Me convert¨ª en productor. Supongo que la sobriedad me hizo ser un buen productor. Para ser m¨²sico puedes no estar sobrio, pero para ser productor tienes que estarlo un poco m¨¢s.
?Para qu¨¦ le ha servido la m¨²sica en los tiempos buenos y en los tiempos malos?? No soy muy original en lo que te digo: la m¨²sica es una compa?¨ªa muy interesante y te aporta sensaciones. Cuando est¨¢s triste, te pones una m¨²sica triste que te ayuda a estar triste, y cuando est¨¢s euf¨®rico, lo contrario. Es la banda sonora de la pel¨ªcula que vive cada uno. La vida es un filme y le ponemos la banda sonora que queremos porque somos los directores de nuestra propia pel¨ªcula, acompa?amos los distintos ¨¢nimos con m¨²sica.
?Qu¨¦ im¨¢genes y qu¨¦ m¨²sica tiene su pel¨ªcula? Tiene de todo. Beatles, Rolling, Dylan, James Taylor, Joni Mitchell, Miles Davis, Charly Garc¨ªa, Spinetta, Silvio Rodr¨ªguez, Serrat, Sabina¡ E im¨¢genes se me acumulan miles.
D¨ªgame una. El momento en el que me voy de Argentina con mi madre en el barco. Son momentos convulsos, tr¨¢gicos, casi ¨¦picos, de la historia de hoy, pero que entonces no ten¨ªan nada de ¨¦picos¡ Subimos al barco como antes lo?hicieron mis abuelos cuando salieron de Europa del Este hacia Latinoam¨¦rica. En esta ocasi¨®n, mis abuelos estaban abajo junto a mis t¨ªos y algunos amigos, mientras nosotros mir¨¢bamos desde cubierta. Sueltan amarras, suena la sirena y el barco se empieza a separar muy lentamente y segu¨ªamos despidi¨¦ndonos hasta que ya no se distingu¨ªa la gente, que ya se iba yendo del puerto. Se iban haciendo cada vez m¨¢s peque?os hasta que se convierten en un puntito y finalmente desaparecen. Todo este proceso dur¨® una hora y media, y todo ese tiempo estuvimos mi madre y yo en cubierta mirando, viendo c¨®mo se iba no un cap¨ªtulo, sino un libro de nuestra vida, y con la sensaci¨®n de que jam¨¢s ¨ªbamos a volver. Dos d¨ªas antes, mientras hac¨ªamos los tr¨¢mites para marcharnos, yo iba en autob¨²s por la ciudad y cada vez que pasaba por alg¨²n lugar representativo pensaba que nunca m¨¢s en la vida iba a volver a verlo. Muchas veces iba llorando en el autob¨²s pensando que me iba despidiendo de todos estos lugares para siempre. Ese d¨ªa dividi¨® mi vida en dos.
Su madre le acompa?¨® en el viaje, y luego durante muchos a?os. En los tiempos oscuros tambi¨¦n. ?C¨®mo fue?su relaci¨®n con ella? Me acompa?¨® siempre, y me acompa?a hasta hoy. Muri¨® en 1994, con 62 a?os, poco despu¨¦s de que yo resurgiera. Mi padre biol¨®gico tambi¨¦n muri¨® con esa edad. Era actriz y profesora de actores. Ten¨ªa muy buena energ¨ªa, aglutinaba. Nunca cen¨¢bamos solos en la casa de Buenos Aires. Aquel era un refugio de chilenos, de uruguayos. Y luego, la casa de Madrid fue refugio de argentinos, de chilenos, de uruguayos. Fue una madre para mucha gente.
?C¨®mo reaccion¨® cuando usted decidi¨® pasar al lado claro? Hasta mi lado oscuro lo llev¨® con gran elegancia, con un gran respeto. Dej¨® que yo me diera cuenta de lo que ten¨ªa que hacer, lo que era muy dif¨ªcil, porque ten¨ªa que hacer un esfuerzo muy grande. Lleg¨® a estar muy preocupada porque en esos a?os oscuros tuve algunos en los que no hac¨ªa nada, solo sal¨ªa de noche, beb¨ªa, me drogaba, iba con t¨ªas, llegaba a cualquier hora y dorm¨ªa todo el d¨ªa, hasta la noche, para volver a empezar. Estaba en una rueda de bohemia intensa que, vista desde ahora, es tambi¨¦n un buen cap¨ªtulo de la vida, pero ella estaba muy preocupada. Sin embargo, lo manej¨® de una manera muy inteligente, sin inmiscuirse demasiado.
?Y tiene usted claro que este es el lado claro? ?No! ?Ja ja ja! Tengo claro que este es el lado en el que le hago menos da?o a mi cuerpo y creo que a mi mente, el lado en el que tengo el mayor control de mis sentidos, pero tambi¨¦n me gustaba mucho perder el sentido. Ni lo tengo claro ni puedo hacer proselitismo, cada uno vive sus experiencias en este mundo y cada uno las vive como mejor cree o le conviene. Me horrorizar¨ªa decir que las cosas son mejor as¨ª que de otra manera. Esto me funciona a m¨ª ahora. No s¨¦ si siempre ser¨¢ as¨ª.
M¨²sica, Tequila y peligros
Alejo Stivel (Argentina, 1959) es cantante, compositor y productor musical. Ha sido la voz del grupo de rock Tequila (en la imagen superior, junto a sus otros componentes: Ariel Rot, Manolo Iglesias, Felipe Lipe y Juli¨¢n Infante, en 1980). Como productor ha sido responsable de trabajos de m¨²sicos como Estopa, Nena Daconte, M Clan, Sabina y La Oreja de Van Gogh. As¨ª rememora la creaci¨®n de Tequila, que fue el cumplimiento de una ilusi¨®n compartida en el tiempo m¨¢s feliz de la juventud de los ochenta: "Ariel Rot y yo ya compon¨ªamos en Buenos Aires antes de venir a vivir a Espa?a. Era m¨²sica que iba un poco en contra de lo que all¨ª m¨¢s se consum¨ªa. No ten¨ªamos ni idea de c¨®mo era aqu¨ª, pero parece que llegamos en el momento indicado al lugar indicado. La premisa era el rock and roll, pasarlo bien y hacer algo que a la gente le permitiera evadirse. Desmelenarse un poco¡ y entonces ten¨ªamos melenas".
Babelia
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