¡®La vida es sue?o¡¯: Barroco flam¨ªgero
Fernando de Felipe me hablaba el otro d¨ªa del abortado proyecto de llevar al cine La vida es sue?o, que har¨¢ diez a?os acometi¨® para Filmax / Focus, y que iba a suponer el debut cinematogr¨¢fico de Calixto Bieito. ¡°Cuando me encargaron el guion pens¨¦: ¡®?Qu¨¦ pereza!¡¯. Pero a medida que entr¨¢bamos en harina mi entusiasmo crec¨ªa: por la riqueza de los conceptos, de las situaciones, de los personajes; por la modernidad apabullante del texto. Al final, la pel¨ªcula no vio la luz, pero no lo he pasado mejor en mi vida que el a?o que Calixto y yo pasamos trabajando en el drama de Calder¨®n¡±.
No es el ¨²nico al que le ha pasado: Calder¨®n impone y luego abduce. De La vida es sue?o se ha dicho que es ¡°el Hamlet espa?ol¡±; y que su tema central (en palabras de Aza?a) es ¡°la angustia metaf¨ªsica sobre el valor incierto de la vida¡±. O que anticipa a Schopenhauer en su interrogaci¨®n existencial sobre ¡°el mundo como voluntad o representaci¨®n¡±.
Barriendo para casa, Men¨¦ndez y Pelayo asegur¨® que ¡°no existe en el arte dram¨¢tico idea m¨¢s asombrosa que la que sirve de forma sustancial a esta obra¡±. Puede que no de un modo tan rotundo, aunque es absolutamente recurrente en Shakespeare la noci¨®n del mundo como escenario y la vida como una fantasmagor¨ªa en la que se suceden los roles y las representaciones. Por otro lado, la interrogaci¨®n sobre la espectralidad de la existencia es historia antigua, y bien la conoc¨ªa Calder¨®n desde sus juveniles lecturas filos¨®ficas: Plat¨®n dibuj¨® en La Rep¨²blica la imagen fundacional de la caverna, en cuyo interior unos prisioneros toman por reales las sombras que una hoguera exterior proyecta sobre el muro. Esa alegor¨ªa, que al correr del tiempo fundamentar¨ªa incontables ficciones, desde La invenci¨®n de Morel a la trilog¨ªa Matrix, reaparece una y otra vez en el Barroco espa?ol, pero antes de entrar en eso, y si queremos hallar un claro precedente de La vida es sue?o en nuestras letras, cabe remontarse, tres siglos antes, al maravilloso relato El brujo postergado, que el infante Don Juan Manuel recoge en El conde Lucanor, donde un nigromante hace vivir a un cl¨¦rigo ambicioso una vida de triunfos, hasta revelarle, ya con el papado en sus manos, que todo fue una ilusi¨®n m¨¢gica.
Calder¨®n cre¨ªa en un mundo gobernado por
Hacia 1600, la disyuntiva entre imagen y realidad clausura (puro El show de Truman) el c¨¦lebre soneto atribuido por igual a Lupercio y a su hermano Bartolom¨¦ de Argensola (¡°Porque ese cielo azul que todos vemos / ni es cielo ni es azul / ?L¨¢stima grande / que no sea verdad tanta belleza!¡±), que el propio Calder¨®n retomar¨¢, palabra m¨¢s, palabra menos, en Saber del mal y del bien (1634), escrita un a?o antes de La vida es sue?o. Y en 1613, para echar su cuarto a esas espadas, apuntilla G¨®ngora en sus Soledades con estrofa memorable: ¡°El sue?o, autor de representaciones / en su teatro sobre el viento armado / sombras suele vestir de bulto bello¡±.
?Existen, ahora que lo pienso, paralelismos o confluencias entre Calder¨®n y Shakespeare? La relaci¨®n, antes citada, entre La vida es sue?o y Hamlet creo que est¨¢ m¨¢s centrada en el car¨¢cter atormentado y reflexivo de sus respectivos protagonistas y en la riqueza formal de ambos textos que en similitudes ideol¨®gicas de fondo. Apuntar¨ªa, m¨¢s bien, una posible conexi¨®n con La tempestad, que Shakespeare escribe en 1611: Basilio est¨¢ cerca de Pr¨®spero, y hay algo indudablemente calibanesco en Segismundo.
Las lecturas de La vida es sue?o son infinitas. Para unos, es una pieza de propaganda, que Calder¨®n compuso para inculcar los dogmas de la Contrarreforma (libre albedr¨ªo cat¨®lico frente a determinismo protestante), como ilustrar¨ªa, entre muchos otros, el verso ¡°porque el hado m¨¢s esquivo / la inclinaci¨®n m¨¢s violenta / el planeta m¨¢s imp¨ªo / solo el albedr¨ªo inclinan / no fuerzan el albedr¨ªo¡± (idea que, por cierto, tambi¨¦n aparece en El rey Lear de Shakespeare, acerca de la supuesta predestinaci¨®n de los eclipses); para otros, Calder¨®n sintetiza conceptos cercanos al hinduismo o el budismo, como este otro pasaje de Segismundo, coincidente con el pensamiento k¨¢rmico: ¡°M¨¢s, sea verdad o sue?o / obrar bien es lo que importa / si fuera verdad, por serlo / si no, por ganar amigos / para cuando despertemos¡±.
S¨ª parece cosa cierta que Calder¨®n cre¨ªa en un mundo gobernado por un dios racional, a quien el hombre pod¨ªa acceder, justamente, a trav¨¦s de la raz¨®n, concepto que parece capital en el aire de su tiempo: tan solo dos a?os separan la escritura de La vida es sue?o y la del Discurso del m¨¦todo de Descartes. Como Pascal y Graci¨¢n, Calder¨®n estudi¨® en la Compa?¨ªa de Jes¨²s que, en certeras palabras de Javier Aparicio, ¡°le contagiar¨ªa para siempre la escenograf¨ªa mental de la meditaci¨®n imaginativa de los Ejercicios ignacianos, la filosof¨ªa asc¨¦tica que organiza su universo dram¨¢tico, el estoicismo senequista y un denodado esp¨ªritu erudito¡±.
El brillant¨ªsimo juego conceptual de La vida es sue?o nos hace olvidar a veces la belleza de su forma. ¡°El lenguaje de La vida es sue?o¡±, escribi¨® Luca Ronconi, ¡°posee una extraordinaria y teatral¨ªsima econom¨ªa expresiva. Frente a la impetuosidad torrencial de Shakespeare, su rigurosa concisi¨®n comprime, en r¨¢pidos juegos ling¨¹¨ªsticos, complicados pasajes intelectuales y sinuosos estados de ¨¢nimo¡±.
Babelia
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