Viva la escatolog¨ªa
'El dictador' satiriza la tiran¨ªa en ciertos pa¨ªses ¨¢rabes de apabullante riqueza en las altas esferas y abracadabrante pobreza en el pueblo llano y provoca carcajadas
![Sacha Baron Cohen en un fotograma de su última película, 'El Dictador'.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/G5OM5FU4V2CQIDC47LWV7IKP5A.jpg?auth=8bce95ccbe7f444404ea4058dd8dff330c67d432893d247131086cb01ac771de&width=414)
?Los chistes pol¨ªticos deben provocar una carcajada o una carcajada que, de pronto, se congele? ?Deben contener una diatriba contra alguien poderoso o, m¨¢s a¨²n, contener una diatriba contra el poder que acabe haciendo al espectador part¨ªcipe del propio chiste, introduci¨¦ndolo en su invectiva y convirti¨¦ndole tambi¨¦n en pasto de las llamas del humor? Para entendernos, El dictador, s¨¢tira de Sacha Baron Cohen sobre la tiran¨ªa en ciertos pa¨ªses ¨¢rabes de apabullante riqueza en las altas esferas y abracadabrante pobreza en el pueblo llano (Libia, sin ir m¨¢s lejos), que tambi¨¦n acaba lanzando dardos a buena parte del poder occidental, contiene chistes pol¨ªticos que pueden provocar carcajadas. Four lions (Christopher Morris, 2010), comedia sobre un grupo de musulmanes brit¨¢nicos que decid¨ªa componer la c¨¦dula terrorista m¨¢s absurda de la historia, conten¨ªa chistes pol¨ªticos que congelaban la carcajada. El dictador es una pel¨ªcula que parece hacer pupa y provocar la cr¨ªtica con un tema tab¨²; Four lions era un compendio del mal rollo a trav¨¦s del humor. Si prefieren uno u otro tipo de chanza es a gusto del consumidor, pero el primero no suele dejar huella; el segundo, s¨ª.
EL DICTADOR
Y a¨²n menos huella dejar¨¢ si, aun partiendo de un ataque a ciertas esferas del poder y del comportamiento pol¨ªtico, social y religioso, acaba y¨¦ndose por las ramas m¨¢s f¨¢ciles, mayoritarias y gruesas del humor: las del sexo y la escatolog¨ªa, que poco tienen que ver con el eje central. Justo lo que le ocurre a El dictador, que aunque ya desde su t¨ªtulo remita al Charles Chaplin de El gran dictador, no puede estar m¨¢s lejos de ella en cuanto a poso, por mucho que ambas desemboquen en dos discursos sobre los males de los Gobiernos de sus respectivas ¨¦pocas.
As¨ª, frente al humanismo antib¨¦lico de Chaplin, Baron Cohen prefiere el dardo envenenado que solo hiere al que est¨¢ arriba sin hacer part¨ªcipe a los que estamos abajo. No es poco en los tiempos que corren. De hecho, si solo fuera por la parte pol¨ªtica y no se escabullera con la sal gorda, Baron Cohen hubiese compuesto una pel¨ªcula casi notable, aunque mucho menos sangrante de lo que sus propios autores se piensan.
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