Cuando Bu?uel era solo Luis
Canal + Xtra emite un documental que retrata la etapa de penurias que el cineasta atraves¨® durante su estancia en Hollywood
¡°En cine, hay gente a la que han influenciado Kurosawa, Bergman, Fellini¡ Los que amamos las pel¨ªculas europeas, hemos absorbido algo de ellos. Y despu¨¦s est¨¢ Bu?uel. Es tan especial, hac¨ªa algo tan distinto, que es imposible estar influenciado por ¨¦l. Como mucho, puedes imitarle¡±. Este Bu?uel is different, entonado por un vehemente Woody Allen, es el c¨¢ntico que acompa?a de fondo el documental que se emite el pr¨®ximo domingo en Canal + Xtra (17.20), y el 17 en Canal + (0.40): Bu?uel en Hollywood. Una historia que, cual producto de la meca del cine, arranca con un c¨²mulo de vicisitudes para, piruetas del destino mediante, desembocar en un final previsiblemente feliz. El mismo paradigma que, ir¨®nicamente, el genio de Calanda rechaz¨® con fiereza para su obra.
¡°Hablar de Hollywood con Luis Bu?uel no es hablar de ¨¦xito y glamour, sino de incomprensi¨®n, desesperaci¨®n y hambre¡±, dice F¨¦lix C¨¢bez, el director de la cinta, que data del a?o 2000, y a la que se han a?adido extractos del material casero que el artista grab¨® en Nueva York a principios de los cuarenta, hallado en 2011 en la Filmoteca Espa?ola y que sac¨® a la luz El Pa¨ªs Semanal. En un periplo repartido en dos estancias, la primera voluntaria, la segunda casi obligada a causa de la Guerra Civil, la historia de Bu?uel en Estados Unidos es una de asfixiante sequ¨ªa laboral. Que no creativa. El cuento del par¨®n forzoso de una carrera brillante que pudo morir casi de reci¨¦n nacida, y que solo se salv¨® ya de mayor en el M¨¦xico que sirvi¨® de escenario para la mayor parte de la filmograf¨ªa del aragon¨¦s.
Con los testimonios de su hijo, Juan Luis Bu?uel, de Dan O¡¯Herlihy, protagonista de su Robinson Crusoe, o del cineasta Robert Wise, entre otros, Bu?uel en Hollywood arranca a finales de los felices a?os 20. Una ¨¦poca tambi¨¦n optimista para el cineasta, que pronto se revelar¨ªa exigua. Tras cuatro meses de ida y vuelta en Hollywood, en los que el cineasta entabl¨® relaciones con la colonia espa?ola y durante los que incluso encontr¨® tiempo para enzarzarse en un conflicto de egos con el mism¨ªsimo Chaplin, Bu?uel regres¨® nuevamente a EE UU huyendo de la guerra fratricida en Espa?a. Primero asentado en Los ?ngeles, las crecientes penurias le hicieron poner rumbo a Nueva York, donde fue alojado por el artista Alexander Calder, autoproclamado guardi¨¢n de la creatividad europea, en plena fuga de cerebros en aquellos tiempos convulsos.
De esa estancia en la ciudad de los rascacielos se conservan las hasta hace bien poco desconocidas cintas caseras que el cineasta grab¨® con su familia y amigos, de las que se han insertado extractos en el documental. Fueron, no obstante, sus primeros filmes, los -que dir¨ªa Allen- inimitables Un perro andaluz o La edad de oro, los resortes que le granjearon el primer y ¨²nico trabajo estable que encontrar¨ªa en tierras estadounidenses. Una admiradora de aquellas obras y trabajadora del Museo de Arte Moderno, el MOMA, le consigui¨® un puesto como productor asociado del ¨¢rea documental de la instituci¨®n. Un trabajo al menos lejanamente relacionado con el cine que le mantuvo en contacto con su vocaci¨®n.
El buen paso que hab¨ªa tomado su estancia en Nueva York se encontr¨®, a los tres a?os de andadura, con una barricada en medio del camino. Quien la levant¨® fue el mismo que en su d¨ªa fue su compa?ero de viaje: Salvador Dal¨ª, por entonces convertido a la causa franquista. La publicaci¨®n de sus memorias, en las que defin¨ªa a Bu?uel como ¡°ateo y comunista¡±, forzaron su dimisi¨®n del MOMA. Y vuelta a Los ?ngeles. Y al paro. Tras un a?o al sol, se embarc¨® en un proyecto de doblaje de pel¨ªculas americanas al castellano, que acab¨® tumbado. Tal fue la hondura del abismo que se abri¨® entonces a sus pies, que cuentan que la mujer del protagonista de Un perro andaluz, Denise Tual, lo encontr¨® por las calles angelinas limpiando un ¨¢rea de montaje.
La que pudo haberse convertido en la etapa hollywoodiense en la producci¨®n del cineasta ¨Call¨ª, en EE UU, escribi¨® varios guiones nunca realizados; uno con Man Ray, otro con Juan Larrea y el tercero con Jos¨¦ Rubia Barcia, que aporta su testimonio-, concluy¨® con su marcha a M¨¦xico, auspiciada por Tual. A partir de entonces, lo que ocurri¨® lo documentan una treintena de pel¨ªculas que ocupan uno los cap¨ªtulos m¨¢s destacados de la historia del cine. Con el olor a ¨¦xito, aquel Hollywood que un d¨ªa le dio la espalda volvi¨® la cara para intentar morder un pedazo del pastel. Y quienes lo intentaron recibieron todos la misma contestaci¨®n: no sin mi libertad creativa. O sea, no. ¡°Adem¨¢s¡±, rezaba una corrosiva misiva est¨¢ndar que Bu?uel envi¨® a todo el que cortej¨® sus servicios, ¡°pedir¨ªa un salario astron¨®mico, una suma que sobrepasar¨ªa con creces lo que Hollywood paga a sus mejores directores¡±. Y aqu¨ª llega ese final feliz. The end.
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