Felices sobresaltos
El aire de galimat¨ªas (o hasta de gallinero crispado) que a menudo desprende el mundo de los historiadores puede espantar a m¨¢s de uno, y es bien comprensible. A m¨ª me pasa lo contrario: cuanto mayor es el galimat¨ªas m¨¢s feliz me siento ante la hiperactiva centrifugadora historiogr¨¢fica actual, aunque en ella figuren insensatos profesionales o progresistas parad¨®jicamente reaccionarios. Tanto el libro de Rieff como el de Manuel Cruz est¨¢n por la labor de armar ruido, sobre todo el de Rieff, y con m¨¢s raz¨®n que un santo. La beater¨ªa universal de la memoria hist¨®rica puede haber llegado a cargarse de raz¨®n de tal modo que quiz¨¢ ha empezado a perder su funci¨®n higi¨¦nica, reparadora e incluso democratizadora. De esta sospecha nace un libro titulado provocadoramente, aunque sus argumentos empiezan por la batalla de Salamina y desembocan en las guerras croata y serbia, pasando por la civil espa?ola o las dictaduras latinoamericanas.
No es un ensayo de historia a matacaballo sino un ensayo para pensar el peso de la historia y evaluar las consecuencias de las buenas intenciones cuando las buenas intenciones se enturbian con intereses pol¨ªticos o conveniencias presentistas. La memoria hist¨®rica es el sintagma que encarna el ansia de restituci¨®n de la justicia hist¨®rica pero ha sido y es tambi¨¦n un arma ideol¨®gica de construcci¨®n de identidades beligerantes, adem¨¢s de otorgarles el mejor blindaje posible (aunque sea hist¨®ricamente falso o sencillamente m¨ªtico). Dice Rieff que la memoria hist¨®rica es ¡°selectiva, casi siempre interesada y todo menos irreprochable desde el punto de vista hist¨®rico¡± y demasiadas veces ha acabado conduciendo ¡°a la guerra m¨¢s que a la paz, al rencor m¨¢s que a la reconciliaci¨®n y a la resoluci¨®n de vengarse en lugar de obligarse a la ardua labor del perd¨®n¡±. La tentaci¨®n de corregir la historia es una ilusi¨®n ¨®ptica sobre el pasado que juega siempre en presente y para el presente, y no parece ning¨²n disparate activar el recelo ante la hegemon¨ªa emocional de la v¨ªctima como emplazamiento del punto de vista hist¨®rico.
?Basta ya, pues, de memoria hist¨®rica? En absoluto: el libro es panfletario pero no idiota y sobre todo es limpiamente neoilustrado. Aspira a negociar la reparaci¨®n de la memoria de las v¨ªctimas con la viabilidad de un futuro pac¨ªfico y fecundo. Reh¨²ye anclarse en el fanatismo de la memoria por ser tan maligno como el fanatismo del olvido. Este feliz librito se atreve incluso con los buenos sentimientos y sospecha de las coartadas sentimentales de la memoria hist¨®rica porque ¡°casi nunca es tan receptiva a la paz y a la reconciliaci¨®n como lo es al rencor, los martirologios contendientes y la animadversi¨®n perdurable¡±.
As¨ª que Rieff se limita a evocar el valor pragm¨¢tico pero no envilecedor del olvido activo que predic¨® Nietzsche, por supuesto no para las v¨ªctimas inmediatas y sus hijos, pero s¨ª para comunidades que convierten en raz¨®n de vida la rectificaci¨®n vengativa de la historia y anulan as¨ª, o reducen, o dificultan, los cauces morales e ideol¨®gicos de una convivencia confiada. Las generaciones que no vivieron la situaci¨®n traum¨¢tica pueden preferir leg¨ªtimamente la paz, la concordia o el perd¨®n antes que una justicia retroactiva, s¨®lo p¨®stuma, y sobre todo erosionadora del presente. Manuel Cruz comparte en alguna medida el punto de vista de Rieff y sobre todo muchas otras referencias ¨Ccomo Margalit-, aunque su ensayo conviene leerlo en el contexto del mapa tupido de sus libros de los ¨²ltimos a?os. Y sin embargo tambi¨¦n contiene una tesis fuerte y provocadora que crece a medida que avanza el libro y cristaliza, sobre todo, en el ¨²ltimo y extenso cap¨ªtulo de conclusiones. Nietzsche es un just¨ªsimo ¨¢ngel tutelar tambi¨¦n aqu¨ª, y lo son los cl¨¢sicos Benjamin o Hannah Arendt y el valor de perdonar, pero la conclusi¨®n es original: la progresiva percepci¨®n vegetalizada o naturalizada del pasado, como algo donde suceden aberraciones indigeribles a la raz¨®n (el Mal Absoluto, por ejemplo), ha acabado gestando la incapacidad para proyectar un futuro deseable. De ah¨ª esa suerte de pasividad reflexiva y conformista actual incapaz de pensar un proyecto de futuro articulado. El mejor cap¨ªtulo del libro es el que regresa con br¨ªo y lucidez a la reflexi¨®n sobre el pasado como lugar de conflicto. La sinton¨ªa con Rieff es evidentemente casual pero delata confluencias sugestivas. Ambos cuestionan la figura de la v¨ªctima como referente o portavoz o int¨¦rprete del pasado (en lugar de aceptar lo que es: dram¨¢tico testimonio) y defienden la necesidad de construir un espacio de perd¨®n contra la obstinaci¨®n instrumental de la memoria y la satanizaci¨®n del olvido. A Cruz a veces le basta un feliz aforismo: ¡°la historia debe sobresaltar¡±.
Contra la memoria. David Rieff. Traducci¨®n de Aurelio Major. Debate. Barcelona, 2012. 120 p¨¢ginas. 15,90 euros (electr¨®nico: 10,99).
Adi¨®s, historia, adi¨®s. El abandono del pasado en el mundo actual. Manuel Cruz.Premio Internacional de Ensayo Jovellanos 2012. Nobel. Gij¨®n, 2012. 256 p¨¢ginas. 19,95 euros.
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