San Sebasti¨¢n se calienta con la tradici¨®n sure?a
Arranca el Heineken Jazzaldia con los conciertos gratuitos de Alabama Shakes y Sharon Jones
En la noche del jueves San Sebasti¨¢n se convirti¨® en otra ciudad. En otro lugar en el mapa. Arranc¨® la 47 edici¨®n del Heineken Jazzaldia donostiarra con la palabra gratis como bandera y una apuesta clara por el sur de los Estados Unidos. Como si el Urumea se hubiera cambiado por una noche por el r¨ªo Savannah y la margen derecha, el barrio de Gros y la Playa de la Zurriola, transformado en los estados fronterizos de Alabama y Georgia. De ambos respectivamente llegaban las dos apuestas m¨¢s fuertes del estreno de este festival que mantiene el tipo pese a la brutal crisis y, tal vez con esta premisa en la mente, su director Miguel Mart¨ªn decidiera echar a andar este a?o con una oferta de ocho conciertos en cuatro escenarios diferentes y todo al m¨®dico precio de cero euros para el espectador.
Pero no por gratuito pudo decirse que el men¨² bajara de calidad. Casi reci¨¦n llegados de actuar en el peque?o escenario de la madrile?a sala El Sol, a los m¨²sicos de Alabama Shakes les debi¨® parecer casi un campo de f¨²tbol el gran escenario verde con vistas a la playa, donde comenzaron puntuales a las 21.30. Sin embargo, a Brittany Howard, la mujer al frente de la formaci¨®n de Athens, no le dio tiempo a desmelenarse en demas¨ªa en un concierto que sobrepas¨® por poco los 70 minutos. Aunque fue tiempo suficiente para demostrar por qu¨¦ algunos les consideran el grupo revelaci¨®n de este a?o en Estados Unidos pese a que su primer disco Boys and girls apareci¨® hace algo m¨¢s de tres meses. Temas como su single Hold on o Hang Loose son capaces de situar a este cuarteto, que en sus primeros conciertos rellenaba su corto repertorio con versiones de AC/DC, James Brown o Led Zeppelin, como los futuros reyes del nuevo soul mezclado con cierta suciedad de rock.
El festival arranca con la palabra gratis como bandera y una apuesta clara por el sur de Estados Unidos
A las doce y media de la noche fue cuando se desat¨® el verdadero hurac¨¢n sobre la playa de la Zurriola con el algo m¨¢s que energ¨¦tico concierto de Sharon Jones. The Dap-Kings, la banda formada en su mayor¨ªa por m¨²sicos blancos y que la acompa?a, comenz¨® su introducci¨®n musical adviertiendo de que asistir¨ªamos a una demostraci¨®n de "sexy soul", a una revisi¨®n de lo que significa el "s¨²persoul" afroamericano. La estrella permite lucirse a sus dos coristas con un solo antes de ser ella la que salte literalmente al escenario espectacular con un vestido muy retro mezcla de flecos blancos y lam¨¦ plateado. Nadie dir¨ªa que estamos ante una exfuncionaria de prisiones de 56 a?os que prest¨® servicio en el complicado presidio de Rikers Island.
Jones comienza con If You Call, Without a heart y Money y la temperatura en la playa comienza a subir. La cosa alcanza su primer cl¨ªmax precisamente con su primer medio tiempo, Window Shopping donde le explica p¨ªcaramente al respetable y en clave sexual lo que significa "ir de escaparates, pero no comprar nada". Los divertidos y picantes dobles sentidos de la m¨²sica negra que esta mujer maneja a la perfecci¨®n. La cosa contin¨²a con Fish in my dish, un pez en mi plato. "Este precioso escenario a la orilla del mar me recuerda que cuando vuelva a casa, una de las primeras cosas que voy a hacer es irme de pesca". ?Tal vez sea porque nadie la espera de vuelta al hogar?
El segundo momento memorable de la noche llega cuando pide un "hombre joven" de entre el p¨²blico. Secuestra a un chico alto. Carlos. "?Ella es tu mujer o tu novia, Carlos?", le pregunta. ?l responde que su mujer se llama Elena y antes de interpretar el temazo Be easy vuelve a la carga. "?Tu mujer no te ha dicho nunca ¡¯mu¨¦vete m¨¢s despacito que lo est¨¢s haciendo demasiado r¨¢pido?". Jones sigue y sigue incansable durante m¨¢s de una hora y media ense?¨¢ndole a San Sebasti¨¢n de lo que es capaz una madurita nacida en la tierra de James Brown. Convierte el escenario en una discoteca para mujeres con la ayuda de varias chicas invitadas a bailar sobre las tablas. Finalmente, incansable logra que su ritmo contagioso baje y se instale sin remedio en la playa. Todo un comienzo de festival.
Babelia
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