Los besos de Aznar
?C¨®mo funciona el m¨¦nage ¨¤ quatre entre la presidenta y la alcaldesa de la comunidad de Madrid con el expresidente del Gobierno y el ministro de Justicia?
Ves juntas a Ana Botella y Esperanza Aguirre y te parece que est¨¢s viendo a las hermanastras de La Cenicienta. Poseen, por debajo de sus diferencias formales, una curiosa unidad de orden tem¨¢tico, como si fueran dos gemelas dis¨ªmiles o dos siamesas asim¨¦tricas cuyos ¨®rganos hubi¨¦ramos logrado separar, aunque permanecen unidas por sus obsesiones. Adem¨¢s de por las obsesiones, contin¨²an misteriosamente enchufadas la una a la otra por v¨ªnculos de orden m¨¢s sutil, quiz¨¢ por sus respectivos fondos de armario, o por su weltanschauung, signifique lo que signifique weltanschauung, o por sus cardados filos¨®ficos. Lo cierto, en cualquier caso, es que cuando se manifiestan a la vez en un acto cualquiera del Ayuntamiento de Madrid, o de su comunidad, adoptan la rigidez, las formas, el lenguaje y la crueldad caracter¨ªstica de los personajes de ese cuento popular del que es evidente que acaban de salir.
En ¨²ltima instancia, todos procedemos culturalmente de ah¨ª, del bosque misterioso, de la casita de turr¨®n, de las manzanas envenenadas, de las p¨®cimas milagrosas, de los huerfanitos perdidos en medio de la naturaleza, del sapo-pr¨ªncipe y de La bella durmiente, venimos de los siete enanitos y del ogro feroz y de las madrastras sin escr¨²pulos, aunque tambi¨¦n de los 40 ladrones de Bankia y C¨ªa., ahora imputados, ya veremos.
Quiere decirse que venimos del p¨¢nico. La historia de la humanidad es en cierto modo la del recorrido que va desde esos cuentos breves, que se administraban por v¨ªa oral alrededor de la lumbre, hasta la novela de mil p¨¢ginas que se administra por v¨ªa intravenosa en el sill¨®n de orejas. Por el camino, muchos de los personajes de los viejos relatos han devenido en personas aut¨¦nticas, de carne y hueso, perdiendo, al hibridarse con la realidad, el car¨¢cter arquet¨ªpico que les era propio.
Poseen, por debajo de sus diferencias formales, una curiosa unidad de orden tem¨¢tico, como si fueran dos gemelas dis¨ªmiles o dos siamesas asim¨¦tricas
Botella y Aguirre, lejos de perderlo, lo han acentuado. Vean, si no, Botella se pasa la vida en un palacio siniestro situado en la plaza de la Cibeles de Madrid y sede de su Ayuntamiento. Aguirre, en un edificio de la Puerta del Sol en cuyos s¨®tanos, en tiempos de Franco, se torturaba a mansalva o en plan industrial, como ustedes prefieran. Hab¨ªa all¨ª una cadena de montaje de la tortura, donde a la v¨ªctima, seg¨²n el tramo en el que se encontrara, le arrancaban la u?as, le aplicaban corrientes el¨¦ctricas en los genitales o le met¨ªan la cabeza en un cubo de mierda.
Las antiguas dependencias de la Direcci¨®n General de Seguridad, en la actualidad cuartel general de Aguirre, eran unos altos hornos del terror, pues funcionaban las 24 horas del d¨ªa los 365 d¨ªas del a?o. Todav¨ªa hoy, cuando uno recorre sus dependencias, se escuchan los ayes de las v¨ªctimas de la polic¨ªa franquista y se siente el roce del esp¨ªritu de los difuntos, atrapados al parecer entre dos mundos. En ese contexto, tampoco es dif¨ªcil imaginarse a la presidenta de la Comunidad de Madrid pregunt¨¢ndole a un espejo qui¨¦n es la m¨¢s bella del reino, a lo que el espejo, indefectiblemente, contesta:
¡ª Gallard¨®n.
En efecto, el problema de Aguirre con el actual ministro de Justicia es ese, que Gallard¨®n es m¨¢s guapo que ella y sale mejor en las encuestas. Pero ojo, no nos confundamos, eso no convierte al exalcalde de Madrid en una Blancanieves vulnerable. Siendo tambi¨¦n un personaje arquet¨ªpico, su temperamento es el de la bruja marrullera, capaz de apoyar al corrupto D¨ªvar o de promocionar la venida a este mundo de seres incapaces de sobrevivir en ¨¦l, ya que no es partidario ni de la Ley de Dependencia, ni de la sanidad p¨²blica ni de la ayuda, en general, a los necesitados. Lo que a Gallard¨®n le gusta es tropezar, al salir de la misa de doce los domingos, con un grupo de mendigos sin piernas o sin brazos a los que echar unas monedas. Parece que sienta mejor el vermut despu¨¦s de una de esas escenas de la Espa?a negra, que es la Espa?a por antonomasia, signifique lo que signifique antonomasia. Gallard¨®n, adem¨¢s de ser el m¨¢s guapo y el m¨¢s perverso del reino, posee un sistema autoinmune a prueba de las manzanas podridas que Aguirre le manda por Navidad.
Ustedes perdonen, pero la historia es complicada: Aguirre adora a Aznar, un pr¨ªncipe inverso que te besa y te convierte en Mayor Oreja. Aunque no solo, porque cuando bes¨® a Aguirre, la convirti¨® sin comerlo ni beberlo en ministra de Cultura. En cambio, cuando bes¨® a Ana Botella la convirti¨® en alcaldesa de Madrid sin necesidad de que se presentara a unas elecciones democr¨¢ticas y todo eso. Bast¨® para ello con la intervenci¨®n de un demiurgo un poco pelota, un trepa, lo que nos trae de vuelta a Gallard¨®n, que en cada cuento se disfraza de lo que le conviene porque estudi¨® en los jesuitas y eso imprime car¨¢cter.
Dec¨ªamos pues que Aguirre adora a Aznar, el marido de Botella, porque la convirti¨® en lo que viene siendo, mientras que Botella debe todo lo que es a Gallard¨®n. En tales circunstancias, Botella y Aguirre, que deber¨ªan ser amigas ¨ªntimas, cuando no aut¨¦nticas hermanastras (la Cenicienta ser¨ªamos los habitantes de Madrid, a los que nos tienen de fregonas), se encuentran separadas por Gallard¨®n, cuya belleza pone freno a las ambiciones de Aguirre. La belleza es un punto, desde luego, pero no olvidemos que Gallard¨®n es, adem¨¢s, el mecenas de Botella y que cuenta por eso con la protecci¨®n de Azar. No s¨¦ si me siguen.
En dos palabras: si fuera cierto que los amigos de mis amigos son amigos m¨ªos, que los amigos de mis enemigos son enemigos m¨ªos, que los enemigos de mis amigos son mis enemigos, etc., la situaci¨®n ser¨ªa la siguiente: Botella es amiga de Gallard¨®n, enemigo a su vez de Aguirre, lo que significa que Aguirre es enemiga de Botella, si bien Botella, de otro lado, es amiga de Aznar, a su vez amiga de Aguirre¡ Se puede decir de m¨¢s modos, pero le des las vueltas que le des lo cierto es que el m¨¦nage ¨¤ quatre resulta colosal. Se sale del g¨¦nero del cuento popular para entrar de lleno en los l¨ªos caracter¨ªsticos de los dioses griegos, de quienes toda esta gente de la que venimos hablando ha tomado sus lados m¨¢s mezquinos. Significa que Botella y Aguirre est¨¢n condenadas a entenderse por las mismas razones que est¨¢n condenadas a desentenderse. Pero ellas lo llevan muy bien porque se entienden y se desentienden desde el coche oficial, que las vuelve locas.
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