Un gran c¨®mico f¨ªsico
Gad Elmaleh, una estrella en Francia, muestra inagotables recursos gestuales en un filme que lamentablemente se decanta por la convencional comedia rom¨¢ntica
Ya sea por su dificultad, ya sea porque el p¨²blico parece demandar m¨¢s el gag verbal que el visual y el poder de identificaci¨®n frente a la exageraci¨®n del clown, la comedia f¨ªsica casi ha desaparecido del cine. Al menos la de gran altura, el slapstick puro que, procedente de la commedia dell'arte e inmortalizado por el cine mudo americano, ha tenido despu¨¦s insignes practicantes como el franc¨¦s Jacques Tati, el brit¨¢nico Peter Sellers, el estadounidense Jerry Lewis y, en menor medida, el tambi¨¦n brit¨¢nico Rowan Atkinson. Y aunque pueda parecer un sacrilegio introducir en esta lista al marroqu¨ª afincado en Francia Gad Elmaleh, lo cierto es que su estimulante presencia y las portentosas dotes de payaso desplegadas en la, por otra parte, irregular La felicidad nunca viene sola lo convierten casi en una anomal¨ªa.
LA FELICIDAD NUNCA VIENE SOLA
Direcci¨®n: James Huth.
Int¨¦rpretes: Gad Elmaleh, Sophie Marceau, Micha?l Abiteboul, Fran?ois Berl¨¦and, Maurice Barth¨¦l¨¦my.
G¨¦nero: comedia rom¨¢ntica. Francia, 2012.
Duraci¨®n: 110 minutos.
Elmaleh, una estrella en Francia, aunque m¨¢s conocido fuera por ser el novio feo de una guapa joven de la realeza europea, muestra inagotables recursos gestuales en una pel¨ªcula que, lamentablemente, hacia la mitad de un metraje excesivo en duraci¨®n, prefiere decantarse por las reglas de la m¨¢s convencional comedia rom¨¢ntica, en lugar de seguir explorando las posibilidades marcadas por el slapstick y la comedia desenfrenada americana de los treinta. De hecho, el encuentro inicial de la pareja protagonista es pura screwball comedy en su desverg¨¹enza, y Elmaleh, uno de esos adefesios que se va haciendo m¨¢s y m¨¢s atractivo, se convierte en due?o de la funci¨®n.
Ayudan al marroqu¨ª en su tarea una sorprendente Sophie Marceau, encantadora d¨¢ndose un trompazo tras otro como la m¨¢s torpe de las bellas, y el director, James Huth, cuyos cr¨¦ditos anteriores (entre ellos la infame adaptaci¨®n de los c¨®mics de Lucky Luke) no parec¨ªan los m¨¢s prometedores, al planificar los mejores momentos a la manera cl¨¢sica. Una materia, la de la puesta en escena, en la que destaca la desternillante secuencia del cambio de cama del ni?o, desde la de matrimonio, hasta la individual. Una acci¨®n muy simple que, en manos de un int¨¦rprete como Gelmaleh, puede convertirse en una haza?a digna de Buster Keaton, Jerry Lewis o Mr. Bean. Una secuencia que Huth filma en plano general ¨²nico, sin mentir con el montaje y con los planos detalle, para subrayar las memorables dotes f¨ªsicas de un gran c¨®mico.
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