Doce compases
Hace unos meses, a esas horas tontas de la ma?ana en que no tiene uno mejor cosa que hacer que andar canturreando entre la cocina y el sal¨®n, repar¨¦ de pronto en que It¡¯s only love y Being for the benefit of Mr. Kyte eran esencialmente la misma canci¨®n. Me qued¨¦ estupefacto. No por el hecho en s¨ª mismo ¡ªambos temas fueron escritos por John Lennon con solo un par de a?os de diferencia¡ª, sino por la circunstancia de que, siendo un beatlemaniaco perdido desde mi m¨¢s tierna infancia, no me hubiera dado cuenta hasta entonces. Y sin embargo no hab¨ªa duda. Canten conmigo: ¡°I get high when I see you go by...¡±. Y ahora: ¡°For the benefit of mister Kyte there will be a show tonight on trampolin...¡±. La misma secuencia arm¨®nica, como una cascada descendente de cinco acordes, y dos melod¨ªas que se miran una en la otra como al mover un caleidoscopio.
Hag¨¢monos ahora tres preguntas. Primera, ?habr¨ªa descubierto esa relaci¨®n el algoritmo del CSIC? Probablemente no. Segunda, ?lo llegar¨¢ a descubrir un d¨ªa alg¨²n algoritmo m¨¢s refinado? Por supuesto que s¨ª. Tercera: ?Y qu¨¦? Quiero decir, ?habr¨¢ cambiado en algo nuestra percepci¨®n de los Beatles ¡ªo mi beatleman¨ªa¡ª cuando llegue ese d¨ªa y el algoritmo pille in fraganti a John Lennon? La respuesta es no. La primera seguir¨¢ siendo una canci¨®n desesperada de amor de la ¨¦poca en que los de Liverpool llevaban corbata negra, y la segunda seguir¨¢ sonando como una fantas¨ªa delirante emanada de un t¨ªovivo con todos los colores ¨¢cidos de la escala Pantone. Pese a lo que digan los algoritmos y los an¨¢lisis musicol¨®gicos, las dos canciones seguir¨¢n siendo tan distintas como un huevo y una casta?a. ?Moraleja? El diablo mora en los detalles.
Basta de Beatles y miremos la misma cuesti¨®n desde un par de ¨¢ngulos m¨¢s. Uno de los recursos m¨¢s cautivadores que utilizan los grandes solistas del jazz es el de citar otras melod¨ªas muy conocidas en contextos inesperados, como haciendo un homenaje a esos clich¨¦s para revelar sus facetas poli¨¦dricas, para recrearse en el car¨¢cter ambiguo de toda armon¨ªa avanzada. Estas citas har¨ªan las delicias de cualquier algoritmo de rastreo de parecidos, pero tambi¨¦n lo volver¨ªan loco, como en cierto modo nos ocurre tambi¨¦n a los oyentes. ?Reflejan esas repeticiones falta de imaginaci¨®n? No: reflejan todo lo contrario.
Y finalmente, todo el blues y la mayor parte del rock, desde el Sweet Home Chicago de Robert Johnson hasta la plaza del pueblo de Tequila pasando por el Lazy de Deep Purple y la totalidad de la discograf¨ªa de B. B King se basan obsesivamente en la misma secuencia de 12 compases repetida una y otra vez hasta el paroxismo. ?Importa eso en algo? Le importar¨¢ al algoritmo.
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