El extra?o influjo del Sella
La mucha bebida y no poca comida hacen cada verano de este descenso en piragua una peculiar cita para turistas y curiosos
Francisco Gorgojo estaba en Alicante. All¨ª le encontr¨® la Guardia Civil el 19 de agosto de 2009, en un control rutinario. Gorgojo, ovetense que por aquel entonces ten¨ªa 23 a?os, hab¨ªa sido declarado oficialmente desaparecido siete d¨ªas antes. Lo ¨²ltimo que se hab¨ªa sabido de ¨¦l era que despu¨¦s de asistir a la fiesta del Descenso del Sella hab¨ªa discutido con sus amigos, que no cre¨ªan que estuviera en condiciones de conducir. Durante aquellos d¨ªas, Asturias se preocup¨® por el chico, y las hip¨®tesis siempre apuntaban a la desgracia. Ten¨ªa el m¨®vil apagado y no acudi¨® a trabajar. Cuando le encontraron, asegur¨® que no ten¨ªa ni idea de la preocupaci¨®n que hab¨ªa causado: ¡°Despu¨¦s del Sella pas¨¦ por casa, cog¨ª ropa y me fui con una amiga a Alicante", declar¨®. Gorgojo hab¨ªa sido una v¨ªctima m¨¢s del extra?o influjo del Sella.
Y es que el Descenso Internacional del Sella, que ha alcanzado su 76? edici¨®n, tiene, en paralelo a su vertiente deportiva -la victoria tiene un valor m¨¢s emocional que econ¨®mico; el premio para los vencedores de k2 es de 2.500 euros a repartir- una vertiente festiva que cada a?o deja multitud de escenas cuando menos curiosas. Se calcula que la media de asistencia en los ¨²ltimos a?os de jueves a domingo rondaba las 300.000 personas. Este a?o la crisis ha hecho que hubiera entre un 20 y un 30% menos, seg¨²n fuentes de la organizaci¨®n. Lo m¨¢s normal es que la gente acuda a campings habilitados para la fiesta -20 euros por persona, con duchas y aseos- aunque en Ribadesella, por ejemplo, abunda lo que se conoce como pihippie: gente que intenta ir de acampada pero que, al final, conoce a alguien con casa en la localidad y por lo tanto aquello termina siendo una especie de acampada de luxe, plantando la tienda en el jard¨ªn de un chalet y con acceso a ba?os de verdad.
En total, 15 kil¨®metros de carrera. Y por el medio, miles de personas, mucha sidra, m¨¢s copas y esa inexplicable capacidad humana de hacer cosas extra?as bajo los efectos del alcohol.
La prueba pirag¨¹¨ªstica parte de Arriondas y llega a Ribadesella. En total, 15 kil¨®metros de carrera. Y por el medio, miles de personas, mucha sidra, m¨¢s copas y esa inexplicable capacidad humana de hacer cosas extra?as bajo los efectos del alcohol. Par¨¦monos a observar dos minutos una calle cualquiera de Arriondas, a las diez de la ma?ana, a donde poco a poco va llegando el p¨²blico para presenciar la salida: un chico est¨¢ sentado en medio de la carretera, del cuello le cuelga un cencerro que sus amigos hacen sonar de vez en cuando. Pasa un t¨¢ndem con dos se?ores ataviados con el uniforme de la fiesta de las Piraguas -montera picona, collar de papel y chaleco-. Un chico ve pasar a dos pirag¨¹istas algo rellenitos. Les grita: ¡°?Remeros, amino¨¢cidos!". Un joven se arrodilla ante todas las chicas que pasan por su radio de acci¨®n. Otro chaval, vestido con bermudas y una camiseta roja de cerveza Duff interpreta con un clarinete la canci¨®n El gato mont¨¦s, o al menos eso dice la partitura que lee. Y as¨ª todo el rato. Eso son las fiestas de las piraguas, una oda al absurdo.
A las 11.30 el desfile "oficial" cruza Arriondas en direcci¨®n al puente. Lo encabeza una banda de gaitas, luego va un romano, despu¨¦s Don Pelayo con su corte. Un chico con un camiseta de Los ?ngeles Lakers se suma al cortejo sin desentonar demasiado. Y despu¨¦s llegan Los tritones. Van vestidos con camiseta amarilla, falda marr¨®n hecha jirones, una enredadera en la cabeza y un tridente en la mano. Ellos son los encargados de limpiar el r¨ªo de borrachos y pesados, para que la salida se pueda realizar sin problemas. ¡°La gente no suele dar problemas, nos esperan con la botella en la mano, y como todos estamos de fiesta, se trata de encontrar el equilibrio", explica Kevi, que lidera el grupo altavoz en mano. Ayer alguno no quiso salir del agua a pesar de sus advertencias. El respetable primero abucheo al intruso, que estaba en el centro del r¨ªo, despu¨¦s comenz¨® a lanzarle piedras y, cuando estas empezaban a coger un tama?o considerable y la punter¨ªa iba mejorando notoriamente, un amigo del hombre-diana, seguramente con una copa menos que ¨¦l, se adentr¨® en el agua y se lo llev¨®.
La salida es un peque?o milagro anual, porque el caos que la rodea es monumental. Ayer participaron 906 palistas y 552 embarcaciones. ¡°La salida es un poco estilo Le Mans, se hace embudo", explica Juan Carlos Mu?iz, juez ¨¢rbitro de la prueba. Se recomienda el visionado de los v¨ªdeos que hay subidos en la red para entender de lo que se habla. Ayer la lectura del preg¨®n corri¨® a cargo del ex presidente de Cantabria Miguel ?ngel Revilla, que se llev¨® algunos pitos por salirse del guion y hablar de los mineros y su situaci¨®n. El preg¨®n, que siempre ha sido el mismo, contiene incluso el permiso de Don Pelayo para abrazar a las ¡°mozas que lo quieran y se dejen". Pero eso s¨ª, la ¡°chavalina" ha de gustar ¡°de veras" y, a cambio de tan generoso permiso, s¨®lo pide que, si de ese ligue salen ne?os, se les lleve a la fiesta de Las Piraguas, para mantener la tradici¨®n.
Los vivas a todos los pa¨ªses participantes- ayer hubo chascarrillos cuando se cit¨® a Alemania- y el himno de Asturias marcan el inicio de la prueba. El r¨ªo se llena de piraguas, de palas y de gente. Es el caos absoluto. Pero se soluciona. Unos minutos despu¨¦s el azar decide a qu¨¦ embarcaciones de las ¨²ltimas en salir se aplaude y a cu¨¢les se les vuelca. Incluso algunos colocan enormes piedras en las embarcaciones. Al final, un escaso porcentaje del p¨²blico asistente sabr¨¢ qui¨¦n ha ganado la prueba y un porcentaje enorme no habr¨¢ ni tan siquiera visto una piragua. Pero volver¨¢n el a?o que viene, presas de ese extra?o influjo de Las Piraguas del Sella.
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