El dulce sonido del cordero
Un taller de Girona recupera la elaboraci¨®n de cuerdas para instrumentos con tripa de animal
En una peque?a barraca que tiene junto al huerto en la trasera de su casa de Amer (Girona), el contrabajista Joan Xandrich, nacido en 1951 en este pueblo de 2.200 habitantes de la verde comarca de La Garrotxa, trabaja ¡ªayudado por su hijo Albert y con una m¨¢quina fabricada por ¨¦l mismo¡ª, en la recuperaci¨®n de una artesan¨ªa datada en el Antiguo Egipto e India pero que decay¨® a mediados del siglo XX, la elaboraci¨®n de cuerdas para instrumentos con tripas de cordero.
Todo comenz¨® hace cinco a?os, por el descontento que sent¨ªa Joan con las cuerdas que compraba para su contrabajo en tiendas especializadas ¡ª"las encontraba muy duras y los graves sonaban raros"¡ª. Entonces empez¨® a investigar y meses despu¨¦s se lanz¨® a la fabricaci¨®n, "por romanticismo", declara por tel¨¦fono.
El proceso para obtener las cuerdas comienza en el matadero. En el caso de los Xandrich, suelen recurrir a ejemplares de la comarca del Moncayo (Arag¨®n) y de La Garrotxa. "Hay varias teor¨ªas al respecto pero yo creo que lo mejor es un animal viejo porque su tripa tiene m¨¢s volumen, m¨¢s grasa". Lo primero que se hace es limpiar la v¨ªscera ¡ªque puede alcanzar hasta 25 metros de longitud¡ª y quitarle la celulosa. Esta tarea, que "a mano ser¨ªa muy dura", la hacen las m¨¢quinas del matadero. Despu¨¦s se corta en trozos, momento en el que el ojo de Joan ya distingue las que por su aspecto y tacto pueden servir para las cuerdas graves y para las agudas. A continuaci¨®n, los pedazos se cortan por la mitad, de arriba abajo.
As¨ª suena una lyra-viol con cuerdas de tripa interpretando 'Lessons', del ingl¨¦s William Corkine (siglo XVII).
Entonces llega el momento de quitar la grasa a las piezas con un producto espec¨ªfico y blanquearlas para endurecerlas y quitarles as¨ª su caracter¨ªstico color marr¨®n. Esto ¨²ltimo "se consigue con agua oxigenada rebajada, pero hay que tener cuidado para no quemar la tripa". As¨ª, la tripa se ha convertido en unos hilos que Joan trenza en su m¨¢quina. "Mientras se realiza esta labor hay que ir palpando para comprobar la dureza que adquieren". A m¨¢s hilillos trenzados, la cuerda tendr¨¢ m¨¢s grosor y dar¨¢ un sonido m¨¢s grave. As¨ª, una cuerda de viol¨ªn puede necesitar solo tres de hilos pero una de contrabajo hasta 70. Solo queda secar con vapor en un espacio cerrado las cuerdas durante una semana; lijarlas y ponerles un poco de aceite. Ya est¨¢n listas para vestir el instrumento. En el caso de las graves, se envuelven adem¨¢s en un hilo de plata o cobre, es lo que se llama el entorchado. Han pasado 15 d¨ªas desde la visita al matadero.
"Lo que se logra con este tipo de cuerdas es un sonido m¨¢s dulce", explica el m¨²sico alicantino Fernando Mar¨ªn, de 38 a?os, profesor de viola da gamba en el conservatorio de Zaragoza. Mar¨ªn, que investiga con Xandrich y Javier Mart¨ªnez, violero en Guadalaviar (Teruel) para obtener cuerdas cada vez mejores, acaba de regresar de Praga, donde ha ofrecido junto a la soprano jordano-estadounidense Nadine Balbeisi, con la que forma el grupo Cantar alla viola, un recital en el que han interpretado piezas renacentistas con instrumentos como el violonchelo barroco, y con las cuerdas que fabrica Joan. En los seis discos que lleva grabados siempre ha utilizado este material. Mar¨ªn, especializado en instrumentos de arco antiguo, afirma que este tipo de cuerdas dejaron de producirse a gran escala a mediados de siglo XX, cuando fueron sustituidas por otros materiales como el acero o el nailon. Pero ¨¦l se queda con las de cordero porque dan un "sonido natural y limpio".
Albert, el hijo de Joan, fue uno de los espectadores que tuvo la oportunidad de comprobar c¨®mo suenan esas cuerdas este verano, en la iglesia de Guadalaviar, en las jornadas Museos, m¨²sica y sociedad, en las que Mar¨ªn y la soprano dieron uno de sus conciertos. "Me qued¨¦ maravillado. Cuando ves a un m¨²sico como Fernando tocando con las cuerdas hechas en nuestro taller, te emocionas".
De los sentimientos, al dinero. El precio en el mercado que puede alcanzar un juego de cuatro cuerdas para un contrabajo puede oscilar desde los 80 hasta 200 euros, incluso m¨¢s. Pero Joan se?ala que lo suyo "no es hacer negocio". "Cobro casi lo que me cuesta hacerlas. De momento es una producci¨®n para unos cuantos m¨²sicos que se han interesado y para amigos; estamos sobre todo experimentando, probando". "Al principio incluso las regal¨¢bamos para que los artistas nos dieran su opini¨®n y nos dijeran si ¨ªbamos por buen camino", apunta Albert.
Otro pasaje de 'Lessons', de Corkine.
Entre los ruidos del taller de Joan que llegan por tel¨¦fono, el m¨²sico se?ala que no conoce en Espa?a a nadie m¨¢s que haga este trabajo de una manera tan artesanal. En el extranjero menciona a los z¨ªngaros y a algunos fabricantes de mandolinas italianas, tambi¨¦n hay alemanes y ¨²ltimamente estadounidenses. Ahora, el proyecto conjunto de los Xandrich, de Fernando Mar¨ªn y de Javier Mart¨ªnez es "crear una marca espa?ola de cuerdas de tripa que sea conocida en el mundo". Eso y el lado m¨¢s sentimental de esta historia, que no se pierda una tradici¨®n que convierte unas v¨ªsceras en material para escuchar delicados sonidos.
Babelia
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