¡®The hollow crown¡¯: otra lecci¨®n
Este verano, la BBC ha vuelto a dar otra lecci¨®n de ejemplaridad. Har¨¢ un par de a?os se preguntaron: ¡°?Qu¨¦ podr¨ªamos hacer para la Olimpiada Cultural? ?Qu¨¦ es lo mejor que tenemos?¡±. Y se respondieron: ¡°Shakespeare, of course. Es nuestro buque insignia, nuestra armada invencible¡±. Encargaron la producci¨®n a Sam Mendes, y Mendes dijo: ¡°Haremos la Henriada: Ricardo II, las dos partes de Enrique IV y Enrique V. Y, de paso, que vean los chavales de d¨®nde sale Juego de tronos¡±. Mendes llama entonces a la flor y nata del teatro brit¨¢nico. Para empezar, tres directores: un veterano, Richard Eyre, y dos j¨®venes consagrados, Rupert Goold y Thea Sharrock. Y un reparto que luego les pormenorizo, porque tiene tela. Diez horas de teatro (y cine y televisi¨®n) que BBC Two ha emitido en cuatro sesiones, entre el 30 de junio y el 21 de julio, con ¨¦xito grande. Les paso mi informe, a vuelapluma. La serialidad confiere al ciclo una poderos¨ªsima sensaci¨®n de saga, de rueda del tiempo, y de oce¨¢nica lucidez: es impresionante ver c¨®mo el usurpador Bolingbroke se convierte en Enrique IV, y el joven Hal en Enrique V, y que todos tienen sus razones, pero que al pillar cacho (la ¡°corona hueca¡± del t¨ªtulo) caen en las eternas trampas de la soberbia, la codicia, la irracionalidad.
Rupert Goold dirige el mejor Ricardo II que he visto, el m¨¢s completo, el m¨¢s conmovedor. El protagonista es Ben Wishaw, enorm¨ªsimo actor que se consagr¨® con Hamlet en el Old Vic, en 2004, a las ¨®rdenes de Trevor Nunn: le recordar¨¢n en El perfume o, para no apearnos de la BBC, en la formidable The hour, la temporada anterior. La iconograf¨ªa gay a lo Derek Jarman est¨¢ al borde del chirrido (con Ricardo a caballo entre Luis II de Baviera, Michael Jackson y Sebasti¨¢n asaeteado) pero Wishaw le echa una convicci¨®n que corta el hipo y nos lo creemos todo. En el mismo paquete, con perd¨®n, vienen Patrick Stewart (s¨ª, el capit¨¢n Piccard de Star Trek), un arrasador Juan de Gante al que hay que o¨ªrle recitar lo de ¡°This royal throne of kings¡±, y David Suchet (exacto: Poirot) como el duque de York y, desde luego, el Bolingbroke de Rory Kinnear (s¨ª, el primer ministro que se tiraba a una cerda en Black mirror).
Richard Eyre, gran impulsor del National Theatre en los noventa, dirige las dos partes de Enrique IV, y aqu¨ª es donde me llev¨¦ yo varias sorpresas. Nunca pens¨¦ que escribir¨ªa esto, pero no me convenci¨® del todo el Falstaff de mi adorado Simon Russell Beale, casi un Pap¨¢ Noel sat¨¢nico en la m¨¢s pura l¨ªnea Charles Laughton, ni las excesivamente lentas y l¨®bregas escenas de la taberna. Quien se lleva la funci¨®n de un modo rotundo es Jeremy Irons, que parece haberse dicho ¡°Van a ver ustedes por qu¨¦ la obra se llama Enrique IV¡± y compone un monarca feroz, sarc¨¢stico, melanc¨®lico y atormentado por la culpa en el reino final, ¨®ptimamente secundado por Tom Hiddleston en el rol de su hijo. Descubr¨ª a Hiddleston como Casio en el Otelo de Michael Grandage, y poco m¨¢s tarde a las ¨®rdenes de Donnellan en The changeling y Cymbeline: si no es el mejor actor de su generaci¨®n le falta muy poco. Ustedes tambi¨¦n le habr¨¢n visto en cine (de War horse a The deep blue sea) y se quitar¨¢n el sombrero, como yo, ante su doble trabajo como Hal/Harry en Enrique IV y en el rol titular de Enrique V, que cierra el ciclo a lo grande, con menos presupuesto para batallas pero, a cambio, nuevos regalos actorales: John Hurt como el narrador (en la estela de Gielgud), Lambert Wilson como el rey de Francia y, cameo ins¨®lito, Geraldine Chaplin como el aya de la princesa. No se acaban ah¨ª las joyas, pero s¨ª mi espacio. No dir¨¦ ¡°a ver cu¨¢ndo nuestra tele hace algo parecido con Lope o Calder¨®n¡± porque no quiero provocar dislocamientos de mand¨ªbula. Me limitar¨¦ a pedir, cruzando los dedos: se?ores del Plus, compren The hollow crown.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.