El diccionario de Zavalita
A lo largo de medio siglo Vargas Llosa ha escrito en peri¨®dicos ¡°la autobiograf¨ªa intelectual¡± que ahora publica C¨ªrculo de Lectores
Zavalita es el Mario Vargas Llosa periodista adolescente. Ese fue el personaje en el que ¨¦l mismo se transfigur¨® en la novela que m¨¢s quiere, Conversaci¨®n en La Catedral (1969). El personaje desapareci¨®, pero el periodista Mario Vargas Llosa ha seguido vivo, no ha sido sepultado nunca por el escritor que gan¨® el Nobel en 2010. Antoni Munn¨¦, editor de C¨ªrculo de Lectores, ha investigado en la historia de medio siglo del periodismo activo del novelista peruano, y esta tarde se presentan los tres vol¨²menes que constituyen la historia de aquel joven que un d¨ªa fue Varguitas en las redacciones y que ahora es ya este talludo literato llamado Mario Vargas Llosa. Le hemos propuesto que haga su diccionario del periodismo seg¨²n Zavalita, y este es el resultado.
Zavalita. Un personaje entra?able en el que volqu¨¦ experiencias centrales de mi adolescencia y primera madurez. Era un periodista de una ¨¦poca que ahora se ve como subdesarrollada, en la que hab¨ªa viejas m¨¢quinas de escribir, los peri¨®dicos se hac¨ªan con linotipias, el periodismo se identificaba con la bohemia, los periodistas beb¨ªan y pecaban hasta altas horas, se estaba siempre a caballo entre la decencia y la indecencia y entre el mundo presentable y el mundo impresentable. El periodismo era algo heroico, atra¨ªa muchos esp¨ªritus aventureros y cre¨® un tipo de personajes que hoy no existen pero que nutrieron a la literatura y al cine del siglo XX.
M¨¢quina de escribir. Viejo instrumento obsoleto que vinculo con todo mi trabajo, hasta hoy mismo. Pues escribo en ordenador, pero a este lo trato como si fuera una vieja Underwood o una Remington, tiene para m¨ª el mismo uso. Ahora las redacciones son como laboratorios farmac¨¦uticos de Suiza, y entonces eran peceras saturadas por el humo denso que las colmaba. Fum¨¢bamos como murci¨¦lagos. Yo me fumaba tres cajetillas al d¨ªa. Dej¨¦ el vicio en 1970, gracias a un m¨¦dico de la Universidad de Washington de cuya cara no me olvido jam¨¢s porque me salv¨® la vida.
Periodismo. Es la historia haci¨¦ndose. La actualidad es la experiencia vivida, no se puede confundir con la imaginaci¨®n. Para m¨ª siempre el periodismo que he hecho ha tenido que ver con la actualidad, incluso cuando comento libros, pues me parece que estos act¨²an sobre lo que pasa. El periodismo sirve para detener el tiempo veloz y pasajero que lo devora todo; al detener el tiempo puedes sacar algunas conclusiones. Gracias al periodismo se puede ordenar la actualidad, la realidad convulsa, este oficio permite alcanzar cierta perspectiva. Si no existiera el periodismo vivir¨ªamos en un mundo de fantas¨ªa m¨¢gico-religiosa.
Informaci¨®n/Opini¨®n. Cuando empec¨¦ a hacer periodismo se distingu¨ªan la informaci¨®n y las p¨¢ginas editoriales. Pero es cierto que la informaci¨®n est¨¢ muchas veces sesgada por la opini¨®n, e incluso eso resulta inevitable. El periodismo anglosaj¨®n ha tratado de discriminar, pero es en el Reino Unido donde se da el caso m¨¢s claro del efecto de juntar opini¨®n e informaci¨®n: The Economist no mantiene esa pantomima, mezcla una cosa y la otra a las claras. Y no son informaciones mentirosas, sino que responden a un punto de vista.
Los primeros art¨ªculos. [Al principio del primero de los tres tomos de esta compilaci¨®n Vargas Llosa escribe sobre C¨¦sar Vallejo y sobre Albert Camus. De este dice, en 1962, cuando el autor de El extranjero se hallaba preterido en el mundo: ¡°(...) Pero alg¨²n d¨ªa resucitar¨¢ el verdadero Camus, el prosista cuidadoso y cohibido ante el mundo que le toc¨®. Entonces se le leer¨¢ como se le debi¨® leer siempre: como se lee a Flaubert o a Gide y no a Diderot o a Sartre¡±]. Camus est¨¢ vivo, se lee porque las cosas que dijo u opin¨® enriquecen lo que est¨¢ pasando... Me equivoqu¨¦ en que el artista era el que se iba a leer, cuando tambi¨¦n se lee al pensador. Pero entonces yo era muy sartriano y me sent¨ª muy distante del pensamiento de Camus. Rectifiqu¨¦ luego. Camus tuvo raz¨®n en la pol¨¦mica que tuvo toda su vida con Sartre, sobre todo cuando dijo que la moral disociada de la pol¨ªtica hac¨ªa que esta se convirtiera en violencia y barbarie... En cuanto a Vallejo, ese primer art¨ªculo que abre mi historia como periodista era sobre el homenaje que los peruanos de Par¨ªs le dedic¨¢bamos al poeta cada a?o en el barrio obrero donde estaba enterrado. Un joven poeta, con formaci¨®n precaria, escribi¨® Trilce en Per¨² y se convirti¨® en un adelantado de la revoluci¨®n formal que arranc¨® del modernismo y se nutri¨® del surrealismo que avanzaba.
Adjetivos. En periodismo me cuesta luchar contra esta tendencia que denuncia el maestro Raimundo Lida: ¡°Los adjetivos se han hecho para no usarlos¡±. La lengua espa?ola misma es, como dec¨ªa Gabriel Ferrat¨¦, ¡°una lengua numerosa¡±, tiene muchas palabras para decir las cosas, al contrario que el ingl¨¦s, por eso el caso de Jorge Luis Borges es tan excepcional, tan ajustado, tan sujeto al sustantivo. Esa abundancia de la palabra y por tanto del adjetivo la siento y la vivo y la trato de combatir con esa frase de Raimundo Lida. Siempre existe el consuelo de que el gran periodista de la lengua espa?ola del siglo XX, Ortega y Gasset, que escribi¨® el 80% de su producci¨®n en peri¨®dicos, era tambi¨¦n un hombre de palabra numerosa y por tanto de adjetivos.
Aciertos y errores. En esta compilaci¨®n no se oculta nada. Ah¨ª est¨¢n mis aciertos, mis errores; aqu¨ª no hay trampa. Las cosas que defend¨ªa y que ahora no defiendo est¨¢n entonces y despu¨¦s. Se evidencian mis cambios m¨¢s radicales, como el que manifest¨¦ con respecto a mi primera defensa de la revoluci¨®n cubana, a mi relaci¨®n con el marxismo. Y tambi¨¦n se ponen en evidencia algunas coherencias que mantuve siempre. Jam¨¢s, por ejemplo, he elogiado a ninguna dictadura, y eso me alegra. Lo que he procurado siempre es no hacer trampas. Las cosas en las que cre¨ªa las defend¨ªa, y en esta recopilaci¨®n que ha hecho con tanta dedicaci¨®n Antoni Munn¨¦ se ve esa evoluci¨®n claramente. Defend¨ª mucho la revoluci¨®n cubana sin pensar que podr¨ªa evolucionar hacia una dictadura tradicional. Eso no lo pude so?ar jam¨¢s. Sobre Rusia no me equivoqu¨¦ tanto... En esos aspectos el libro es muy sincero. Se expresa mi desencanto con Jean Paul Sartre, mi descubrimiento de pensadores democr¨¢ticos liberales... Creo que el primer tomo [1962-1983] refleja mucho una ¨¦poca de ilusiones y desencantos vividos en Par¨ªs, en Inglaterra, en Espa?a, en tiempos en que en cada uno de esos lugares ocurr¨ªan cosas de enorme trascendencia.
Peri¨®dico. El peri¨®dico es un alimento diario al que no voy a renunciar aunque el mundo en el que vivo vaya a renunciar en favor de productos m¨¢s sint¨¦ticos o superficiales. No desconozco la importancia de la revoluci¨®n de las nuevas tecnolog¨ªas, pero considero que es una revoluci¨®n que puede enterrar cosas absolutamente irrenunciables. El peri¨®dico de papel y el peri¨®dico de pantalla no son la misma cosa. El periodismo de pantalla es m¨¢s superficial y m¨¢s ligero que el periodismo que represent¨® el papel en sus mejores ¨¦pocas. Y eso me preocupa con respecto al esp¨ªritu cr¨ªtico que siempre tiene que estimular la prensa.
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