Cine de verdad, cine de mentira
La capacidad del cine para que los espectadores vivan con intensidad, miedo y emoci¨®n lo que le est¨¢ sucediendo a los seres que vemos en la pantalla, la sensaci¨®n de que te encuentras f¨ªsica y mentalmente en el escenario de una tragedia que se desarrolla muy lejos de ti (nadie piensa que la sala de cine en la que te encuentras va a arder, o a derrumbarse, o que un psic¨®pata disfrazado como el villano de la ficci¨®n va a perpetrar una matanza entre la gente que nos hemos reunido ah¨ª), aparece terror¨ªficamente en los 30 minutos iniciales de Lo imposible. Clint Eastwood nos hizo sentir en la carne y en el coraz¨®n los devastadores efectos de un tsunami gigantesco en M¨¢s all¨¢ de la vida, pero aunque ya sepamos en qu¨¦ consiste ese horror de la naturaleza cuando se encabrona, el director Juan Antonio Bayona logra que se nos vuelva a erizar el cabello reconstruyendo la misma cat¨¢strofe. Se necesita mucha sabidur¨ªa t¨¦cnica para lograr eso. No basta con disponer de un presupuesto elevado. Hay que poseer talento expresivo para acojonar e implicar a los mirones, para que creamos que esa ola gigantesca tambi¨¦n nos va a devorar a nosotros, que intentemos esquivar los mil objetos que arrastra el tsunami y que se van a incrustar contra nuestro cuerpo, que busquemos desesperadamente cualquier asidero s¨®lido hasta que el infierno se calme.
La machacona utilizaci¨®n de la m¨²sica subrayando los sentimientos es un m¨¦todo tan antiguo como infame.
Los personajes de Eastwood pertenec¨ªan a la ficci¨®n. Los de Bayona son reales. Esa barbaridad la padeci¨® en una playa de Tailandia un matrimonio espa?ol y sus tres hijos. Todos los espectadores sabemos que milagrosamente sobrevivieron. Es un considerable alivio que nos priven de la intriga de desconocer su destino, que sepamos al comenzar la pel¨ªcula que el final es feliz. Pero saber eso no impide que nos metamos en la piel y en el coraz¨®n de n¨¢ufragos rotos que, aunque hayan sobrevivido, no saben si el resto de su familia ha tenido la misma suerte. Esa b¨²squeda febril en medio de la muerte, el sufrimiento extremo o la pura desolaci¨®n est¨¢ bien contada hasta un momento en el que Bayona o sus productores, convencidos de que los espectadores son tan facilones como manipulables, utilizan los peores recursos del cine intentando conseguir que los ojos de los que han pagado la entrada se llenen de l¨¢grimas. La machacona utilizaci¨®n de la m¨²sica subrayando los sentimientos es un m¨¦todo tan antiguo como infame. Tambien demuestra una pat¨¦tica falta de confianza en el terrible dramatismo de lo que est¨¢n contando. No hace falta aporrear con la m¨²sica los sentidos del espectador para que este se conmueva. Lo que vemos y escuchamos re¨²ne tal potencial dram¨¢tico que resulta grotesco hacer trampas sensibleras para que nuestro coraz¨®n se desborde. En Lo imposible conviven lo mejor y lo peor. Bayona no solo dispone de Naomi Watts, esa actriz superdotada que expresa inmejorablemente todo tipo de sentimientos, sino que tambi¨¦n logra algo tan dif¨ªcil como elegir y dirigir admirablemente a los ni?os, a la altura del mejor Spielberg. Y el asombroso arranque de Lo imposible tambi¨¦n podr¨ªa haberlo rodado este. Por ello, los machacones defectos de esta irregular pel¨ªcula a¨²n te molestan m¨¢s.
No tengo nada en contra de la pel¨ªcula de Carlos Sor¨ªn, pero creo que esta historia es la misma que me cuenta siempre
Costa-Gavras se convirti¨® durante los a?os sesenta y setenta en el representante m¨¢s popular y prestigioso del cine pol¨ªtico. Personalmente y sin animo de llevar caprichosamente la contraria sobre aquel cine europeo considerado mayoritariamente como la qu¨ªmica perfecta entre la forma y el fondo, las ideas comprometidas con la realidad y el estilo m¨¢s vigoroso para expresarla, el Costa- Gavras que m¨¢s me interesa, el m¨¢s poderoso y complejo, es el que rueda en Estados Unidos las excelentes La caja de m¨²sica y El sendero de la traici¨®n. En El capital, que acaba de presentar en la secci¨®n oficial, Costa-Gavras nos ofrece su progresista y ca¨²stica opini¨®n sobre los timadores legalizados que van hacerse a¨²n m¨¢s ricos con el desastre econ¨®mico en el que ellos, en complicidad con la clase pol¨ªtica, poseen terror¨ªfica e impune responsabilidad. Y todos imaginamos o sabemos lo mezquina, retorcida, c¨ªnica y amoral que puede ser esa gente, pero no necesito que me los describan de forma tan did¨¢ctica, como si fuera un ni?o con escasas neuronas al que hay que explicarle muy clarito las cosas, con un tono facil¨®n cuando pretende ser sat¨ªrico. Y est¨¢ claro que le han informado mal sobre el precio que cobran las top models que se prostituyen con los desalmados banqueros. Un mill¨®n de euros por cada polvo no se lo pagaba ni el excitad¨ªsimo Adan a la ambiciosa Eva en el solitario Paraiso. Es una pel¨ªcula que pretende ser sofisticada y me resulta burda, que no me la creo. Me ocurre todo lo contrario que con los inquietantes retratos de los tiburones financieros que ofrec¨ªan Margin call y El fraude.
No tengo nada en contra de la pel¨ªcula de Carlos Sor¨ªn D¨ªas de pesca, pero creo que esta historia voluntariamente m¨ªnima es la misma que me cuenta siempre. Su Patagonia es real, y los personajes pintorescos o cotidianos que nos encontramos en ella, y esos protagonistas transparentemente heridos que dan vueltas por ese territorio buscando algo que perdieron, y esos di¨¢logos nada enf¨¢ticos que tienen el sonido de la vida misma. Reconozco que Sor¨ªn es due?o de un universo. Pero su vocacional minimalismo, su tenue po¨¦tica, su evidente humanidad, ya no me provocan ni fr¨ªo ni calor.
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