El m¨²sico se rebela contra el patr¨®n
Estrellas de EMI como Blur, Coldplay, Guetta o Kylie Minogue protestan por no haber sido consultados en la venta a Universal Surge el fantasma de la huelga
Contin¨²a coleando la saga de EMI Records, anta?o la m¨¢xima discogr¨¢fica brit¨¢nica. Ahora son sus artistas los que protestan. Conviene recordar que, para aprobar su compra por la multinacional Universal, la Comisi¨®n de Competencia de la Uni¨®n Europea, que encabeza el socialista Joaqu¨ªn Almunia, impuso duras condiciones: obliga a los nuevos propietarios ¡ªel grupo franc¨¦s Vivendi¡ª a desprenderse de la tercera parte de los activos de EMI, a fin de que la nueva empresa, por lo menos en Europa, no adquiera una posici¨®n hegem¨®nica en el mercado. Sit¨²a la raya roja en la franja 35-40%: para no acercarse, Universal debe vender determinados sellos en seis meses.
Desdichadamente, nadie consult¨® a los artistas: la principal batalla contra la absorci¨®n de EMI por Universal corri¨® a cargo de la asociaci¨®n de discogr¨¢ficas independientes, Impala. Y ahora, tras digerir las novedades, algunos de los activos de EMI quieren hacerse o¨ªr. El portavoz es Dave Rowntree, baterista de Blur, que ha declarado al diario The Independent: ¡°Los artistas son las ¨²nicas personas que est¨¢n fuera de esta negociaci¨®n. Si los empleados de la compa?¨ªa se sienten infelices con la nueva situaci¨®n, tienen la libertad de marcharse, algo que no pasa con los artistas¡±.
Legalmente, m¨²sicos y cantantes poco pueden hacer: sus contratos forman parte de la cartera de EMI. Son raros los artistas que se benefician de cl¨¢usulas que contemplen el cambio de propietarios, con la opci¨®n de renegociar condiciones y conseguir la carta de libertad o ser recompensados. Aparentemente, los astutos irlandeses U2 s¨ª ten¨ªan un acuerdo de este tipo con Island Records; cuando esa compa?¨ªa se vendi¨® en 1989, el grupo dublin¨¦s recibi¨® una prima de muchos millones de libras esterlinas.
Los artistas de EMI podr¨ªan amenazar con una huelga: negarse a entregar nuevas obras, aunque eso tambi¨¦n depende de la letra peque?a, donde suelen especificarse los plazos de entrega. No obstante, una discogr¨¢fica tiene las de perder si pretende forzar al creador: es famoso el corte de mangas de los Rolling Stones, que cerraron su relaci¨®n con la conservadora Decca Records entregando una obscena canci¨®n de tem¨¢tica homosexual, Cocksucker blues (el tema contin¨²a in¨¦dito, aunque s¨ª ha sido pirateado y hasta versionado). En esos conflictos, las simpat¨ªas de medios y consumidores suelen inclinarse por los artistas: la imagen p¨²blica del magnate David Geffen todav¨ªa no se ha recuperado de su decisi¨®n de demandar al inefable Neil Young, bajo la acusaci¨®n ¡ªpor otro lado, cierta¡ª de entregar ¡°discos no caracter¨ªsticos¡±.
Lo ins¨®lito del aviso es que venga de parte de Blur, cuarteto identificado con el lejano britpop, aparentemente inactivo en lo discogr¨¢fico (aunque protagoniza lucrativos conciertos de reuni¨®n). Pasa lo mismo con otros nombres gloriosos de EMI, como Pink Floyd, Tina Turner o David Bowie, aunque este ¨²ltimo cambia regularmente de distribuidora. M¨¢s delicada es la situaci¨®n de figuras como los Chemical Brothers, David Guetta, Kylie Minogue, Gorillaz o Coldplay.
Rowntree, con formaci¨®n jur¨ªdica, sugiere que las discogr¨¢ficas, Universal y las futuras compradoras, abran conversaciones con FAC (Featured Artists Coalition), una informal agrupaci¨®n gremial respaldada por numerosas figuras del pop brit¨¢nico. Otro posible interlocutor es el Music Managers Forum, que sugiere un futuro de joint ventures entre artistas y discogr¨¢ficas. Aunque su director, Jon Webster, reconoce que los artistas con ventas modestas dif¨ªcilmente lograr¨¢n acceder a negociar.
Se intuye qui¨¦nes podr¨ªan ser los nuevos due?os: Bruselas exige que dos terceras partes de los activos excesivos de EMI sean adquiridos por ¡°un comprador con experiencia en el mercado¡±, lo que aparentemente limita las pujas a Sony o Warner Music. La tercera parte del paquete estar¨ªa al alcance de una indie potente o incluso de una editorial musical como BMG Rights, del conglomerado Bertelsmann, que est¨¢ volviendo discretamente al negocio.
El ¨®rdago de los m¨²sicos tambi¨¦n puede verse como una oportunidad para establecer un modelo m¨¢s equitativo: la inmensa mayor¨ªa de los contratos est¨¢n escorados al lado de las discogr¨¢ficas, que se quedan con la propiedad de los m¨¢sters hasta que pasan a dominio p¨²blico. Para la gran industria musical, la decisi¨®n de la UE ha supuesto una desagradable sorpresa: en el resto del mundo, poniendo carita de pena, Universal ha logrado el nihil obstat a su absorci¨®n de EMI. En 2004, el organismo europeo de la Competencia, dirigido entonces por Mario Monti, bendijo la transacci¨®n que permiti¨® a Sony Music devorar a BMG, haciendo caso omiso de las protestas de Impala. En la actualidad, Europa pretende potenciar nuevos servicios de streaming y venta digital, como soluci¨®n a la crisis del sector. Y considera peligrosa la preeminencia de un coloso como ser¨ªa Universal con los tesoros de EMI: ¡°El tama?o de una compa?¨ªa incrementa su poder de negociaci¨®n y su capacidad para aumentar los precios de las licencias e imponer t¨¦rminos m¨¢s onerosos¡±. Resumiendo: hay un fil¨®n en Internet y los artistas quieren estar all¨ª cuando lleguen los beneficios.
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