Entre silencios y bostezos

La tarde transcurri¨® entre silencios, el sue?o, la frialdad¡­ Y el olvido. No hubo nada. La ilusi¨®n, quiz¨¢, por ver a tres novilleros que han cortado oreja en esta plaza, que dijeron algo en su d¨ªa y que se espera que griten a voces su torer¨ªa. Pero fueron los culpables los novillos, quiz¨¢, un derroche de mansedumbre y soser¨ªa y faltos de esa clase que exige el toreo de hoy; o fueron, tal vez, los chavales, tan barbilampi?os y ya doctos en el pegapasimo imperante; valentones y conformistas a un tiempo, decididos y superficiales, tambi¨¦n.

Pero, nada. No hubo nada; ni un novillo encastado y noble, ni un novillero que, a falta de ocasi¨®n para mostrar hondura, asustara al miedo con entrega. Y todo transcurri¨® entre silencios y bostezos, en esa neblina que provoca el fr¨ªo del aburrimiento, en esa desesperanza que toma cuerpo novillo tras novillo.

Pero fue la ilusi¨®n despertada por la terna la que cubri¨® casi en su totalidad la plaza madrile?a. Del Pilar y Caballero sorprendieron en San Isidro y se les esperaba con impaciencia; y Gerpe demostr¨® sus buenas maneras all¨¢ por el mes de agosto. Pero en cuanto el oponente no es de carril, bonancible y repetidor, brotan el conformismo, la indecisi¨®n, la duda.

Quiz¨¢, eso fue lo que le sucedi¨® a G¨®mez del Pilar en su primero, el m¨¢s potable, a la postre, del encierro, huidizo, como todos, en los primeros tercios, que acudi¨® a la muleta con cierta codicia pero sin dulzura; y ese detalle, qui¨¦n sabe, impidi¨® que el novillero se confiara y buscara la fusi¨®n necesaria de la que surge la emoci¨®n. Hubo muchos pases, pero falt¨® ligaz¨®n, confianza en s¨ª mismo y comuni¨®n entre toro y torero. En fin, que Del Pilar no dijo nada cuando mucho se esperaba de ¨¦l. Y tampoco en el cuarto, con menos clase, ante el que se le vio sin soltura, embotado y sorprendido de su aparente incapacidad. A sus dos novillos los esper¨® de rodillas en la puerta de chiqueros y sali¨® con bien del envite. Genuflexo estaba, despu¨¦s de santiguarse tres veces, cuando su segundo se le par¨® a un par de metros, lo mir¨® con cara de sorpresa y lo midi¨® con descaro. Quiso el destino que tomara velocidad y pudo el torero sortear la embestida.

Tampoco dej¨® buen recuerdo Luis Gerpe, a quien no le faltaron ganas, pero sus maneras toreras tienen apagadas las cuerdas vocales. Ya se sabe que los novillos no colaboraron, pero el novillero demostr¨® unas formas vac¨ªas, vanas y poca enjundia.

Y cabizbajo, como sus compa?eros, se march¨® Gonzalo Caballero, que parec¨ªa que llegaba con ganas de romper, pero sus oponentes le presentaron excesivas dificultades Muy desabrido result¨® el tercero, con mala clase y dificultoso, y el novillero lo intent¨® siempre con la muleta retrasada, y as¨ª no es f¨¢cil decir nada. Violento result¨® el sexto y de recorrido muy corto y la gente enfilaba la salida cuando Caballero lo intentaba por bernardinas que no pudieron arreglar en modo alguno el desaguisado de toros y toreros de la primera tarde oto?al de la plaza vente?a.