Diamantes para la historia
El Museo Thyssen-Bornemisza acoge su primera exposici¨®n de joyer¨ªa. ¡®El arte de Cartier¡¯ presenta m¨¢s de 420 piezas de la colecci¨®n Cartier
Recortadas en la oscuridad, m¨¢s de 420 joyas descubren la belleza de sus piedras al tiempo que hablan de la evoluci¨®n cultural y art¨ªstica del siglo XX. Con El arte de Cartier, el Museo Thyssen-Bornemisza acoge por primera ver una exposici¨®n de joyer¨ªa. Desde 1984, Cartier se dedica a buscar y comprar las piezas m¨¢s significativas que sus talleres y dise?adores han creado desde el nacimiento de la firma, en 1847. Una tarea que no tard¨® en obtener su recompensa: la colecci¨®n fue objeto de una primera muestra en el Petit Palais de Par¨ªs en 1989 y desde entonces la han acogido en museos como el Brit¨¢nico, el Metropolitan de Nueva York, el Pompidou, el Hermitage o los del Kremlin, en Mosc¨², entre otros. La colecci¨®n se detiene ahora por primera vez en Espa?a. ¡°Su belleza reside en que a trav¨¦s de ella puedes mostrar la historia de la artesan¨ªa, de la innovaci¨®n t¨¦cnica, del estilo y los movimientos art¨ªsticos del siglo XX. Por eso, todos los museos quieren exponerla¡±, asegura Bernard Fornas, presidente de Cartier.
¡°Hay que separar la colecci¨®n Cartier de la marca¡±, asegura Guillermo Solana, director art¨ªstico del museo madrile?o y comisario de la muestra. ¡°Hay tantos precedentes para esta exposici¨®n que lo ¨²nico que se nos podr¨ªa reprochar por organizarla es llegar demasiado tarde¡±. Con la exposici¨®n dedicada a Mario Testino el museo recibi¨® cr¨ªticas. Pero tambi¨¦n 90.000 visitantes y un p¨²blico ¡°diferente¡± al habitual, seg¨²n la coordinadora de exposiciones Paula Luengo. Algo parecido le sucedi¨® al museo Guggenheim al organizar en 2000 una exposici¨®n sobre Giorgio Armani. ¡°Cuando expones a un artista vivo le beneficias comercialmente a ¨¦l y a su galerista; cuando expones a uno antiguo, al propietario del cuadro. El efecto comercial lateral involuntario est¨¢ presente en cualquier exposici¨®n¡±, defiende Solana.
Cada una de las muestras que desde 1989 se ha organizado sobre la historia de Cartier ha sido diferente. Y no solo porque la colecci¨®n crezca. La casa pide a cada museo que plantee su propio argumento a partir de las 1.450 piezas que ahora atesora. La de Madrid se organiza en ¨¢reas tem¨¢ticas y trata de reflejar la evoluci¨®n desde el estilo neocl¨¢sico -que favorecieron el fundador Louis-Fran?ois Cartier y su hijo Alfred- hasta las oleadas ex¨®ticas que incorporaron los tres hijos de Alfred: Louis, Jacques y Pierre. Las panteras y serpientes que la entonces directora creativa Jeanne Toussaint concibi¨® para mujeres tan fieras como ella -Wallis Simpson, Barbara Hutton, Mar¨ªa F¨¦lix¡- en los a?os cuarenta y cincuenta est¨¢n muy alejadas de las tiaras estilo guirnalda, con motivos Louis XVI, con las que Cartier sedujo a las monarqu¨ªas europeas al principio del siglo XX. Por el camino, el mundo cambi¨®. Y, con ¨¦l, las joyas. Los Ballets Rusos, la modernidad del art d¨¦co (palpable en piezas tan tempranas como de 1904) o la fascinaci¨®n por las culturas china, india o egipcia dejan huella en composiciones que imprimen expresividad a las piedras.
Esta colecci¨®n es un testimonio privilegiado de la historia de las artes decorativas
¡°Esta colecci¨®n es un testimonio privilegiado de la historia de las artes decorativas¡±, asegura Pascale Milhaud, conservadora de la colecci¨®n. ¡°Construirla es como un gran puzzle, ahora buscamos las piezas que nos faltan para completarlo¡±. Los exhaustivos dibujos que se guardan en los archivos de todas las piezas producidas desde 1847 le sirven de gu¨ªa. Tambi¨¦n se proyectan en las paredes de la exposici¨®n en el Thyssen, que afronta la mayor transformaci¨®n que sus salas inferiores han conocido hasta la fecha. ¡°Los dibujos de las joyas son un material ¨²nico y proyectarlas me permit¨ªa unir el espacio con las piezas de una forma din¨¢mica y sugerente¡±, explica Jorge Varela, dise?ador de la exposici¨®n. ¡°Esos dibujos preparatorios reflejan el extraordinario trabajo art¨ªstico de las piezas¡±, reflexiona Paula Luengo.
Adem¨¢s de las piezas de la colecci¨®n Cartier, la exposici¨®n cuenta con dos pr¨¦stamos principales. La Casa Real espa?ola ha permitido que se muestre una tiara de 1920 que Alfonso XII regal¨® a Victoria Eugenia; la de M¨®naco, que sean expuestas cuatro piezas que pertenecieron a Grace Kelly, entre ellas, su sortija de compromiso (1956). Componen una secci¨®n dedicada a clientas c¨¦lebres en la que se puede admirar, por primera vez, dos piezas recientemente adquiridas por la colecci¨®n Cartier: un broche con forma de flamenco de 1940 que perteneci¨® a la Duquesa de Windsor y el collar de rub¨ªes y diamantes que Mike Todd le regal¨® a Elizabeth Taylor en 1951. ¡°Las piezas no son solo un recuerdo de su tiempo¡±, termina Fornas. ¡°Tambi¨¦n han sido los primeros testigos de algunas de las m¨¢s apasionadas historias de amor del siglo XX¡±.
Babelia
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