Txomin Ziluaga, mi amigo de ETA
Ten¨ªa una impronta populista de hijo de la clase obrera que no exclu¨ªa su condici¨®n de 'abertzale' radical, puro y duro
Cosas de la edad. Cuando mi hijo me inform¨® de que Txomin hab¨ªa fallecido, lo primero que pens¨¦ fue en el disgusto que la noticia iba a causar a mi mujer, Marta. Pero me di cuenta de que ella tambi¨¦n estaba muerta. Hasta su detenci¨®n en 1968, ambos hab¨ªamos participado en una serie de reuniones de estudiantes vascos en un chal¨¦ de la colonia de Francos Rodr¨ªguez, singular centro pol¨ªtico-cultural donde se organizaban conferencias, recitales de Lourdes Iriondo, Mikel Laboa y alg¨²n trikitixa, sin que faltase, c¨®mo no, un cura progresista, Mart¨ªn Gar¨ªn. Tambi¨¦n se organizaban coros vascos a fin de sacar de los vascos ricos fondos para la causa en el d¨ªa de santa ?gueda y, por supuesto, ¨ªbamos a los partidos del Athletic. La pertenencia del n¨²cleo a ETA me fue notificada por el propio Txomin, l¨ªder del mismo, en una habitaci¨®n del Colegio Mayor Landir¨¢s cuando ped¨ª explicaciones por la prohibici¨®n de asistir a misa, la actividad dominical, a uno de los habituales, de apellido Zubillaga. Eran ETA, me explic¨® Txomin, y el excluido pertenec¨ªa a ETA-berri.
Txomin era un tipo listo, muy cordial con sus amigos, con una impronta populista de hijo de la clase obrera que no exclu¨ªa su condici¨®n de abertzale radical, puro y duro. Le deten¨ªan por manifestarse tanto en el Aberri Eguna como el Primero de Mayo en Madrid. Se tomaba en serio lo de la formaci¨®n, la m¨ªa, envi¨¢ndome libros de veteranos del Jagi ¡ªuno se llamaba De Euzkadi naci¨®n a Espa?a ficci¨®n¡ª y la de su grupo, buscando un adoctrinamiento marxista. Fue el comienzo de una larga, y creo que sincera, amistad a borbotones. Ante el temor de una detenci¨®n, que al producirse le llev¨® a sufrir la tortura, me pas¨® un bloque de documentos de ETA, que en el estado de excepci¨®n del setenta intent¨¦ quemar y pas¨¦ a la Hemeroteca Municipal de Madrid. Pienso que ya no existen.
Su tesis sobre Nicaragua era un alegato sobre la necesidad de sustituir la lucha armada por la pol¨ªtica
Volvimos a vernos tras salir ¨¦l de la c¨¢rcel segoviana despu¨¦s de la muerte de Franco. Segu¨ª de lejos su participaci¨®n en el nacimiento de Herri Batasuna y la actuaci¨®n como leal a ETA al asumir la secretar¨ªa general de HASI, partido etarra-leninista, tras ser lanzados a las tinieblas exteriores los pol¨ªticos, con Alberto Figueroa al frente. Una vez le encontr¨¦ en un bar de Malasa?a, charlando con Ramonc¨ªn. ¡°Te querr¨ªa mucho si dejaseis de matar¡±, le dije. La ocasi¨®n lleg¨® cuando Txomin plant¨® cara a las fieras por su abierta disconformidad ante la matanza de Hipercor. Fue expulsado, como la hija de Santi Brouard, con la pipa sobre la cabeza para garantizar su silencio. Precauci¨®n in¨²til, ya que Txomin nunca hubiera hecho nada sin tener en cuenta qui¨¦n era a su juicio el enemigo.
Era diputado al Congreso y, aun ausente de las sesiones, ello le permit¨ªa viajar gratis. As¨ª que pens¨® en acabar Ciencias Pol¨ªticas y esta circunstancia nos permiti¨® a Marta y a m¨ª reanudar una intensa relaci¨®n amistosa. Ven¨ªa a casa un d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n. Su tesis sobre Nicaragua era un alegato sobre la necesidad de que la pol¨ªtica sustituyera a la lucha armada. Pronto logr¨® un empleo como profesor en la UNED vasca, pero el regreso a la tierra, y tal vez la influencia radical de su mujer, le hicieron regresar tambi¨¦n al pasado, seg¨²n comprob¨¦ al invitarle para dar una conferencia sobre el Congreso de Burgos. Llevaba ETA en el alma. El azar nos reuni¨® una vez en un viaje a Cuba, que para ¨¦l se prolongaba hasta Nicaragua: le trataban como a alguien importante.
Nuevo distanciamiento. Cuando cerraron las sedes de Batasuna, vi por televisi¨®n a un hombre de edad pele¨¢ndose a patadas con la Ertzaintza. Era Txomin. Pude verle al final de la sala en la foto de la reuni¨®n donde fueron presentados los estatutos de Sortu. Trat¨¦ de localizarle en alguna ocasi¨®n sin ¨¦xito. Seguramente ha muerto pol¨ªticamente feliz.
Babelia
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