¡°La ciencia ficci¨®n es una gran met¨¢fora de la vida¡±

Portland (Oreg¨®n) no es Gueden, ni Terramar, ni Anarres, ni ninguno de los otros mundos imaginados por Ursula K. Le Guin, pero hay que ver lo lejos que est¨¢ para una visita r¨¢pida. Cuando llego a la puerta de la casa de la gran dama de la ciencia ficci¨®n en las afueras de la ciudad tras un viaje de 9.000 kil¨®metros y 17 horas, me siento tan extranjero, extra?o, solitario y melanc¨®lico como uno de sus viajeros siderales. Falta a¨²n un rato para la hora de la cita, as¨ª que deambulo por la calle flanqueada de bosques en busca de p¨¢jaros con mi peque?o catalejo, lo que no deja de crear alguna alarma en el tranquilo vecindario. En fin, como dice Le Guin, un extra?o es una curiosidad; dos, una invasi¨®n. Hac¨ªa calor en el downtown de Portland, pero aqu¨ª arriba se ha levantado un airecito fr¨ªo y al cabo de un rato estoy temblando: parece muy adecuado para visitar a la creadora del planeta Invierno.

Le Guin (Berkeley, California, Estados Unidos, 1929) es la indiscutible reina y decana de la ciencia ficci¨®n y la fantas¨ªa, adem¨¢s de un referente en la literatura m¨¢s all¨¢ de cualquier g¨¦nero. Entre sus novelas, que abordan a la vez de manera apasionante y reflexiva temas como la diferencia de sexos, la ecolog¨ªa, los prejuicios, los peligros del poder o los sistemas pol¨ªticos, siempre en otros mundos que nos espejan, se cuentan t¨ªtulos antol¨®gicos que han fascinado a millones de lectores como La mano izquierda de la oscuridad, Los despose¨ªdos, El nombre del mundo es bosque o Un mago de Terramar. Es imposible describir la conmoci¨®n que provocan esas historias, llenas de extra?a belleza, sentimientos delicados como hebras de plata, sue?os y advertencias. La escritora, en parte una Swift contempor¨¢nea, es autora adem¨¢s de cuentos, ensayos, poes¨ªa, libros infantiles y de fotograf¨ªa, y un ampl¨ªsimo reguero de art¨ªculos y cr¨ªticas. De su influencia baste decir que su adolescente mago es un claro precedente de Harry Potter y que es imposible ver Avatar sin pensar en alguna de sus novelas. Ahora se publica en Espa?a (RBA) un volumen con tres de sus novelas m¨¢s conocidas, El mundo de Rocannon, El planeta del exilio y Ciudad de ilusiones, agrupadas bajo el t¨ªtulo Mundos de exilio e ilusi¨®n.

A sus 83 a?os reci¨¦n cumplidos (el pasado d¨ªa 21 de octubre), dotada de una mente privilegiada, Ursula K. Le Guin, pionera del feminismo moderno, contin¨²a siendo una activa intelectual, con una opini¨®n respetada sobre cualquier asunto y que, por ejemplo, ha encabezado una protesta contra Google por el uso de material con derechos de autor que se pone en la Red sin permiso. Cuando me decido a llamar a la puerta, acude la propia escritora a abrir. El pelo corto a lo chico, como lo ha llevado siempre, le da un curioso aire juvenil y hasta travieso. Pasamos a un saloncito decorado con sobrio buen gusto y en el que dominan la penumbra y una atm¨®sfera de paz casi monacal. Se respira una ordenada armon¨ªa que me hace pensar en el inter¨¦s de Le Guin por el tao¨ªsmo. ¡°Tendr¨¢ que ser t¨¦, no tengo caf¨¦¡±, dice antes de encaminarse a la cocina y dejarme solo con el gato, un cobby joven y travieso llamado Pard. Regresa con una taza con la imagen de Virginia Woolf (!) y se sienta frente a m¨ª en un sill¨®n.

Ese cartel de la entrada, acerca de cuidar que no se escape el gato¡­ Es por los coyotes, son peligrosos para ¨¦l. ?Esto es el Oeste americano!

Eso me recuerda lo de la serpiente de cascabel con la que se enfrent¨® una vez. S¨ª, he visto muchas e incluso las he comido fritas, pero esa fue muy especial. Ocurri¨® en el valle de Napa, en el viejo rancho de la familia. Estaba en una mecedora en el porche y o¨ª el ruido de los cascabeles. Estuvimos mir¨¢ndonos largo rato como si fu¨¦ramos los ¨²nicos seres en el mundo. Hubo algo muy intenso entre nosotros. De contacto entre especies alien¨ªgenas. Mi marido, Charles, me ayud¨® luego a llevarla lejos, sin matarla.

No se lo va a creer, pero ?sabe qu¨¦ he visto en los ¨¢rboles de enfrente?: un ave de presa que me ha parecido un cern¨ªcalo americano (¡®Falco sparverius¡¯), un gavil¨¢n, el apodo de Ged, el protagonista de ¡®Un mago de Terramar¡¯; parece un buen augurio para el encuentro. Imagino que ser¨ªa m¨¢s bien un halc¨®n de cola roja, en propiedad un busardo, un ¨¢guila; hay muchos por aqu¨ª.

?Colibr¨ªes? Claro. ?No ten¨¦is en Europa? ?No? Qu¨¦ pena. ?Sabes qu¨¦ hay maravilloso en las Rocosas?: las luci¨¦rnagas voladoras. Hay seres tan extraordinarios en el mundo¡­ Una vez mont¨¦ en una alpaca. Parecen de otro planeta. Y he estado en Australia, ?eso s¨ª es diferente! Aparte de ver p¨¢jaros, ?has visto algo de Portland?

Hay una dureza y un salvajismo irreductibles en los hombres

He pasado un buen rato en Powell¡¯s. ?Nuestra gran librer¨ªa! ?Una opci¨®n estupenda!

Refugiarse en una librer¨ªa es como disponer del ¡®ansible¡¯, ese instrumento que invent¨® en sus novelas y que permit¨ªa comunicarse instant¨¢neamente entre mundos. En el viaje, en el que he tenido mucho tiempo, he rele¨ªdo ¡®La mano izquierda de la oscuridad¡¯. Hay tanto que no recordaba¡­ A m¨ª me encanta releer, lo que le¨ªmos hace 10 a?os es ahora un libro nuevo, diferente.

Me ha conmovido cu¨¢nto hay sobre la amistad. Filosof¨ªa, amistad, traici¨®n y fidelidad¡­ amor.

Y en la segunda parte, el viaje por los parajes helados del planeta Invierno, tirando de un trineo, recuerda las expediciones polares. Me encantan los relatos de los exploradores. Pensaba en Shackleton y Scott cuando lo escrib¨ª. Amundsen en cambio no me parece muy interesante, pero los ingleses eran muy buenos escritores. Por eso hice que mi planeta fuera as¨ª de fr¨ªo. Para narrar una aventura parecida. Hay que conocer los hechos para escribir, aunque sea una fantas¨ªa, me gustan los hechos en mis novelas.

Los paisajes, terrestres y extraterrestres, tienen una gran presencia en su obra. Seguro, son una de las bases de mi narrativa. Empezando por California, donde crec¨ª, y Oreg¨®n, donde vivo desde 1958.

Oreg¨®n parece hermoso. Interminablemente hermoso.

?Ha estado en Espa?a? No, y c¨®mo lo siento. Entonces estaba Franco y no quisimos visitarla. Mi hija mayor vive en Madrid.

?Sabe? En realidad no es la primera vez que nos vemos. Hace dos a?os estuve aqu¨ª, en Portland, y tras una larga cola usted me dedic¨® ¡®La mano izquierda de la oscuridad¡¯ en una firma de libros en Powell¡¯s. Vine entonces para entrevistar a Jane Auel, la autora de ¡®El clan del oso cavernario¡¯. Ya es curioso que las dos grandes novelistas de Portland escriban una del futuro y la otra de la prehistoria. La conozco. Tiene mucho ¨¦xito. Creo que en realidad no le gusta mucho escribir. Lo que le gusta es documentarse y estar en contacto con los cient¨ªficos, sentirse uno de ellos, ir a las cuevas, esas cosas.

Se nos ha muerto Ray Bradbury. Era un hombre muy dulce, y genial. Sin enemigos, lo que es mucho decir cuando tienes ¨¦xito y vives en Los ?ngeles. Solo nos encontramos brevemente, pero lo quer¨ªa mucho. Adoro las Cr¨®nicas marcianas, no hay nada igual en la ciencia ficci¨®n, me mostr¨® lo que se pod¨ªa hacer en el g¨¦nero, y Fahrenheit 451 es una par¨¢bola perfecta. Otros libros no, demasiado sentimentales para m¨ª.

Asimov, Clarke¡­ Soy de otra generaci¨®n, la siguiente. Conozco m¨¢s a mis contempor¨¢neos. No intim¨¦ mucho con los de la edad dorada. No era en realidad la gente que me interesaba. La vieja guardia¡­ La ciencia ficci¨®n puede ir en otras direcciones mucho m¨¢s interesantes, tener otros logros y estar mejor escrita. Lo ha hecho.

Me gustar¨ªa ser como Saramago. Pero no tengo la energ¨ªa que ¨¦l ten¨ªa

?Ballard? S¨ª, sus primeras historias, cuando imaginaba otros mundos. Aprend¨ª mucho de Ballard. Luego su obra me interes¨® menos. Era un hombre extra?o. Y esa muerte horrible de su mujer, ahogada en Espa?a. Era un alma atormentada, por lo que vivi¨® de ni?o en China durante la ocupaci¨®n japonesa.

La suya, en cambio, fue una infancia feliz. Lo fue, creo. Con tres hermanos mayores, chicos. Eso me marc¨®. Juegos rudos. Eso da una perspectiva de los hombres especial.

¡®La mano izquierda de la oscuridad¡¯, con esa gente que posee potencialmente los dos sexos y puede hacer el amor indistintamente como hombre o como mujer en funci¨®n del est¨ªmulo, y luego ser padre o madre, est¨¢ cargada de reflexiones sobre el g¨¦nero y la identidad sexual. Tienes que considerar cu¨¢ndo fue escrita, 1969. Entonces toda la cuesti¨®n de g¨¦nero era diferente. De los hombres, por ejemplo, no se esperaba que entendieran a las mujeres, sino lo contrario. El protagonista, Genry Ai, el diplom¨¢tico humano que visita el planeta, enviado del Ecumen, los mundos asociados, es muy naif en su observaci¨®n de los habitantes de Invierno y su desconcertante sexualidad. Escrib¨ª el libro desde el punto de vista de un hombre, prisionero de su virilidad.

Cuando trata de explicarle a un alien¨ªgena hermafrodita lo que es una mujer, no puede hacerlo, y se da cuenta de que las mujeres le son m¨¢s extra?as que los extraterrestres porque con ellos al menos comparte un sexo. ?Somos muy diferentes hombres y mujeres? [R¨ªe]. S¨ª y no. Escrib¨ª ese libro para trascender el g¨¦nero y mostrar que la humanidad no est¨¢ en el sexo, ni en uno ni en otro (y tambi¨¦n por el placer de escribir esa frase: ¡°El rey estaba embarazado¡±). Pero el g¨¦nero es tan importante para nosotros¡­ Muchas sociedades siguen articuladas con la idea de que la mujer existe para servir al hombre. Tambi¨¦n quise mostrar un mundo sin guerras. Antropol¨®gicamente, en buena parte las guerras parecen una forma en que los hombres buscan m¨¢s poder, honor y control. Compiten con otros hombres por ello, lo que me parece muy primitivo, muy b¨¢sico. Hay una dureza y un salvajismo irreductibles en los hombres. Algunas mujeres tambi¨¦n los poseen. Pero es un rasgo propio de los hombres y que ha caracterizado a las sociedades que han dominado. La idea de la competitividad, de la necesidad de un jefe, de la jerarqu¨ªa piramidal. Las mujeres no jugamos en general a ese juego. No es que no seamos competitivas, pero no necesitamos batir al otro. Parece una base m¨¢s sabia para una sociedad.

Se ha autocalificado de pacifista- anarquista. Creo que jalear la competici¨®n por el poder lo deval¨²a todo. Que es mejor la colaboraci¨®n, el trabajo en equipo. Aunque es verdad que las sociedades que piensan como yo, cuando encuentran a las otras, mueren.

Con perspectiva, ?el sexo es tan importante? [R¨ªe]. S¨ª, lo es.

?Merece tanto ruido? Estamos algo obsesionados, europeos y americanos; no s¨¦ si eso es muy inteligente. A veces hay demasiado sexo en nuestros autores. ?Hay tanto sexo realmente en nuestra vida? Hablamos m¨¢s de trabajo, de relaciones. La escritura sobre sexo no es muy buena. Eso cuando no es pura pornograf¨ªa. Describir el sexo en general es m¨¢s aburrido que el b¨¦isbol.

?Se est¨¢ refiriendo a ¡®Cincuenta sombras de Grey¡¯? [R¨ªe]. Aparentemente gusta a las amas de casa, lo leen como un manual del Kamasutra, ?no es divertido?

?Qu¨¦ opina del feminismo? Me he identificado como feminista muchos a?os. En la actualidad, la palabra se interpreta en tantas maneras conflictivas, muchas de ellas ignorantes u hostiles, que raramente la uso. Si una feminista es alguien que piensa que el g¨¦nero es en gran medida una construcci¨®n social, y que nada justifica el dominio social de un g¨¦nero sobre otro, entonces soy feminista.

En ¡®La mano izquierda de la oscuridad¡¯, los protagonistas, el humano viajero y el pol¨ªtico local hermafrodita, Estraven, no tienen relaciones sexuales entre ellos, aunque la situaci¨®n parec¨ªa conducir a eso cuando el segundo entra en estro, en celo (k¨¦mmer), y no hay nadie m¨¢s a mano. Me pareci¨® importante que no las tuvieran. Hubieran descubierto qu¨¦ diferentes son. Habr¨ªan perdido el contacto que les hab¨ªa costado tanto lograr. El acercamiento hab¨ªa sido muy lento, superando prejuicios y malentendidos, y el sexo los habr¨ªa vuelto a separar.

Desprecio a quien se aprovecha gratis de fuentes sin acreditarlas

Nuestra parte ¡®voyeur¡¯ de lectores lo lamenta, nos habr¨ªa gustado ver ese coito tan curioso. Claro, fisiol¨®gicamente no hab¨ªa problema, pod¨ªan tener relaciones. Pero entonces yo no pod¨ªa mostrarlo. Tuvo que quedar ah¨ª un agujero, un vac¨ªo. Yo era muy joven, y Estados Unidos, muy puritano. ?Has le¨ªdo Coming of age in Karhide? Es un relato que escrib¨ª mucho despu¨¦s. Ah¨ª s¨ª se explica pormenorizadamente c¨®mo es el sexo en Invierno-Gueden, pormenorizadamente, clitopenis incluido. Completa la novela en cierta manera.

Hay mucha ternura en su sexo alien¨ªgena. La otra gran novela de referencia sobre el tema, ¡®Los amantes¡¯, de Philip Jos¨¦ Farmer, no es tan amable. ?Quiere creerlo?, nunca la he le¨ªdo.

Bueno, ella, la hembra, es en realidad un repulsivo insecto que adopta apariencia de mujer para seducir al humano. [R¨ªe]. Vaya, no creo que a Farmer le gustaran mucho las mujeres. Era un gran macho y un hombre muy complicado.

He le¨ªdo algunas cosas de usted sobre Jan Morris. Es muy buena narradora y tiene esas novelas sobre la extra?a ciudad-Estado de su invenci¨®n, Hav. Esa experiencia por la que ha pasado de convertirse en otro, de devenir mujer, me parece tan interesante. Una cortina cae, el sexo no es importante en la manera en que cre¨ªas. Qu¨¦ extra?o es el ser humano, s¨ª.

Es f¨¢cil hablar de sexo con usted, si me permite, ?ser¨¢ por sus conexiones con la antropolog¨ªa? Crec¨ª con ella; mi padre, Alfred Kroeber, como sabe, era etn¨®logo, entre otras cosas, y muchos de sus amigos tambi¨¦n lo eran. As¨ª que me hice mayor pensando que la antropolog¨ªa era algo muy interesante. Conocer a la gente, conseguir que conf¨ªen en ti y confiar t¨² en ellos.

Eso est¨¢ muy presente en sus historias. Sus visitantes a otros planetas tienen esa perspectiva, tan diferente de la de los conquistadores, militares o aventureros. ?Pens¨® en ser antrop¨®loga? No, siempre quise ser escritora, desde ni?a. Bueno, mi sue?o era tambi¨¦n ser bi¨®loga, mi t¨ªa lo era, adoro esa disciplina, los animales, los insectos, pero no pod¨ªa con las matem¨¢ticas. He le¨ªdo mucho de antropolog¨ªa, los antrop¨®logos son muy buenos escritores. Clifford Geertz, que ha tenido tanta influencia en la antropolog¨ªa en Estados Unidos, me ha interesado mucho.

En relaci¨®n con ¡®Un mago de Terramar¡¯, por la experiencia del protagonista con su lado oscuro, su sombra, a la que ha de vencer, se ha hablado de su inter¨¦s por Jung. S¨ª, lo tuve, ya no. A los 40 a?os, en un momento de oscuridad personal, me fue muy ¨²til. Le¨ª mucho su obra. Curiosamente, mi padre era freudiano, incluso hab¨ªa analizado a gente, y detestaba a Jung. Jung me ayud¨®, pero decid¨ª no ir m¨¢s lejos. En todo caso, escrib¨ª Un mago de Terramar antes de conocer las ideas de Jung. Fue una convergencia.

H¨¢bleme de Rowling y Harry Potter. Trato de no decir nada, pero la gente insiste. Me parece convencional y predecible. Pero est¨¢ bien para los ni?os. Ella podr¨ªa ser generosa y reconocer la influencia de Un mago de Terramar. En fin, son obras muy diferentes.

¡®Un mago de Terramar¡¯ y sus continuaciones son muy conmovedoras. Es dif¨ªcil no sentirse tocado. Lo que m¨¢s me enorgullece es la cantidad de gente de color que me ha agradecido que el protagonista fuera de raza negra, como lo es tambi¨¦n Genry Ai en La mano izquierda de la oscuridad. Me dicen que eso les abri¨® la puerta a identificarse con el personaje y a sentir que les concern¨ªa la literatura del g¨¦nero. En realidad, no me gusta la piel blanca. Hoy es habitual, pero hubo una ¨¦poca en que poner que eran negros los protagonistas te hac¨ªa perder lectores.

El filme ¡®Avatar¡¯ parec¨ªa sacado de su narrativa. No lo he visto. Pero he le¨ªdo y o¨ªdo lo suficiente para saber que el argumento tiene algunas llamativas similitudes con mi novela El nombre del mundo es bosque, aunque en la pel¨ªcula se soluciona el problema con violencia, a diferencia de en mi libro. En s¨ª mismo el asunto no me preocupa mucho. Ciertos elementos en la ciencia ficci¨®n son casi propiedad com¨²n, y la forma en que ideas e im¨¢genes pasan de autor a autor, como en el jazz o la m¨²sica barroca, ha sido un signo de la generosa vitalidad del g¨¦nero. Sin embargo, cuando se consigue una enorme cantidad de dinero apropi¨¢ndose de las ideas de otros artistas (y deduzco que Avatar se ha apropiado gratis de diversas fuentes sin acreditarlas o reconocerlas), hay cierto sentido de violaci¨®n. Me siento obligada a sentir cierto desprecio por el que se ha aprovechado.

?Le gust¨® la pel¨ªcula ¡®El se?or de los anillos¡¯? Pse. No es el libro, es otra cosa, m¨¢s simple y m¨¢s violenta, menos interesante que el original de Tolkien. Ese libro¡­ ?sabe que parece hecho para leerlo en voz alta? La pel¨ªcula es solo una sombra. El problema con los filmes es que deber¨ªan hacerse guiones directamente para la pantalla y dejarse de saquear libros. ?Conoce Moon, de Duncan Jones? Es espl¨¦ndida.

?Qu¨¦ opina del fen¨®meno actual de la fantas¨ªa Georges R. R. Martin y su serie de ¡®Canci¨®n de hielo y de fuego¡¯? No lo he le¨ªdo. Todo el mundo dice que es un tipo estupendo. Pero no suelo leer ese tipo de ficci¨®n.

Vaya, ?ni siquiera ¡®Muerte de la luz¡¯? Es maravillosa y tiene mucho en com¨²n a mi parecer con sus novelas. ?S¨ª, es cierto, esa s¨ª la he le¨ªdo! Es un buen contador de historias.

Mire, a m¨ª me hace llorar esa novela, como muchas de las de usted. Esas historias de viajeros que se quedan solos en otros mundos con gentes de otras razas, tan lejos de casa, adonde no regresar¨¢n nunca. Si se mezcla con amores imposibles y amistades rotas¡­ La ciencia ficci¨®n no es algo menor. Y no es solo, ni especialmente, la Enterprise, Star wars o las tropas del espacio. Significa experimentar con la imaginaci¨®n, responder preguntas que no tienen respuesta. Implica cosas muy profundas, que cada viaje es irreversible¡­

Como la vida. Exactamente. La ciencia ficci¨®n es una inmensa met¨¢fora.

Veo en esa silla un tomo de Shelley. S¨ª, lo leo. La poes¨ªa es esencial. Tambi¨¦n para contar historias. Pero m¨¢s para momentos cruciales. Necesito el poema y la narrativa. Son dos tempos. Cuando sea m¨¢s mayor no escribir¨¦ ya historias, pero s¨ª continuar¨¦ con la poes¨ªa. Lavinia (2008) habr¨¢ sido seguramente mi ¨²ltima novela como tal. Me gustar¨ªa ser como Saramago, al que tanto he admirado, pero no tengo la energ¨ªa que ¨¦l ten¨ªa. Y para escribir algo largo hace falta mucha energ¨ªa.

No contamos con ninguna biograf¨ªa suya. ?Hay alguna en marcha? Una chica muy inteligente de California, Arwen Curry, est¨¢ haciendo un v¨ªdeo sobre m¨ª. Y Julie Phillips, la autora de la biograf¨ªa sobre James Tiptree (en realidad Alice B. Sheldon), se ha mostrado interesada en escribir tambi¨¦n la m¨ªa. No s¨¦, una biograf¨ªa m¨ªa ser¨¢ muy aburrida, porque no he hecho nada, cuidar de los ni?os y escribir, una vida muy tranquila.

No lo dir¨¢ en serio, ?si ten¨ªan indios en casa!, y no me refiero al famoso Ishi, el ¨²ltimo de los yana, popularizado por el libro de su madre, Theodora Kroeber, y al que ya s¨¦ que no conoci¨®. Es cierto, ven¨ªan indios a casa en California y fue una influencia muy poco corriente, algunos siguen siendo amigos m¨ªos, pero a la vez mi vida es tan convencional, de clase media intelectual.

Habr¨ªa m¨¢s gente interesante. Muchos refugiados europeos de la II Guerra Mundial visitaban a mis padres en Berkeley. La guerra fue muy importante en mi vida. Cuando empez¨®, yo ten¨ªa 11 a?os, y todos mis hermanos marcharon al frente. Esa guerra fue tremenda, y en realidad, desde entonces, Estados Unidos ha estado siempre en guerra y nunca ha habido una oposici¨®n seria excepto con la de Vietnam.

?Esos n¨²meros en el cristal de la ventana? La cifra de muertos estadounidenses en Irak y Afganist¨¢n, la voy cambiando. Siento no saber la de iraqu¨ªes y afganos.

Ha comentado alguna vez que le gustaban los cuentos de Lord Dunsany. Su escritura es extremadamente hermosa, como una partitura manierista, muy lejos de lo ordinario. Lo le¨ª muy joven, todo lo que encontr¨¦, y me encant¨®. Fue una gran influencia temprana. Me fui separando de ese lenguaje tan po¨¦tico, no en balde era contempor¨¢neo de Yeats.

En buena parte hay que estar enamorado para leer a Yeats. S¨ª, pasa con muchos poetas.

?Qu¨¦ piensa del amor? ?Oh! Que es una cosa buena, si lo consigues. Llevo muchos a?os, desde 1953, felizmente casada. Es un tipo de amor. No soy una experta, excepto en ese.

?Y el otro? Algunos pueden mezclarlo. Generalmente m¨¢s los hombres. No s¨¦, est¨¢ m¨¢s all¨¢ de m¨ª. El amor de los libros, el amor er¨®tico, rom¨¢ntico, es muy importante, pero dura solo una parte de la vida. Hay otros tipos de amor tan importantes, el amor entre hermano y hermana ¨Cque no hay que confundir con el incesto¨C, basado en el hecho de crecer juntos y saber lo que otros no saben, el amor entre amigos. La capacidad humana de amar es muy variada. Pero el amor pasional es muy sexual, aunque no lo sea abiertamente. Creo que el amor se ha de basar en la confianza y la verdad, es una promesa de establecer algo, de ir adelante; eso me interesa m¨¢s. Si la relaci¨®n es in?feliz, familias que no funcionan, amores que no van, no s¨¦. La vida es tan compleja.

Uno de sus libros se?eros y m¨¢s conmovedores, ¡®Los despose¨ªdos¡¯, trata sobre dos mundos, uno de los cuales es pobre y el otro rico, y es desde el primero desde el que llega la aportaci¨®n clave que catapulta a la humanidad a las estrellas. Un bonito mensaje en estos tiempos de crisis. No s¨¦ qu¨¦ decirle, me parece una crisis tan injusta e innecesaria. Entiendo muy bien a los que se alzan y protestan.

Tambi¨¦n necesitamos la fantas¨ªa. Creo que la imaginaci¨®n es la principal facultad de la mente humana. La fantas¨ªa, la habilidad, el arte de usar y controlar la imaginaci¨®n en narrativa es el mejor y el m¨¢s feliz ejercicio en el uso de esa facultad, junto con la ciencia, que la usa para conectar hechos que parecen no relacionados.

Llevamos dos horas y pico conversando y, pese a que hace esfuerzos por no demostrarlo, la escritora est¨¢ cansada. Inventar mundos es un trabajo pesado; tambi¨¦n hablar de ellos. En un ¨²ltimo gesto de amabilidad, sale de la habitaci¨®n para pedirle a su marido, el historiador Charles Le Guin, que me acompa?e al centro en autom¨®vil, no vaya a ser que me encuentre un coyote en mi estado. Aprovecho para observar en un estante unas peque?as mu?ecas kachina de los pueblos indios. Seres de otro mundo. De repente, las nubes all¨¢ fuera se abren y por los ventanales entra una r¨¢faga inesperada de luz que no parece luchar con la penumbra, sino instalarse en ella. Me miro las manos, entr¨¢ndolas y sac¨¢ndolas del haz resplandeciente. Todo parece adquirir un orden y un sentido. Un equilibrio. Ursula K. Le Guin ha regresado a la habitaci¨®n y sonr¨ªe. ¡°La luz es la mano izquierda de la oscuridad, y la oscuridad es la mano derecha de la luz; las dos son una, vida y muerte, juntas como amantes¡±.