¡°Estas p¨¢ginas torpes¡± de Albert Camus
'El rev¨¦s y el derecho', primer libro del escritor, es una visita an¨®nima a los manantiales de los que procede la met¨¢fora mayor de su literatura: su madre omnipresente, la pobreza, la luz de la infancia¡ La ternura y el desvalimiento, la sinraz¨®n y la violencia, la perplejidad y el crimen, que recorren la obra del Nobel, est¨¢n ya presentes en esa obra publicada en Argelia en 1937
Hac¨ªa un a?o que hab¨ªa ganado el Premio Nobel, que obtuvo en 1957, y Albert Camus sinti¨® la pulsi¨®n de volver a visitar la casa literaria de su adolescencia, su primer libro. Era El rev¨¦s y el derecho. Lo escribi¨® entre 1935 y 1936, trataba sobre el mundo que lo rodeaba en Argelia cuando era ni?o y hab¨ªa circulado entre muy pocos lectores en 1937, cuando se public¨®. Veinte a?os m¨¢s tarde, aquel joven escritor que alguna vez so?¨® con ese instante se hallaba en lo m¨¢s alto de la fama literaria, hab¨ªa escrito algunas obras que lo hab¨ªan convertido en uno de los escritores m¨¢s importantes del siglo XX y decidi¨® que pod¨ªa rescatar ¡°estas p¨¢ginas torpes¡± que ya viv¨ªan tan solo en las manos de algunos privilegiados.
Debi¨® ser muy conmovedor ese reencuentro de Albert Camus con lo que aquel muchacho de veinticuatro a?os hab¨ªa dado a la estampa porque el autor, que en ese momento disfrutaba de los salones literarios que deploraba pero que formaban parte del ¨¦xito que alcanz¨®, sinti¨® que lo m¨¢s importante de su vida hab¨ªa sucedido entonces. ¡°Brice Parain hab¨ªa dicho con frecuencia que en este libro est¨¢ lo mejor que he escrito¡±. ¡°Quiere decir, y est¨¢ en lo cierto¡±, subrayaba Camus, ¡°que hay m¨¢s amor verdadero en estas p¨¢ginas torpes que en todas las que vinieron despu¨¦s¡±. Y despu¨¦s vinieron La peste y El extranjero, por citar, tan solo, dos de sus obras culminantes, en las que conviven (como en estas p¨¢ginas) la ternura y el desvalimiento, la sinraz¨®n y la violencia, la perplejidad y el crimen.
Pero El rev¨¦s y el derecho era muy especial, mucho m¨¢s, acaso, que todo lo que vino despu¨¦s. Por eso, cre¨ªa el propio Camus, hab¨ªa sido guardado como un espejo en el que no se quer¨ªa mirar mientras progresaba su incursi¨®n por los caminos de la risa y el olvido que constitu¨ªa la vida literaria de la que en ese momento, a pesar del ¨¦xito, o quiz¨¢ por su culpa, abominaba. La vida le hab¨ªa devuelto risa y desconsuelo, la carcajada en los saraos; hab¨ªa conocido la envidia, la hab¨ªa practicado a veces, se hab¨ªa tratado de alejar de ella; y hab¨ªa conocido la diatriba y el odio, la compasi¨®n pero tambi¨¦n el desprecio, y todas esas desventuras de los sentimientos lo hab¨ªan alejado del ¡°primer hombre¡±, por decirlo con el t¨ªtulo de un libro que dej¨® in¨¦dito cuando el coche en el que viajaba de copiloto (junto a su editor, Gallimard) se estrell¨® contra un ¨¢rbol.
Poco antes de ese accidente, Camus hab¨ªa dicho que su obra ¡°a¨²n no ha empezado¡±. Dos a?os antes, ¡°de pelo ya ralo y seco, cubierto de b¨¢lago¡±, el artista ¡°est¨¢ maduro para el silencio, o para los salones, que es como decir lo mismo¡±, as¨ª que se enfrenta, como si viviera el ep¨ªlogo de una autocr¨ªtica, a la vieja edici¨®n de su primera obra y afirma: ¡°En cuanto a m¨ª, s¨¦ que mi manantial est¨¢ en El rev¨¦s y el derecho, en ese mundo de pobreza y de luz en el que viv¨ª tanto tiempo y cuyo recuerdo me ampara a¨²n en los dos peligros contrarios que amenazan a todo artista, el resentimiento y el contento¡±.
¡°La pobreza nunca me pareci¨® una desgracia: la luz derramaba sobre ella sus riquezas. Ilumin¨® incluso mis rebeld¨ªas¡±, afirmaba Camus
La obra es una visita an¨®nima (est¨¢ escrita en tercera persona, los personajes a los que se refiere son obviamente seres cercanos, entre ellos, su madre omnipresente, poderosa imagen en la que se mira toda la vida) a los ¡°manantiales¡± de los que procede la met¨¢fora mayor de su literatura, la perplejidad ante el mal y ante la injusticia y el olvido; pero el pr¨®logo es un resumen maduro de esas contingencias de las que abomina y de las que ¨¦l asegura que se vacun¨® en sus primeros a?os. En primer lugar, dice, ¡°la pobreza nunca me pareci¨® una desgracia: la luz derramaba sobre ella sus riquezas. Ilumin¨® incluso mis rebeld¨ªas¡±.
En su libro Camus. A contracorriente (Galaxia Gutenberg), Jean Daniel, que fue su amigo, considera inexcusable para entender a Camus ese regreso a la infancia como motor de su gira a veces atormentada por el mundo en el que ya no ten¨ªa el amparo de la madre. ¡°?Es posible llegar a curarse de la propia infancia? La suya, ba?ada de sol y sue?os, fue tambi¨¦n una infancia de pobreza y enfermedad¡±. En su biograf¨ªa, citada por Daniel, Herbert R. Lottman hace esta descripci¨®n de la casa que es la residencia literaria de El rev¨¦s y el derecho y en la que Camus vivi¨® en sus a?os de colegial: ¡°El domicilio se halla en la primera y la ¨²ltima planta de un edificio del barrio obrero de Belcourt. Entre esas plantas hay otros dos pisos, y los retretes de los pasillos sirven para las tres viviendas. No hay ba?os (¡). Tampoco electricidad ni agua corriente. (¡) Al anochecer, su madre vuelve agotada del trabajo y se deja caer en un asiento con la mirada clavada en el suelo¡±.
Esa es la madre de El rev¨¦s y el derecho; en cierto modo, es todas las mujeres de esa obra, y es tambi¨¦n todas las mujeres que sufren dolor en la obra de Camus. Pero ese sufrimiento (el de su madre, el suyo, el de su clase) es el punto de referencia para expresar la convicci¨®n de un gozo: si no hubiera existido ese pasado, que en ¨¦l siempre est¨¢ presente, las tentaciones de la envidia y del resentimiento, tan frecuentes en el mundo que ahora es su mundo, el mundo del arte, lo hubieran envuelto en fango. La vida entonces, sin embargo, se port¨® sabiamente: ¡°La miseria me impidi¨® creer que todo es bueno bajo el sol y en la historia; el sol me ense?¨® que la historia no lo es todo¡±.
Pero el sol le ense?¨® algo m¨¢s, que es cumbre en la reflexi¨®n que le provoca la relectura de ese libro que entonces, 1958, estaba devolvi¨¦ndolo a ¨¦l a la juventud: ¡°En cualquier caso¡±, explica, ¡°aquel calor hermoso que imper¨® en mi infancia me ved¨® cualquier resentimiento¡±. La pobreza, la carencia en general, no era carencia en realidad, pues proporcionaba dones que otros mejor situados no tendr¨ªan nunca, quiz¨¢. ¡°Viv¨ªa con apuros, pero tambi¨¦n en algo as¨ª como el deleite. Sent¨ªa en m¨ª fuerzas infinitas: solo hac¨ªa falta encontrar un punto en donde aplicarlas¡±.
El rev¨¦s y el derecho le da pretexto a Camus, y nos da pretexto a los que hemos aprendido de ¨¦l, a sentir que la desgracia es un azar a cuya puerta se toca inevitablemente alguna vez, para explicar por qu¨¦ ¡°nunca¡± fue picado por el m¨¢s terrible insecto, ¡°me estoy refiriendo a la envidia, aut¨¦ntico c¨¢ncer de las sociedades y de las doctrinas¡±. No quiere ser arrogante, aunque entre sus virtudes la modestia se qued¨® tan solo en el origen, as¨ª que concede que ¡°el m¨¦rito de esta afortunada inmunidad¡± se lo debe, ¡°ante todo, a mi gente, que carec¨ªa de casi todo y no envidiaba casi nada¡±.
Sobre la obra de Albert Camus hay mucho sol, y de hecho esa circunstancia ha sido materia de mucho estudio camusiano; el sol procede de esta obra, y el resplandor tiene su residencia mejor calibrada en ese pr¨®logo, que ahora se lee como una declaraci¨®n de principios. Pero el origen de la salud que desprende es lejano, f¨ªsico y, para ¨¦l, inolvidable: ¡°Viv¨ª, hace mucho, durante ocho d¨ªas colmado con los bienes de este mundo; dorm¨ªamos al raso en una playa, me alimentaba con fruta y me pasaba la mitad del d¨ªa en unas aguas desiertas¡¡±. El sol y el aire son gratis en ?frica. Cuando fue a Estocolmo, a recoger el Nobel (discurso que completa la edici¨®n de este librito, con el que viajo siempre, por eso he querido titular El rev¨¦s y el derecho los art¨ªculos de esta serie que comienza hoy), Camus evoc¨® esos tiempos como la esencia de su escritura: el latido de la madre, el sol que habit¨® sobre su infancia, ¡°las dos o tres im¨¢genes sencillas a las que se le abri¨® el coraz¨®n una vez primera¡±.
El rev¨¦s y el derecho. Discurso de Suecia. Albert Camus. Traducci¨®n de Mar¨ªa Teresa Gallego Urrutia y Miguel Salabert Criado. Alianza Editorial. Madrid, 2010. 144 p¨¢ginas. 8 euros.
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