Tutankam¨®n, aniversario ¨ªntimo
Los 90 a?os del descubrimiento de la tumba del joven fara¨®n por Howard Carter se cumplen con m¨¢s pena que gloria en un L¨²xor en crisis, desierto de turistas
Me plant¨¦ en el umbral de la tumba de Tutankam¨®n y musit¨¦ el can¨®nico ¡°cosas maravillosas¡±. En realidad, en lugar del brillo del oro que deslumbr¨® a Howard Carter aquel d¨ªa de noviembre de hace 90 a?os, lo que ten¨ªa entre mis ojos era un feo ventilador de pie que disipaba con su zumbido an¨¦mico cualquier atm¨®sfera de misterio. Pero estaba la pena, el dolor por la muerte hace 3.300 a?os del joven rey que Carter ya percibi¨® y que no se desvanece. Aprovechando que en la antec¨¢mara no se encontraban m¨¢s que mi acompa?ante, el egipt¨®logo Javier Mart¨ªnez, y el vigilante, Ahmed, y que el primero se hab¨ªa asomado a la c¨¢mara funeraria para leer unas inscripciones y el segundo se concentraba en ¨¦l para sacarle unas perras en concepto de bakshish, me inclin¨¦ sobre la vitrina climatizada donde se exhibe sin pompa la despojada momia del fara¨®n y le le¨ª sentidamente unos fragmentos del libro de Carter La tumba de Tutankam¨®n.¡°El misterio de su vida todav¨ªa se nos escapa¡±. Y conclu¨ª: ¡°Las sombras van desapareciendo pero la oscuridad no acaba de levantarse¡±. Para finalizar, deposit¨¦ una flor sobre la urna del rey, como seguramente hizo su esposa Ankesenam¨®n antes de que los sacerdotes y obreros lo encerraran para lo que supon¨ªan era la eternidad en su capullo de oro y asombro.
No fue la m¨ªa del jueves una gran ceremonia ¡ªla ¨²nica atenta era una ara?a en el techo, junto a la camarita de vigilancia¡ª, pero Tutankam¨®n parec¨ªa sonre¨ªr con los dientes de conejo salidos bajo los labios infinitamente resecos en el rostro ennegrecido. Es de temer que la momia no va a tener mucha m¨¢s fiesta. Para el d¨ªa 22, a destiempo, se ha organizado un acto institucional en la tumba al que se ha emplazado a los directores de las misiones arqueol¨®gicas internacionales en L¨²xor, pero la convocatoria ni siquiera especifica la hora (del programa ni hablemos). Es en casos as¨ª cuando echas en falta a Zahi Hawass.
El hallazgo de la tumba se produjo el 4 de noviembre de 1922; la entrada en ella (¡°El d¨ªa mejor de todos, el m¨¢s maravilloso que me ha tocado vivir y ciertamente como no puedo esperar volver a vivir otro¡±, escribi¨® Carter) el 26; la apertura oficial el 29; el traslado del primer objeto fuera el 27 de diciembre (todos los tesoros est¨¢n ahora en el Museo Egipcio de El Cairo); la entrada oficial en la c¨¢mara funeraria el 17 de febrero de 1923, y la apertura del tercer ata¨²d y la extracci¨®n de la momia el 18 de octubre de 1926. En realidad el aniversario est¨¢ pasando aqu¨ª, tierra de faraones, con m¨¢s pena que gloria. Nadie parece acordarse en L¨²xor de Tutankam¨®n y de la gran aventura que fue el descubrimiento y estudio de su tumba. Vamos, es que ni una mala exposici¨®n, ni un letrerito conmemorativo. No est¨¢n los tiempos para tirar cohetes, ni siquiera por el chico dorado.
L¨²xor vive una crisis ¡ªuno est¨¢ tentado de escribir maldici¨®n¡ª con proporciones de plaga b¨ªblica, a causa de la ca¨ªda del turismo. Los templos de una y otra orilla, los museos, el Valle de los Reyes y dem¨¢s necr¨®polis se encuentran casi desiertos. En la antigua casa de Carter de Elwat el-Diban, su ¨²nico verdadero hogar, convertida en museo, no entr¨® nadie durante mi visita de varias horas, as¨ª que me limit¨¦ a homenajearlo (y a recordar c¨®mo a su canario amarillo se lo comi¨® aqu¨ª una cobra) junto al comprensivo vigilante ¡ªotro Ahmed¡ª y la conserje, miss Gheda, una chica encantadora sepultada en un burka.
Los grandes barcos apenas surcan el Nilo y van semivac¨ªos. ¡°?Por qu¨¦ no vienen los turistas?¡±, se lamenta Hagag, que trabaja de ch¨®fer de la misi¨®n espa?ola en el templo de Tutmosis III. ¡°Esto est¨¢ tranquilo y es completamente seguro, nadie le tocar¨ªa un pelo a un turista. ?Vivimos de ellos!¡±. Todos los locales insisten desesperadamente en lo mismo. Achacan la ca¨ªda de visitantes ¡ªlos turistas no llegan al 15 % de los de antes de la revoluci¨®n¡ª al impacto negativo de las im¨¢genes de la plaza Al Tahrir, que las televisiones, critican, ¡°vuelven a repetir una y otra vez¡±. Sea como sea ¡ªy ahora el conflicto en Gaza vuelve a repercutir negativamente en el turismo¡ª, es una oportunidad ¨²nica para visitar L¨²xor sin aglomeraciones, aunque es cierto que los lugares resultan sobrecogedores de tan vac¨ªos y que el turista se puede sentir abrumado por la insistencia de los locales para que preste atenci¨®n a sus negocios. ¡°Suba a mi carruaje, por favor, se?or¡±, suplica un joven en galabiya, la t¨²nica tradicional, que luego se excusa de manera entra?able por el apremio: ¡°No se sienta acosado, se lo ruego, es que no hay trabajo¡±. En efecto, la flota de calesas, sin clientes, est¨¢ estacionada junto al templo de L¨²xor con la pesadumbre de los carros del fara¨®n en el Mar Rojo. El visitante ha de enfrentarse tan solo a esa incomodidad de verse obligado a decir continuamente que no, y a sus propios miedos, si los tiene. La animosidad de los habitantes de L¨²xor se dirige al Gobierno de Mursi: ¡°?Menos blablabl¨¢ y m¨¢s hacer!¡±, me dice un barquero, Mohamed, cuya nave ostenta el poco alentador nombre de New Titanic, al cruzar el Nilo en un crep¨²sculo espectacular festoneado por los martines pescadores que se zambullen en las aguas plateadas.
La tumba de Tutankam¨®n permanece abierta, con un cupo limitado de visitantes, aunque se anunci¨® que se cerrar¨ªa pues es la ¨²nica manera de preservarla. En la actualidad, con el ticket a 100 libras (unos 13 euros), y visto el panorama, la tumba parece una fuente de ingresos imprescindible. El proyecto de instalar en la entrada del Valle de los Reyes (junto a la casa museo de Carter) una copia del recinto ¡ªy de otras dos tumbas, la de Nefertari y la de Seti I, uno de los grandes planes de Hawass¡ª se ha aplazado sin fecha. La primorosa r¨¦plica facsimilar de la de Tutankam¨®n, construida por la empresa Factum Arte en Madrid, ha viajado no obstante a El Cairo para exhibirse con motivo de un encuentro sobre turismo los pasados d¨ªas 13 y 14, pero su destino ¨²ltimo es incierto. En el sepulcro original prosigue sus trabajos un equipo del ministerio de antig¨¹edades egipcio y el Instituto de Conservaci¨®n Getty. ¡°Estamos analizando la situaci¨®n de la tumba y su decoraci¨®n para saber c¨®mo hemos de proceder para preservarla¡±, explica uno de los miembros del grupo internacional, mientras otro, una chica japonesa, despliega su ordenador al lado del sarc¨®fago de cuarcita amarilla (lo ¨²nico, junto al gran f¨¦retro exterior y la momia, que queda del ajuar de Tutankam¨®n en su sepultura).
Al salir de la tumba, en direcci¨®n opuesta a la de Carter, busco los viejos escalones de piedra, 16, cuyo hallazgo signific¨® el inicio de la historia. Se encuentran hoy semiocultos bajo la escalera moderna. Introduzco la mano y acaricio el primer escal¨®n tallado en la roca: el tacto excitante de la gran aventura. ¡°Finalmente, he hecho un descubrimiento maravilloso en el Valle, una tumba magn¨ªfica¡¡±.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.