Pablo P¨¦rez-M¨ªnguez, fot¨®grafo de la Movida, fallece a los 65 a?os
Retrat¨® en estridente tecnicolor la explosi¨®n cultural y festiva de la movida madrile?a
Con una Nikon autom¨¢tica permanentemente colgada del cuello, Pablo P¨¦rez-M¨ªnguez, que falleci¨® en la madrugada de ayer a los 65 a?os en un hospital Madrid, v¨ªctima de una enfermedad fulminante, levant¨® acta con m¨¢s de 20.000 fotograf¨ªas de la movida, movimiento cultural y festivo con el que la ciudad (y el pa¨ªs) se sacudi¨® la caspa del franquismo. Y as¨ª, yendo de un lado a otro, disparando ¡°flashes a quemarropa¡±, o recibiendo en su casa gloriosamente disparatada de la calle Montesquinza, costumbre de la que hizo todo un arte, prefer¨ªan recordarlo tras conocer la noticia amigos, conocidos y dem¨¢s supervivientes de aquellos a?os.
Dice mucho de su predisposici¨®n para la modestia y la vida leve que Pablo P¨¦rez-M¨ªnguez, que firmaba PPM (¡°pobre, pero m¨ªtico¡±, a?ad¨ªa socarronamente), se sintiera a gusto con sus sambenitos (¡°el fot¨®grafo de la movida¡±, ¡°el retratista de los a?os locos de Pedro Almod¨®var¡±). Pero es que, a diferencia de muchos de sus coet¨¢neos, s¨ª consideraba aquellos a?os, entre finales de los 70 y principios de los 80, uno de los ¡°movimientos creativos m¨¢s importantes del siglo XX¡±. ¡°No s¨¦ d¨®nde acabar¨¢n todos estos juntos¡¯, me dec¨ªa, ¡®s¨®lo s¨¦ que los voy a retratar a todos¡±, recordaba en una entrevista con este diario en 2006,a?o en que recibi¨® el Premio Nacional de Fotograf¨ªa. ¡°Mi padre sacaba la m¨¢quina cuando hab¨ªa celebraciones. Eso hac¨ªa de aquellos momentos algo especial. Entonces, pens¨¦, si siempre tengo una c¨¢mara, siempre ser¨¢ maravilloso. ?Y fue verdad!¡±
Con esa premisa, dio una nueva dimensi¨®n a la expresi¨®n ¡°estar en el lugar adecuado en el momento preciso¡±: gracias a su ubicua e imponente presencia de afable grandull¨®n (?el camerino del Rock-Ola?, ?la galer¨ªa de Fernando Vijande?¡ siempre andaba por all¨ª) es posible entender aquel tiempo y esos lugares con sus instant¨¢neas en rabioso tecnicolor o brillante cutrelux, que dir¨ªa ¨¦l. Una de sus c¨¦lebres sesiones de diapo-parties en la casa y el laboratorio heredados a la muerte de su madre funcionaba como un divertido y un tanto melanc¨®lico desfile de algunas de las mejores mentes de su generaci¨®n: de m¨²sicos como los miembros de Bernardo Bonezzi, Alaska o Carlos Berlanga a artistas (P¨¦rez-Villalta o Sigfrido Mart¨ªn Begu¨¦), fot¨®grafos (Alberto Garc¨ªa-Alix u Ouka-Leele), cineastas (Almod¨®var), actores (Antonio Banderas) y otros personajes de la vida disparatada (Fabio McNamara).
Pero PPM fue m¨¢s que la movida. Para cuando dio, gracias a la intermediaci¨®n de Javier P¨¦rez-Grueso, artista multifac¨¦tico y entonces miembro de Radio Futura, con esa juventud entusiasta por inventarse sus propios trabajos, amateur para lo bueno y para lo malo, el fot¨®grafo ya llevaba una d¨¦cada junto al dise?ador Carlos Serrano, amigo de la facultad (donde estudi¨® Ingenier¨ªa Agr¨®noma), al frente de una decisiva revista llamada Nueva lente. ¡°Vinimos a aportar otra mirada a la fotograf¨ªa espa?ola, que por entonces era neorrealista¡±, recordaba ayer Serrano.
Estaban asociados al movimiento de pintores de la Nueva Figuraci¨®n (rebautizados como Los Esquizos de Madrid por una reciente muestra del Reina Sof¨ªa, museo donde expuso en 1992). La conexi¨®n la sirvi¨® Rafael P¨¦rez-M¨ªnguez, primo de Pablo (otro artista de la familia es el hermano de este ¨²ltimo, el fot¨®grafo Luis P¨¦rez-M¨ªnguez). En aquellos 70 premovida, Serrano y PPM planearon durante a?os mudarse a Par¨ªs. El sue?o se trunc¨®, como record¨® el primero ayer, cuando el fot¨®grafo fue desvalijado al aterrizar en la capital francesa.
De vuelta en Madrid y extinguida la revista, P¨¦rez-M¨ªnguez se hizo fuerte en su casa, patio de recreo de Almod¨®var, McNamara y los suyos. All¨ª, P¨¦rez-Villalta pint¨® un mural que quedar¨ªa inmortalizado en la pel¨ªcula Laberinto de pasiones y que los Costus, pareja de pintores decisivos en los primeros tiempos, quisieron una vez tapar ¡°con dos botes de cinco kilos de pintura¡± por considerarlo muy naif.
Con el humo de las velas de aquella fiesta, a la que sucedi¨® la del pelotazo, ciertamente menos ingenua, sobrevinieron a mediados de los ochenta los a?os en los que PPM repart¨ªa su tiempo entre su trabajo para la industria discogr¨¢fica y el m¨¢s transgresor o personal: desde su particular subversi¨®n del santoral, a los fototextos, para los que hac¨ªa sostener a los retratados frases que rezaban en letras de molde m¨¢ximas como ¡°Todo vale¡± o ¡°Anacr¨®nico Total¡±. En los ¨²ltimos a?os los amigos le recuerdan escribiendo sin parar, ¡°peleando por ensanchar el tiempo, vista la imposibilidad de dilatarlo¡±, gestionando su enorme archivo y fotografiando cada vez menos, una vez qued¨® claro que los nuevos tiempos no iban ya con ¨¦l.
¡°A finales de los noventa me convert¨ª en el ¡®incombustible¡¯ fot¨®grafo. Luego pas¨¦ a ser ¡®m¨ªtico¡¯. ?Y en 2001, mor¨ª!¡±, dijo en aquella entrevista blandiendo un diccionario de fotograf¨ªa en el que, efectivamente, se fijaba su fallecimiento en 2001. Once a?os despu¨¦s, cuando habr¨ªa de cumplirse lo inevitable, esa a¨²n era su forma de enfrentarse a la vida. Sin darle (ni darse) demasiada importancia.
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